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Contexto regional / Primera semana, tercer mandato

La Amazonia, una de las cartas de Lula para reposicionar a Brasil

Marina Silva asumió como ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático con la mira en revertir la deforestación y preservar derechos de pueblos indígenas. Un abanico de urgencias sociales, políticas y económicas acotó los emotivos festejos por el nuevo gobierno.

8-1-2023-Lula y Marina Silva
Lula y Marina Silva. | CEDOC PERFIL

“Yo había asistido aquí en Brasilia a la primera toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva, en enero de 2003, cuando le pasó la banda presidencial Fernando Henrique Cardoso, y recuerdo que se percibía un clima de fiesta, como de cambio de época. Pero lo que viví el domingo pasado, a partir de una felicidad colectiva que se palpaba en las calles, no lo había visto nunca antes en Brasil. Era una sensación que incluía alivio de mayorías por un tiempo oscuro que terminaba, que nadie imaginó, pero que no será simple dejar del todo atrás”.

Las palabras pertenecen a Rodrigo Agra Balbueno, biólogo y consultor ambiental nacido hace 57 años en Porto Alegre y radicado en la capital del país, desde donde realiza sus estudios en el ámbito público y privado, que incluyen periódicos viajes a la Amazonia y contacto estrecho con diferentes pueblos de esa estratégica región.

Repasando lo que ha sido esta primera semana en el tercer mandato de Lula, Agra Balbueno respondió a Perfil Córdoba acerca de lo que significa que el presidente haya sumado a la líder ecologista Marina Silva en un Ministerio clave como el de Medio Ambiente, cartera que esta mujer ya ocupó 20 años atrás.

Para este especialista, que Marina esté de vuelta en su equipo muestra la inteligencia y liderazgo de Lula ya que supo limar diferencias y convencer a una figura muy respetada en un tema que será clave para su gobierno, no solo por la relevancia de luchar contra el cambio climático sino porque “la defensa de la Amazonia puede ser la forma de Brasil de regresar al plano internacional”

“El regreso de Marina al Ministerio de Medio Ambiente indica el compromiso del nuevo gobierno con el tema. Tanto en la campaña electoral como en su primer viaje internacional tras ser elegido, hacia la COP 27 en Egipto, Lula indicó que el control de la deforestación en la Amazonia brasileña, el respeto a las poblaciones tradicionales y el enfrentamiento de la crisis climática serian temas clave en su nuevo mandato”, resaltó Rodrigo.

“Que ella haya dejado atrás los conflictos que tuvo cuando se alejó del ministerio en el segundo mandato de Lula y en la campaña de 2014, (cuando quedó cerca de ser la rival de Dilma Rousseff en el balotaje), señala su confianza en las palabras del presidente”, consideró Agra.

 “Resta saber si esa voluntad se va a traducir en poder para frenar las fuerzas que mueven la destrucción de la selva y que representan una parte muy significativa del Congreso y también existen en el frente que se intenta armar para garantizar la gobernabilidad”, dijo a este medio el biólogo y consultor, planteando una disyuntiva que no es menor para un Ejecutivo de coalición en el que cohabitan nueve partidos, sumados a fuerzas independientes y a otras que se procura integrar de cara al año legislativo por venir.

Tierra arrasada. Según Agra Balbueno, el gobierno de Jair Bolsonaro dejó “un escenario de tierra arrasada en el combate a la deforestación de la Amazonia, con los órganos responsables de control y fiscalización sin personal y sin presupuesto para cumplir sus obligaciones, con funcionarios amenazados bajo una situación de casi anomia en los rincones de la selva”.

Y en este sentido advirtió: “Por más que el nuevo gobierno trabaje como se debe y haga lo que hay que hacer, tal vez sean necesarios más de cuatro años para lograr retornar a la situación que teníamos al final del segundo mandato de Lula, cuando se frenó la deforestación y el Estado, aunque de manera incompleta, buscaba soluciones”.

En su edición de ayer, el diario Jornal do Brasil informó que Brasil cerró 2022 con los peores índices de deforestación en ocho años.

“Hay que retomar de inmediato el Plan de Acción para la Prevención y Control de la Deforestación en la Amazonia (PPCDAm); sacar a los invasores de tierras indígenas y castigar la minería ilegal de oro, atacando a las fuentes de financiación de actividades ilegales y garantizar la transversalidad de las acciones relacionadas a la protección de la selva y al enfrentamiento de la crisis climáticas, algo a lo que Marina puso mucho énfasis en su discurso de asunción como ministra esta semana”, concluyó Agra Balbueno.

