Huellas. Comienzo esta función inédita que me ha confiado PERFIL sobre un terreno sembrado de señales luminosas. Cuando me lo propusieron recordé la columna de Clara Fontana como defensora de las Lectoras en la revista Luna (una publicación que no casualmente también era de Editorial Perfil), de las compañeras de la Red Par por una comunicación no sexista, el capítulo argentino de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género y muchas más. Piso sus huellas.
Campo. Un sector masculinizado y concentrado es el campo. Por eso la nota del sábado 15 sobre cooperativismo es esperanzadora. La foto de representantes (todos varones) de Coninagro, la mayoría en posición defensiva como para recibir un pelotazo (¿por qué hacen eso?), tiene como epígrafe "tándem", un término neutro que nos hace pensar que las mujeres podríamos estar allí formando tándem. Pero las mujeres son escasas en el suplemento Campo. Este sábado solo una: Alicia Ciciliani. Fue protagonista y salió en la foto de políticos cooperativistas, porque es la ministra de Producción de la provincia de Santa Fe. Alicia, feminista y socialista, nos consuela de que ninguna otra mujer sea mencionada o aparezca en las fotos entre tantos trabajadores de la agroindustria. Cerdas sí hay muchas, porque una de las notas es a una agropecuaria que tiene 2.400 "madres" en producción, que cada semana dan 1.500 lechones. En fin.
Deportes. Afortunadamente, una de las novedades de PERFIL será darle espacio al fútbol femenino. El fútbol, claro, es nuestra gran pasión. La tapa del suplemento Deportes del sábado 15 tiene en su centro a Maradona, el epítome de la argentinidad al palo. Y en todo su contenido ninguna noticia sobre deportes femeninos, ni mujeres deportistas, ni foto, ni nada de nada. Muy bienvenida pues la nueva sección.
Hay una maravillosa sección económica, 50y50, a cargo de Patricia Valli. Acaban de sumar como columnista a Pola Oloixarac y para mí la reina es Beatriz Sarlo.
Actrices políticas. Se nota en PERFIL la voluntad de aumentar su número de columnistas y periodistas. Acaban de sumar a Pola Oloixarac y hay una maravillosa sección económica 50y50 de Patricia Valli. Pero para mí la reina es Beatriz Sarlo. El domingo dedicó buena parte de su nota "Una actriz con ruleros" a otra mujer: Elisa Carrió y su histrionismo. Allí abre un campo semántico precioso para hablar de "escena política" y "representación". La columna de Sarlo se detiene especialmente en su personaje, al que define como actriz y diputada (dos modos de representación) y me conectó con la nota de la sección Protagonistas sobre el colectivo de actrices argentinas, que luego de activar fuertemente por la ley de aborto realizó frente a la Catedral una acción simbólica de apostasía colectiva. Aquí pasa al revés, ellas se desmarcan del escenario y la tele para mostrarse juntas en dos reclamos con los que el feminismo cruza el campo de lo político: aborto y Estado laico.
Y para terminar esta fértil polisemia del representar, la entrevista de Facundo Barrio a Lucía Topolansky, que pone la palabra "feminismo" en el título para renegar de él y hacernos una advertencia: el feminismo no debería prescindir de los partidos políticos. Topolansky se burla del cupo. Confía en la neutralidad de las luchas y desconfía de la horizontalidad del feminismo, al que ve capacidad de movilización pero no de agencia política. Las demandas, dice, deben vehiculizarse a través de los partidos y sus representantes; pero sostiene que en el parlamento uruguayo las únicas mujeres con responsabilidad pertenecen al suyo.
¿Entonces? Yo suscribo la inquietante frase de la filósofa Danila Suárez Tomé, que en una entrevista esta semana afirmó: "El movimiento feminista se constituyó como una gran actriz política".