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Presión y consenso

Un acuerdo dificultoso navegando en el Titanic

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Interior. Verna y Ziliotto gobernaron enfrentados a Cristina Fernández y a Mauricio Macri. | NA

El Presidente, luego de decirles de todo menos bonitos a los diputados y senadores, llamó a un acuerdo nacional de diez puntos. Los mismos son suficientemente genéricos como para que muchos estén de acuerdo y suficientemente ambiguos para que muchos duden o los rechacen. Por ejemplo el punto 3 : llegar al 25% del gasto PBI supone un brutal ajuste sobre las provincias, el punto 10 de apertura al comercio internacional sin aclaraciones puede significar el quiebre de gran parte de la industria local. El punto 6 comprometiendo a las provincias a avanzar en la explotación de los recursos naturales puede significar la plena extranjerización de los mismos.

Como vemos, todo necesita discusión, aclaración y acuerdo. Pero para que este se concrete, la condición es votar las leyes que Milei reclama. Algunos interpretaron que el llamado a un acuerdo es fruto de la necesidad de salir de la situación perdidosa luego de la derrota en el Parlamento, más el reclamo del FMI de darle sustento institucional al ajuste, y que el mismo no recaiga en los sectores más pobres.

Otros piensan que está generando una distracción mientras continúa con la licuadora y la motosierra. Quizá la verdad esté en medio de ambas interpretaciones. Lo que lleva a la duda son los mensajes del Presidente. Previo al llamado al diálogo, envió un tuit en hebreo en donde recordaba que Moisés, al ver a su pueblo adorar al becerro de oro, había roto las tablas de la ley pero que Dios le ordenó que se las volviera a ofrecer al pueblo.

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La lectura literal es: Milei nos está diciendo: les vuelvo a ofrecer mis leyes para que ahora las voten, si lo hacen les daré algunos dineros para que la vayan pasando un poco mejor.

Algunos interpretaron que el llamado a un acuerdo es por una necesidad 

El primer gobernador que leyó así las cosas fue Sergio Ziliotto. La Pampa es una provincia ordenada, con superávit fiscal y cuyos gobiernos han estado acostumbrados a no tener buenas migas con el gobierno central. Verna y Ziliotto gobernaron enfrentados a Cristina y a Macri. Por eso el gobernador ha dicho que “tampoco deban quedar dudas que resistiremos cualquier intento foráneo de destruir nuestra soberanía política a partir de quebrarnos económicamente. No obstante lo cual no se niega el diálogo”. A pesar de que se pretenda solo mirar hacia Kicillof, esto dejó de ser un problema de peronismo-antiperonismo, o kirchnerismo-antikirchnerismo.

Hay muchos gobernadores de diferentes identidades políticas que sospechan de las intenciones, acuden a la reunión pero no firman a ciegas. La declaración de Madryn de los gobernadores patagónicos sintetiza la unidad de voluntades a pesar de la dispersión política. El acuerdo no será fácil. No debiera tampoco pasar desapercibida la reunión de Pichetto con Gildo Insfrán. El excandidato a vicepresidente es una figura relevante entre los diputados, mientras el formoseño Mayans lo es en el Senado. Mientras tanto, el Gobierno utiliza una combinación entre látigo económico y presión de la opinión pública. A gran parte sus votantes los subyugaron frases referidas a que los presidentes no reciban jubilaciones de privilegio, o que los sindicalistas no puedan estar ad eternum al frente de los sindicatos.

 A esta altura, muchos se preguntan si los argentinos están a bordo del Titanic, distraídos con las melodías de la orquesta; mientras el barco va directo a chocar contra el iceberg, o por el contrario están en la cubierta del Olimpic, barco gemelo al Titanic que, a punto de ser hundido por un submarino, logró sobrevivir.

A mayor probabilidad de creencia en que el experimento Milei será exitoso, más posibilidades tiene el Gobierno de conseguir firmantes. A mayor creencia de que se está a bordo del Titanic, mayor probabilidad de que el acuerdo se trabe. Se abre un nuevo capítulo sobre una historia cuyo final es difícil de predecir.

*Analista y consultor político.