Pensaba escribir sobre temas mucho más oscuros, pero para que Flavia no se ponga triste cuando lea esta nota, a último momento decidí escribir sobre el rayo verde. Me encontré con él anoche, gracias al insomnio, cuando me puse a leer una novela de Simenon (remedio infalible para quedar atrapado y no poder dormirme definitivamente). La novela se llama Maigret y la vieja señora, se publicó en 1950 y transcurre en Étretat, un pueblo de Normandía al final del verano. Allí, los veraneantes esperan la puesta de sol para ver ese misterioso fenómeno atmosférico que dura apenas unos instantes y no es tan fácil de capturar.
No era la primera vez que el rayo verde aparecía en mi vida: Le rayon vert es una película de Eric Rohhmer, parte de su ciclo “Comedias y proverbios” filmada en 1984 y de la que tengo, al mismo tiempo, un gran recuerdo y un recuerdo borroso, ya que no la veo hace mucho. Pero sí me acuerdo de Marie Rivière persiguiendo el destello verde que, según la leyenda, permite leer en los pensamientos de los demás.
Tengo la impresión de que cuando vi la película pensé que el rayo verde era una ficción, aunque tratándose de Rohmer, meteorólogo aficionado y siempre muy interesado en los fenómenos de la naturaleza, sería raro que inventara algo semejante. Pero cuando vi la película no existía la Wikipedia y uno no iba ir a una biblioteca para ver si encontraba alguna referencia. En cambio, ahora sí la hay y en pocos instantes pude salir de dudas: el rayo verde existe, se trata de fenómeno complejo que produce un destello (que no necesariamente es de ese color) que, en los días despejados, se ve durante un par de segundos en el lugar en el que se acaba de poner el sol.
Pero la wikipedia, al menos cuando se trata de cuestiones científicas en las que los militantes políticos no intervienen para torcer las cosas, suele ofrecer información confiable y más de la que uno va a buscar. Así fue como me enteré de que El rayo verde es también una de las novelas menos conocidas y más románticas de Julio Verne, publicada en 1882, en la que los protagonistas buscan el rayo en las costas escocesas. Nunca había escuchado hablar de la novela y me gustaría leerla para saber si finalmente el famoso rayo se le aparece a los personajes, como le ocurre a Marie Rivière. Pero Rohmer hizo trampa. Estaba desesperado por capturarlo con la cámara y obligó al equipo a quedarse hasta el atardecer en las playas de Dinard en Bretaña, mas el rayo no se hizo presente. Sin embargo, lo introdujo en la película gracias a un truco de montaje.
En cuanto a Simenon, el comisario Maigret se detiene junto a “las chicas jóvenes con vestidos claros y algunas señoras ancianas que están mirando el famoso rayo verde que surgiría de las olas en el preciso instante en que la bola roja se hundiría tras el horizonte”. A Simenon, a diferencia de a Rohmer, le bastaba escribir que lo había visto. Pero no hubiera correspondido con su estilo noir. Y así: “Maigret quedó deslumbrado por el sol, no vio el rayo verde y entró en el bar”.
Ahora, el lector sabe casi todo lo que se puede decir del rayo verde y ni siquiera tienen que ir al cine, leer una novela o consultar la Wikipedia. Pero tengo el deber de informarles que en San Clemente nadie habla del rayo verde, seguramente porque el sol no se pone sobre el mar.