COLUMNISTAS
sin rumbo

Un largo camino

La segunda ola desnuda la precariedad del país. Sistema de salud colapsado y pocas vacunas.

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Presidente Alberto Fernández. | Pablo Temes

La segunda ola de la pandemia causada por el covid-19 desnuda la precariedad de la Argentina. El sistema de salud aguanta como puede mientras las vacunas siguen en falta. Para esta altura del año se habían prometido cuanto menos más de veinte millones de vacunas. A duras penas, se han conseguido diez millones. La desesperada renegociación por el inóculo abierta con Pfizer demuestra que los pedidos faraónicos que se le atribuían a la empresa farmacéutica –que arrancaban con los glaciares, seguían por la Malvinas, y pasaban por las reservas del Banco Central y llegaban a la soberanía nacional– eran una fantasía más de las tantas que suele acuñar el relato del kirchnerismo. Lo que sí se sabe es que la compañía que produce la vacuna BNT162B2 –tal su nombre técnico– estuvo dispuesta a otorgarle a la Argentina unos tres millones de dosis. Nada se sabe, en cambio, de la razón por la cual Alberto Fernández no las aceptó. Como ya es conocido, no fue solo Pfizer con la que el Gobierno tuvo una conducta poco comprensible: también se rechazaron las vacunas del programa Covax que distribuye la Organización Mundial de la Salud.

En este contexto, tampoco se entiende que recién el jueves la ministra de Salud, Carla Vizzotti, se haya reunido con la encargada de Negocios de los Estados Unidos, MaryKay Carlsson –en los hechos, la embajadora– para destrabar el envío de 900 mil dosis de AstraZeneca que se encuentran en ese país. ¡Qué abundancia de actitudes incomprensibles exhibe el gobierno del Frente de Todos!  

En el oficialismo existe por estas horas una mezcla de sensaciones. Por un lado, la incertidumbre por lo que pueda venir y, por el otro, cierto grado de alivio mezclado con triunfalismo luego del anuncio de las nuevas restricciones. ¿Qué es lo que dicen cerca de Alberto Fernández  para justificar este renovado optimismo?

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“De a poco el Presidente volvió a encontrar el camino. Las medidas anunciadas fueron menos duras de lo esperado en cuanto a nuevas restricciones porque se logró un consenso y un compromiso con todos los actores políticos. Pero fundamentalmente porque hubo resultados”, se escucha decir por los pasillos de la Casa Rosada, desde donde se agrega que  “en estos 15 días aún sin el control de la Ciudad –cosa que resaltaron especialmente– se logró contener la subida de casos. Ahora confiamos en que CABA va a cumplir y va a salir a fiscalizar. De hecho, la reunión de Frederic con Santilli fue excelente”. “Si la Ciudad controla, a la larga ganamos todos”.

Hay en ese concepto la idea velada de una rebelión generalizada de las autoridades de la Capital Federal que nunca existió como tal. A eso hay que añadirle la habitual ausencia de autocrítica por lo que ocurre en el Conurbano. Lo que se vive en varias de las localidades de ese territorio indómito es un fenomenal descontrol.

En la Provincia aseguran que no hay descontento de parte de Axel Kicillof respecto de la ausencia de medidas más contundentes y que el gobernador sabía que el anuncio no tenía el voltaje de las declaraciones de sus laderos. “Desde el gabinete de provincia de Buenos Aires salieron siempre con los tapones de punta para obligar a la Ciudad a comprometerse. Fue una estrategia conjunta”, dijeron fuentes del gobierno nacional. El propio Kicillof se encargó en la tarde del viernes de ajustar las medidas al molde de su zapato.

El jueves por la noche, el Presidente acudió a Ezeiza a recibir en persona las últimas dosis que arribaron de la vacuna china. Semejante acto de populismo se vio agravado por la circulación de un spot publicitario y mensajes coordinados vía Twitter, donde los funcionarios del gobierno nacional utilizaron el hashtag #10MillonesDeVacunas en la red social del pajarito. Una obscenidad que rozó la falta de respeto a los enfermos y víctimas de la pandemia.

Entre tanto, la Corte Suprema volvió a postergar su definición en cuanto a la disputa por las clases presenciales. En el Gobierno están convencidos de que el máximo tribunal no tomará una decisión taxativa. “No se va a expedir sobre un tema que tiene que resolver la política o, mejor dicho, creemos que se va a pronunciar en ese sentido”.

Con la Ciudad, una herida abierta. AF anunció, casi al final de su mensaje, que enviará al Congreso un proyecto de ley que “me faculte como presidente y que faculte a los gobernadores a tomar restricciones y medidas de cuidado. De este modo estoy ratificando mi vocación de diálogo”. Desde la oposición le respondieron que no le van a conceder facultades extraordinarias para disponer de la libertad de los argentinos o avasallar la autonomía de las provincias o la Ciudad de Buenos Aires. Al ser consultados sobre este punto, desde la Rosada fueron sumamente precisos: “No se avanzará sobre la libertad de ninguna provincia porque los gobernadores tendrán la facultad de administrar las restricciones en función de su semáforo epidemiológico”. ¿Y la Ciudad?  “Dijo gobernadores porque la Ciudad no tiene estatuto de provincia”.

Hay en la base de este proyecto una intención velada que, sin embargo, emerge con total claridad: neutralizar a la Justicia en general y a la Corte Suprema en particular. Y eso apunta, políticamente, directamente a Horacio Rodríguez Larreta.

En el Gobierno invoca, como fuente de inspiración, a la canciller alemana, Angela Merkel. Esta es una muestra más de la falta de límites del kirchnerismo. Comparar la fortaleza del sistema institucional de Alemania con el de nuestro país es una osadía. Y ni qué hablar de su situación socioeconómica. Si, además, el Presidente tuviera la intención de informarse bien, sabría que el proyecto de Merkel está siendo sometido a una andanada de presentaciones judiciales que lo cuestionan duramente.    

Mientras tanto, el ministro de Economía, Martín Guzman, quiso echar al subsecretario de Energía, Federico Basualdo, hombre del kirchnerismo duro. La renuncia de Basualdo fue confirmada el viernes por la mañana desde la Casa Rosada, el Ministerio de Economía y la mismísima Secretaría de Energía. Desde entonces, se desató una interna feroz de final abierto. Cristina Fernández de Kirchner manda y Alberto Fernández obedece.

Producción periodística: Santiago Serra.