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Asuntos internos

Sobre las series y el canon digital

Todo un tema, el tema de las series televisivas. Hace poco, en un blog, alguien solicitó a través de un post consejos sobre cuáles eran las mejores, y en pocas horas llegaron más de ciento cincuenta fanatizadas recomendaciones para ver series como The Shield, Curb your enthusiasm y Los Soprano.

Tomas150
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Todo un tema, el tema de las series televisivas. Hace poco, en un blog, alguien solicitó a través de un post consejos sobre cuáles eran las mejores, y en pocas horas llegaron más de ciento cincuenta fanatizadas recomendaciones para ver series como The Shield, Curb your enthusiasm y Los Soprano. Un par de años atrás, mi experiencia en la materia no iba más allá de la devoción casi mística por CSI Las Vegas (la serie más exitosa de todos los tiempos) y por el anacrónico deslumbramiento que me produjo el Twin Peaks que David Lynch dirigió para la televisión estadounidense.
Pero, como decía, dos años atrás presencié una conversación alucinada entre dos jóvenes escritores sobre la historia de un grupo de sobrevivientes de un vuelo que se había estrellado en algún rincón del Pacífico, y sus extrañas derivaciones. No pasó mucho tiempo hasta que uno de ellos me prestó las primeras temporadas de Lost, y yo mismo me convertí en un adicto (lo que, a la vez, me habilitó a contagiar a muchos de mis amigos: la adicción de uno de ellos llegó al extremo de ver un capítulo tras otro durante catorce horas seguidas). El fanatismo fue tal que sufrimos juntos el síndrome de abstinencia desde mayo de 2007, momento en que los actores y guionistas de la serie decidieron tomarse vacaciones, hasta febrero de 2008. Mientras tanto, más de uno soñó con el inolvidable último episodio de la tercera temporada (y con el desesperado pedido de Jack a Kate: “Tenemos que volver, tenemos que volver a la isla”).
Cuando escribo estas líneas (jueves por la tarde) faltan apenas horas para que comience en los Estados Unidos el primer capítulo de la cuarta temporada de Lost. Mientras espero que llegue el momento, leo en la Web que el diputado nacional Claudio Morgado (actor, músico, conductor de televisión) está pensando en proponer un proyecto conocido como Ley de canon digital o de canon por copia privada. Morgado eligió un blog (www.labarbarie.com.ar) como foro para someter su idea a discusión. ¿De qué se trata? De una suerte de gravamen que se cobra actualmente en España a los fabricantes e importadores de equipos y aparatos que sirven para la grabación y almacenamiento de contenidos digitales (música, videos, imágenes, extendido incluso a CD y DVD vírgenes), con el fin de compensar los derechos intelectuales de los autores que –se supone– son perjudicados por las copias ilegales de sus obras.
La recaudación de esta tasa se destinaría a crear un fondo de fomento para la cultura; pero lo que muchos ven en esta medida es un nuevo paraguas para los intereses de una industria tan prepotente como la del entretenimiento, y una decisión que impactará el bolsillo de los consumidores (cuyas compras se verán encarecidas), obligados a pagar por la mera sospecha de que, por adquirir un equipo cualquiera, descargarán material ilegalmente.
Más allá de cuáles sean las verdaderas intenciones, el proyecto parece uno más de los tantos que pretenden tapar el sol con las manos (o detener con lomos de burro el imparable desarrollo tecnológico): porque cuando usted haya terminado de leer estas líneas (hoy domingo), un amigo ya habrá bajado y almacenado para mí un nuevo capítulo de Lost, que yo habré visto el mismo viernes con subtítulos en castellano. Lo que no impedirá que compre, un año después, la edición original de la cuarta temporada en su pack de colección.