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Defensor de los Lectores

Presunción de culpabilidad, fotografía y caras pixeladas

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Rostros alterados. Así debió ser publicada la imagen que cuestiona un lector. | cedoc

En la página anterior del Correo se publica hoy un mail del lector Leandro Barni, en el que formula cuestionamientos a la manera en que fue tratada la imagen que acompaña e ilustra un artículo de la columnista de Deportes Nati Jota, publicado el domingo 29 de diciembre en la contratapa del suplemento con el título “Es violencia, no deporte”. El texto de Nati Jota pone en claro qué es lo principal en torno a la brutal violación en manada ocurrida en una quinta de Villa Carlos Paz el 19 de diciembre. Lo que en esencia critica el lector es que la fotografía que muestra a jugadores del Club Huracán presenta al menos dos problemas: la ausencia de identificación de las personas fotografiadas y la omisión de pixelar u ocultar sus rostros. “¿Es posible mostrar las caras de ellos, sin estar con su nombre y apellido en el artículo? –pregunta el señor Barni–. ¿No es incoherente esa falta de dato y sí poner los rostros? ¿Son ellos los sospechosos?”.

Debo puntualizar que coincido con el lector: a mí me generó los mismos interrogantes la decisión de editar la fotografía de la manera en que se hizo y así se lo hice saber al responsable de la sección Deportes, Claudio Gómez, de cuya capacidad profesional y ética no guardo dudas. La respuesta que me enviara a mi requerimiento dice textualmente: “La nota de nuestra columnista Nati Jota no está enfocada en el caso sino en el tratamiento que éste tuvo en algunos medios y en las redes. Cuestiona, precisamente, que muchos se hayan enfocado en que dos de los sospechosos sean jugadores de Huracán, y sostiene que si alguien fue denunciado por una violación debería quedar en segundo plano si es futbolista, tornero o desocupado. El epígrafe de la foto publicada dice: ‘Son de Huracán. Eso no debería importar. El caso excede al fútbol’. En definitiva, lo que proponen la foto y el epígrafe es sostener la postura de la columnista frente a este tema”.

Debo insistir en que no acuerdo con esta postura: se ofrece una fotografía en la que con claridad son mostrados dos de los presuntos autores del ataque a la adolescente que los denunció, identificados por ella en sede policial y en el marco del proceso judicial en marcha; no se mencionan sus nombres en el epígrafe; y sus rostros no están alterados, como es la práctica habitual en los casos en los que hay personas con presunción de culpabilidad (ver casos similares en la sección Policiales, por ejemplo).

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Cierto es que el artículo de la columnista amplía el foco de la información para universalizar lo ocurrido y plantearlo como un caso de violencia sexual machista, en este caso –para peor– en una acción colectiva repudiable, más allá de que en ella hayan participado jugadores de fútbol.

Comprobado fue que los protagonistas en la foto integraron el grupo agresor, tal como lo informara el propio Club Huracán en cuya categoría mayor jugaban ambos. Huracán  emitió un comunicado el pasado viernes, anunciando la suspensión provisional de los contratos de Walter Pérez y Federico Marín, ambos de 21 años (protagonistas de la foto en cuestión), quienes permanecen detenidos en el penal de Bouwer, Córdoba. El club informó además que no les prestará asistencia legal alguna y que “será muy difícil” que vuelvan a jugar para la institución de Parque Patricios.

La privacidad de las personas, incluyendo aquellas sobre las cuales existe presunción de culpabilidad en algún delito, es un derecho cuyo alcance se ha ido perfeccionando con el paso del tiempo. Años atrás, publicar los rostros de sospechosos sin condena era moneda corriente y no era una política cuestionable. Hoy lo es, aunque la popularidad, fama o función pública permite en muchos casos burlar la norma. No es éste el caso.