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Pasar lista

Una docente dirigió el siguiente aviso a los estudiantes de su curso: que, dado que la marcha del miércoles en defensa de las universidades estaba citada para las cinco de la tarde, y puesto que entonces habría dictado de clases hasta las tres, la asistencia a su clase (se sobreentiende que en un horario previo, que los estudiantes ya conocen) mantenía su condición de asistencia obligatoria. Y por ende, a quien no concurriera iba a tener que computarle la falta. La idea era clara: había clase, había que asistir, y la marcha se hacía después.

La idea era clara y sin embargo hubo alguien que leyó mal y entendió peor

La idea era clara, en efecto, y sin embargo hubo alguien que leyó mal y entendió peor, o que no leyó (pasó el dedo rapidito por la pantalla exigua y volátil, es decir, no leyó) y entendió cualquier cosa. O leyó y entendió pero especuló con que muchos no leerían ni entenderían, que sería muy fácil engañarlos y que cayeran como chorlitos, y entonces salió a denunciar (en las redes, obviamente, ¿dónde, si no?) que la profesora en cuestión levantaba la clase y obligaba a los estudiantes a concurrir a la marcha, so pena de enchufarles un ausente en caso de que no lo hicieran.

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La denuncia corrió ligera (era pesada, pero corrió ligera) bajo un montón de dedos rapiditos que leyeron mal y entendieron peor.

Arreciaron entonces los insultos, cundió la defenestración en masa por parte de unos cuantos desencajados.

El denunciante se precavió y ocultó su nombre y su rostro, pero expuso los de la docente a la que difamaba para que la turba digital la agrediese. Algunos alcanzaron a terciar, entre los vituperios desaforados, para aclarar el malentendido: la clase no se levantaba y a nadie obligaban a marchar; pero sus razonables intervenciones se perdieron entre el griterío de la lapidación verbal.

Decir cualquier cosa para así azuzar la violencia: es una práctica muy extendida en este tiempo, y es un problema social considerable.

¿Cómo se arregla todo esto? A lo Sarmiento: con más y mejor educación. Y para eso: con más presupuesto educativo. Tal como se reclamó en la marcha del último miércoles, nutrida por convicción y por compromiso de lucha.