Cristina Kirchner quiere retrasar el paso del tiempo. El esfuerzo de su acción política, su negativa a respaldar públicamente a un candidato oficialista, las ansias por mantener el centro de la escena, las referencias a su propia gestión, son muestras de un incansable esfuerzo por perdurar. Pero en apenas cinco meses, las primarias dejarán muy cerca de la consagración a un candidato como el próximo presidente de la Argentina. En ocho meses será electo. El paso del tiempo es irreversible.
Así y todo, en su última apertura de sesiones del Congreso, Cristina Kirchner anunciará un conjunto de iniciativas que buscarán plasmar en forma de ley medidas de su gobierno. Como ocurrió con las reformas a los Códigos procesal y penal, el afán por dejar una herencia irrevocable es una impronta del último mandato.
A lo largo de la última semana, la jefa de Estado asedió a todos los ministerios con pedidos de información. Fueron llamados frenéticos en busca de datos que den sustento al legado que mañana quiere enumerar ante el Congreso.
El país del rumor. La última Asamblea de Cristina Kirchner avanzó rodeada de versiones disparatadas, desde golpes autoinflingidos hasta oscuras consipiraciones judiciales. En su mayoría son producto de un enfrentamiento donde los fanáticos de un lado y del otro juegan a redoblar sus acusaciones, con la tranquilidad que sus seguidores no exigen pruebas a sus temeridades.
La decisión del juez Daniel Rafecas Rafecas, al desestimar la denuncia de Alberto Nisman, derivó en celebraciones en la Casa Rosada. En el ámbito político, la principal sorpresa fue la velocidad que el magistrado imprimió a su resolución. Pero no es el fin de la investigación. El fiscal federal Germán Moldes, uno de los participantes de la marcha del 18F, ya busca la forma de mantenerla con vida.
Mientras tanto, Cristina Kirchner enfrenta una única causa judicial que apunta en su contra en forma directa: la investigación por los manejos de la firma Hotesur. Por lo tanto, el camino hacia la Asamblea Legislativa despejó las tensiones más acuciantes que acechaban a la jefa de Estado. Y así le dio aire para volver a pensar en el arte imposible de retrasar el paso del tiempo.