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Showroom: la muerte

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Tropas rusas en la invasión de Ucrania. | TASS

Es irreversible la decadencia universal del periodismo gráfico, que puesto a competir con la velocísima idiotez de las redes sociales pierde por completo.

Más grave todavía es su claudicación ética, para lo cual basta ver hoy la cobertura del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Al comienzo todo fue una condena unánime a Rusia y una toma de partido por los intereses de la OTAN. Pero con el paso de los días y los meses y la estabilización de la guerra como parte del paisaje, lo que pasó a primer plano (más allá del aumento de los precios de los bienes: energía, alimentos, pasajes aéreos) fue la obscena exhibición propagandística de herramientas para la muerte. 

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He aquí algunos titulares: “Rusia envía tanques de última generación T-90M”, “Cuál es el arma experimental que Ucrania quiere probar contra las tropas rusas”, “Los más famosos al comienzo de este conflicto, por su efectividad, fueron los lanzamisiles antitanque Javelin y antiaéreos Stinger, provistos por Estados Unidos, los NLAW, fabricados por Reino Unido y Suecia, y los Panzerfaust 3, de Alemania”, “Ucrania presentó el potente rifle con antenas”, “Rusia está empleando en su ofensiva contra Ucrania parte de su nueva generación de misiles, calificados por Moscú como 'invencibles', 'hipersónicos', de alcance ilimitado o invisibles al radar”, “El Bayraktar TB2 es un vehículo aéreo de combate no tripulado de altitud media y larga, capaz de realizar operaciones de vuelo autónomas o controladas de forma remota”.

Asquea en su cinismo semejante reemplazo de la devastación de la guerra por la promoción de armamento sofisticado: “deme dos”.