Señales claras. Las promesas de cambio en materia ambiental ya le valieron a Lula elogios de líderes, mandatarios y organizaciones internacionales que celebraron el “regreso” del gigante de Sudamérica.

Pero no solo en esta temática de alcance e intereses globales el nuevo gobierno dio señales claras. La lucha contra el hambre, y la promesa de tres comidas diarias para todos los brasileños volvieron a ser eje en campaña y también del discurso de posesión del ex tornero pernambucano. La suba a 600 reales del Auxilio Brasil y su redenominación como “Bolsa Familia” son más que gestos en una nación de casi 215 millones de habitantes cuyo 28,9 por ciento padece de inseguridad alimentaria.

En sus cuatro años de gobierno, Bolsonaro volvió a situar al país más grande e influyente de Latinoamérica en los mapas de la pobreza, contraste marcado con la gestión de quien acaba de retomar el poder, que en su momento sacó a 30 millones de personas de ese flagelo.

El mismo día en que asumió, Lula revocó más de una decena de decretos firmados por su antecesor, quien en lugar de pasarle la banda eligió refugiarse en Estados Unidos y, sin querer, permitió una ceremonia mucho más inclusiva y simbólica para ese traspaso de mando.

Además, el veterano líder del Partido de los Trabajadores instruyó a su equipo para que revierta medidas o políticas impulsadas por el bolsonarismo, entre ellas las privatizaciones en Petrobras y Correos.

Las señales hacia la región y sus vecinos más cercanos, entre ellos la Argentina, fueron también muy claras. Se prevé un relanzamiento del Mercosur, la reconstrucción de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que gobiernos de derecha disolvieron de facto, y una reinserción tras dos años de Brasil en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), cuya cumbre dentro de 15 días en Buenos Aires marcará la primera salida al exterior de Lula en su tercer mandato.

La agenda del flamante canciller Mauro Vieira y el Palacio de Itamaraty  demandará muchas reuniones para retomar un camino que el aislacionismo de Bolsonaro abandonó en el plano internacional.

Más que reformas. “Entre los puntos más importantes a encarar por el nuevo gobierno incluiría una reforma tributaria, una reforma laboral que deje sin efecto medidas tomadas en tiempos de (Michel) Temer, (Paulo) Guedes y Bolsonaro  y una recuperación de lo público, con redefinición de pactos federales y fortalecimiento de los poderes de la República”, dijo a PERFIL CÓRDOBA la politóloga y catedrática brasileña Verena Hitner Barros.

 La experta resaltó además que la integración regional es el único camino para que Brasil y los países de Latinoamérica recuperen protagonismo y eso también ha sido mostrado y postulado por el nuevo gobierno de Lula en sus medidas iniciales.

Acerca de los desafíos internos del flamante Ejecutivo brasileño Hitner señaló a este diario: “Me parece que lo más importante ahora es construir una agenda de futuro, reconstruyendo la república y la democracia: hay que reorganizar el pacto federal, restablecer la separación de los poderes, del Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Juzgar los crímenes cometidos, garantizando el debido proceso.”

Veinte años después de su primera entrada como gobernante en el Palacio del Planalto, Lula regresó hace una semana al poder con la promesa de “reconstruir al país junto al pueblo”.

Reverdeciendo su viejo eslogan de “la esperanza vence al miedo”, con 77 años de edad, mucha historia atrás y desafíos por delante, el político más influyente de la historia de Brasil ha vuelto. Más de la mitad del país que le dio su apoyo en las urnas confía en su capacidad y carisma.

Entre quienes no lo votaron, una minoría radicalizada intenta resistir en las calles y a veces con violencia una derrota que no reconocen. Otros usan las redes para fogonear tempranos descontentos si las promesas tardan en materializarse.

Y  los grandes medios de comunicación, cuyo papel contribuyó a empoderar hace cuatro años al “monstruo” que por poco no fue reelegido en octubre pasado, ya vuelven a intentar marcar la cancha a ministros como el de Hacienda, Fernando Haddad, o al propio jefe de Estado. Para quien acaba de confirmar por tercera vez los votos de fidelidad popular no hay luna de miel, ni días de gracia, ni tregua alguna.