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Desde la otra orilla

Postal democrática

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Uruguay. Es una demostración de una de las democracias mejor consolidadas del mundo. | AFP

La asunción de Luiz Inácio Lula Da Silva como presidente de Brasil fue el hecho que marcó el inicio del año 2023, no sólo en el continente sino en el mundo. La importancia política del país que nuevamente vuelve a conducir en un histórico tercer mandato sumado al traumático gobierno del presidente Jair Bolsonaro le dieron al cambio de mando una significación especial. Así lo demostró la prensa internacional dando al acto una magnífica cobertura.

Hubo hasta último momento temor a hechos de violencia que empañaran el acto de traspaso. La toma del Capitolio en la salida de Donald Trump en los Estados Unidos alentaba en la memoria colectiva fantasmas de perturbación del orden, que no se vieron concretados. El presidente saliente nunca hizo un reconocimiento expreso de su derrota electoral, que si bien fue por estrecho margen resultó clara, sin impugnaciones, y decidió no cumplir con su obligación de entregar el poder como lo indica no sólo el protocolo sino el orden constitucional, ya que ese acto constituye un símbolo de la continuidad jurídica en un Estado de derecho.

No podemos afirmar que esa decisión no tuvo precedentes, porque en Argentina, Cristina Fernández de Kirchner tampoco entregó el mando a su sucesor Mauricio Macri en diciembre de 2015. El recuerdo de este hecho no encierra la intención de efectuar comparaciones ideológicas entre ambos dirigentes, sino  destacar que hay modos de ejercicio de liderazgo político que no se compadecen con las prácticas que una democracia exige, porque ésta no es sólo una forma de elección de gobernantes sino un complejo entramado de conductas que imponen la tolerancia entre las personas de diferentes extracciones políticas, máxime cuando ocupan los cargos que implican la representación del Estado.

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Las conductas en el Estado de derecho

La antítesis de esta conducta la simbolizó Uruguay en una nueva demostración que es una de las democracias mejor consolidadas del mundo. El presidente en ejercicio, Luis Lacalle Pou, invitó a sus antecesores Julio María Sanguinetti y José “Pepe” Mujica a que lo acompañaran a la asunción del presidente brasileño. Así fue que tres presidentes de Uruguay pertenecientes a distintos partidos políticos arribaron juntos a participar de este acontecimiento de vital importancia para la comunidad internacional y de especial interés para el país que representan, ya que Brasil es un esencial socio político y comercial.

Si bien Julio María Sanguinetti y Luis Lacalle Pou conforman hoy una alianza de gobierno denominada “Coalición Multicolor” ambos pertenecen a los partidos Colorado y Blanco, respectivamente, que en la historia del país se disputaron el poder y representaron posiciones políticas divergentes. Ambos partidos conservan su identidad y concurrieron a la primera vuelta electoral de la elección presidencial de 2019 con candidaturas separadas. La coalición gubernamental se consolidó para la segunda vuelta electoral en la que resultó electo por un escaso margen de votos el hoy presidente, Luis Lacalle Pou frente al candidato del Frente Amplio, Daniel Martínez.

Debe destacarse de José “Pepe”  Mujica que además de ser un claro opositor al actual gobierno, estaba invitado por Lula Da Silva a asistir al acto porque los une una relación personal basada en sus afinidades ideológicas  y en haber compartido posiciones en la estrategia continental y que, pese a ello, el exmandatario decidió aceptar la invitación del presidente en ejercicio y arribar al acto con el actual mandatario en el momento en el que éste atraviesa una de las situaciones más críticas de su gestión.

La sociedad civil y el Estado

Más allá de las intenciones que puedan haber conducido a esta decisión, es indudable que la conducta asumida por tres personalidades que ocuparon la primera magistratura en el Uruguay y que representan no sólo ideologías sino estilos de liderazgo opuestos y divergentes, constituye un acto de cohesión democrática que implica aceptar la unidad en la diferencia.

Frente a los brotes autoritarios que se reproducen en todos los continentes, al surgimiento de movimientos políticos que claramente atacan los principios del sistema democrático, poniendo en peligro sus avances en el mundo, gestos como el de los tres presidentes uruguayos son un implícito llamado a la convivencia y una advertencia de que pese a sus debilidades es aún el mejor sistema político que la humanidad ha creado para su convivencia.

*Profesor de Derecho Constitucional.