“El barco Argentina navega hacia un iceberg. Los tres fundadores del Frente de Todos tienen distintas visiones: la vicepresidenta propone esquivarlo por izquierda, el ministro de Economía propone esquivarlo por derecha y el Presidente sostiene que no hay un iceberg. En Juntos por el Cambio hay diferencias sobre cómo esquivarlo, pero tanto Rodríguez Larreta como Patricia Bullrich por lo menos, coinciden en que hay un iceberg.” Con esta metáfora el exvicepresidente Carlos Ruckauf graficó en Radio Perfil la semana pasada las internas dentro de las dos coaliciones.
Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta comparten el diagnóstico sobre la existencia de una colisión, si no se modifica el rumbo, comparten en los remedios a aplicar, pero diferirían en las dosis: tiempo y cantidad. Simplificadamente coinciden en el qué hacer y se diferencian en el cómo hacer. En el reportaje largo de PERFIL de hoy con Patricia Bullrich se produce el siguiente diálogo:
—Tu primer atributo está asociado al carácter, y el primer atributo asociado a Horacio Rodríguez Larreta es gestión. Hay una diferencia entre el qué es lo que hay que hacer y el cómo hacerlo. Hay bastante coincidencia con algunos “qué”, el punto de divergencia es el “cómo”. Hay dos atributos para llevar adelante ese cómo, uno es el carácter, el otro es la gestión. Aristóteles decía: “todos estamos de acuerdo con los fines, el problema son los medios, todos queremos ser felices, el tema es cómo serlo”. ¿Qué pesa más en el contexto actual, el carácter o la experiencia de gestión?
—En un país con estabilidad, la gestión puede ser el rasgo más importante que podés tener. En un país que necesita salir de una crisis de muchos años, el carácter es el cómo, porque es lo que permite que tomes las decisiones que no son de administración, que no son de gestión, sino que son de transformación de un sistema”.
JxC pierde apoyo no porque se pelean, sino porque pelean a ver quién se corre más a la derecha
Que el carácter sea el cómo refiere implícitamente a que la dosis del remedio será altísima y la velocidad de su aplicación fulminante. Su uso de la palabra administrar está asociado a gradualismo. Y sumando señales a su favor Patricia Bullrich cuenta que está leyendo el libro de Henry Kissinger Liderazgo, donde en su prólogo el autor identifica cuatro características que los seis líderes estudiados comparten: 1) Agudo sentido de la realidad y una visión poderosa. 2) Capacidad de actuar de forma decisiva en asuntos de importancia nacional incluso cuando éstas parecían poco favorables. 3) Todos entendieron la importancia de la soledad y la utilizaron para sacar partido a la quietud y la reflexión, en especial, a la hora de tomar decisiones importantes. 4) Todos tuvieron un carácter decisivo. A pesar de que buscaban que los pueblos a los que lideraban los siguieran, asumieron que la controversia era una consecuencia inevitable de las transformaciones que pretendían emprender.
La interna del PRO en la disputa por la precandidatura a jefe de Gobierno de CABA aplacada esta semana con un único candidato, recrudece en las precandidaturas a gobernador bonaerense, un distrito muchísimo más complicado con seis veces más población, además de 135 intendentes.
Mientras cada mes Patricia Bullrich sube un punto su intención de voto, acercándose y para algunas encuestas, superando en la interna a Rodríguez Larreta, en las mismas encuestas el total de intención de votos de Juntos por Cambio baja, en promedio, cinco por ciento.
La lectura que se realiza desde el PRO coloca la causa de la merma en el tono confrontativo de la disputa entre Bullrich-Larreta, más evidente en la medida que Bullrich pasa a ser una competidora de mayor peso frente a Larreta. Y el remedio que prevén utilizar: mostrarse unidos de verdad, lo aplicarán después de las PASO, una vez que un claro adversario común surja el 13 de agosto como probable competidor en la segunda vuelta.
Esta lógica asume que nuestro calendario electoral tiene tres turnos, que las PASO son una primera elección general y el discurso adecuado para aumentar las posibilidades de triunfar en ellas, ante un competidor del mismo espacio, no lo será en los restantes dos turnos electorales si se llegara al ballottage. Lo que resulta conveniente para fidelizar a los simpatizantes propios, supuestamente un discurso para la derecha relativamente más cercana a Javier Milei, deberá ser cambiado después de las PASO y “los propios después lo comprenderán y los ajenos después se olvidarán”.
Pero quizás la pérdida de votantes que esté sufriendo Juntos por el Cambio no obedezca como se supone a que el crecimiento de Patricia Bullrich visibiliza más las contradicciones internas, que cuando se suponía a Rodríguez Larreta candidato natural del PRO. Sino a que ese crecimiento de Bullrich sumado al discurso del incorporado López Murphy primero y ahora José Luis Espert, siempre bajo la misma lógica de que la sociedad se corrió a la derecha y no hay que dejarle ese espacio a Milei, atemorice a parte de las muchísimas víctimas de las recetas que prometen aplicar.
Si la promesa de acabar la inflación es a costa de “sangre, sudor y lágrimas”, les será más difícil ganar
La reducción del déficit fiscal, la unificación del mercado cambiario, que son el núcleo del reordenamiento macroeconómico, son premisas que hasta públicamente, defiende Sergio Massa y casi todos los partidos. Lo que está en discusión es cómo llevar a la práctica esa operación sin matar al paciente. Como bien decía John Maynard Keynes, con fina ironía, si los beneficios llegan en el largo plazo, “en el largo plazo todos vamos a estar muertos”.
Los votantes pueden comprender que el cementerio sea por definición algo estable, por lo que reclamarán a los candidatos que el éxito de la operación que reordene la macroeconomía, concretamente el fin de la inflación como problema central, contenga explícitos remedios para las consecuencias negativas iniciales. Ese es el verdadero cómo que puede estar presente o ausente, tanto en una terapia de shock, como en una gradualista. Los precandidatos del PRO para aspirar a ganar deben convencer primero, a gran parte de la sociedad de que el remedio no termina siendo peor que la enfermedad. Y superado ese cómo, sigue lo más importante: el para qué, que los cambios que se realicen sean para beneficio de la mayoría.
Argentina podría ingresar en una etapa de orden macroeconómico virtuoso, con el sector agroexportador aumentando significativamente sus exportaciones, el litio, el cobre (igualmente indispensable para la electromovilidad, mucho más promisorio por volúmen que el litio y del que se habla poco), Vaca Muerta con más gasoductos y el hidrógeno, haciendo crecer el PBI al 6% anual como Perú durante una década, pero todos esos ingresos para mejorar poco la vida de la mayoría de la población y quedando estancada en una situación similar a la actual, pero sin inflación.
Los precandidatos del PRO tienen que convencer a la sociedad que su plan no solo viene a instalar orden y crecimiento, sino también redistribución, si solo hablan de desarmar el Estado y no de hacer del Estado una herramienta eficiente para reducir la desigualdad podrán ganar elecciones, pero para lograrlo serán muy dependientes de los errores de sus oponentes.