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Radiografía de la pampa

<p>Ahora habrá que decidir si es cierto o si no es cierto que en la pampa todo es visible. Se trata, como suele decirse, de un tema de plena actualidad, por lo que acaba de pasar trágicamente con la familia Pomar.</p>

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Ahora habrá que decidir si es cierto o si no es cierto que en la pampa todo es visible. Se trata, como suele decirse, de un tema de plena actualidad, por lo que acaba de pasar trágicamente con la familia Pomar. Pero, a la vez, es un tema que existe y se elucubra desde el tiempo en que la pampa fue inventada, es decir desde sus orígenes. Los héroes del poema La cautiva, por ejemplo, lidiaban con ese desafío: si perdiéndose por la llanura tendrían modo alguno de ocultarse o si, por el contrario, en la vastedad sin escollos de la total transparencia, ser era lo mismo que ser percibido. Hasta que el genial Echeverría les procura este accidente: un pajonal. En pleno régimen de visibilidad total, el pajonal aparece para crear lo invisible. Y así aquel escritor del siglo XIX que, no contento con escribir lo que pasaba, escribió también muy a menudo lo que pasaría, dispuso esa geografía y la legó a la posteridad.
Por esa misma época, otro escritor, Domingo Sarmiento, fundaba ese mismo paisaje (primero lo describió y después lo vio, antepuso la palabra a la experiencia: fue la quintaesencia del escritor). Lo que vemos cuando vemos la pampa lo vemos porque leímos Facundo. Y por eso mismo no podemos sino evocar la galería de sus personajes típicos. Entre ellos, uno en especial: el rastreador. Porque si hay alguien capaz de distinguir señales en esa llanura, ése es el rastreador. Dada entonces la pampa despejada, dado entonces un pajonal, dados entonces unos viajeros que en ese pajonal quedan ocultos, la pregunta deriva necesariamente en el rastreador: qué hizo, qué buscó, cómo olfateó, y qué signos encontró o desencontró en su rastreo.