La cuarentena sigue, hay temas que sugiero consideremos ahora para tener propuestas para cuando salgamos, o cuando empecemos a salir, del aislamiento social preventivo y obligatorio. El teletrabajo es uno, porque lo que empezó por una necesidad se va convirtiendo, o puede convertirse, en una modalidad cuando pase o disminuya el Covid-19. Si bien existía y ya se utilizaba antes, debemos reconocer que hoy se masificó. Y entonces llegó sin ninguna normativa que indique cómo y qué requisitos debe cumplir. El marco regulatorio debe plantearse ya. Analicemos a qué nos referimos.
Primero es necesario reconocer que no todas las actividades permiten el teletrabajo, y que no todas las personas pueden hacerlo. En este último caso debe considerarse quiénes no tienen acceso a una computadora exclusiva para su uso en su domicilio, o no tienen acceso a internet, o si no cuentan con un espacio adecuado mínimo para trabajar y mantener comunicaciones virtuales. También la provisión de electricidad debe permitir el trabajo sin cortes, especialmente en horarios laborales. La normativa debe considerar el horario laboral, la provisión y pago de insumos, por ejemplo el empleador debe proveer una computadora para uso exclusivo de la persona empleada, pagar el costo proporcional de la energía y también del servidor, además de otros insumos que se pueden requerir, incluso los gastos de limpieza. Los empleadores pueden no tener capacidad de cubrir estas necesidades, en esos casos esta modalidad no debe aplicarse. Pero esto debe quedar en la norma, así como el derecho de las personas empleadas de rechazar esta modalidad si no les asegura estas mínimas condiciones.
Otro aspecto a tener en cuenta es si la persona empleada necesita trabajar en esta modalidad, cómo se asegura este derecho ante la negativa del empleador de respetar todas las condiciones. Las mujeres son las principales usuarias de esta modalidad, es clave escucharlas. Esta es una tarea urgente para que sindicatos, empleadores y legisladores trabajen en la elaboración de una ley o normativa a incorporar en la Ley de Contrato de Trabajo.
El domingo, en 50/50, la nota de Sticco presenta resultados de una encuesta que muestra la distribución de cuidados de niños y adultos mayores. Respecto al apoyo para tareas educativas, las mujeres destinan más horas (10,5) que los hombres (7). Respecto a quién organiza y realiza las tareas domésticas, las mujeres dicen que siguen siendo ellas, lo que las sobrecarga aunque reconocen que “a veces las ayudan”. La autora señala que el Estado debe plantear soluciones para cuando se salga de la pandemia, especialmente para las trabajadoras fuera del hogar. También los empleadores deben asumir que sus empleadas no pueden sostener la dinámica de trabajo y ofrecer soluciones para que se puedan incluir en igualdad de condiciones mujeres y hombres. ¿Los empleadores van a dar permisos a los hombres para cumplir tareas de cuidados? ¿O seguirán solo reconociendo esto para las mujeres? Esto es imprescindible para cambiar la distribución de los cuidados en los hogares. El Estado debe empezar a dar el ejemplo en las empresas públicas, pero también dar lineamientos que regulen esto, que es mucho más que la licencia parental, lo que hasta ahora solo se considera. Es urgente que el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad empiece a elaborar lineamientos que se consulten ampliamente para poder avanzar, así podemos aprovechar lo que se hizo espontáneamente. Quedan por considerar otros cuidados: los de adultos mayores, enfermos y discapacitados.
El domingo se publicó una nota sobre las veinte fallas del Estado que la pandemia dejó en evidencia, lamentablemente no incluyó la perspectiva de género, entonces no se plantearon déficits en relación con aspectos que están afectando a las mujeres. Por ejemplo en “Justicia paralizada” no señala cómo esto afecta especialmente las necesidades de las mujeres frente a los procesos de seguimiento o iniciación de denuncias de violencia. O en “Falta de tobilleras” tampoco lo vincula con la liberación de presos agresores/violadores y la ausencia de criterios de protección de las víctimas. Esperemos que en una próxima edición se supere este enfoque porque es muy importante hacer estos balances.
Debemos aprovechar este experimento espontáneo que nos permite analizar algo que no se puede reproducir, ni existirá otra oportunidad, para evaluar un antes y un después. La pregunta que nos debe ocupar es: ¿seremos capaces de aprovechar esta oportunidad de cambio? ¡En eso radicará la posibilidad de un futuro más igualitario!.