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Victoria y Juan Domingo

Le Corbusier 20230819
Le Corbusier | Plan para Buenos Aires | Youtube (Captura de pantalla)

Invitado por Victoria Ocampo en 1929, Le Corbusier inicia una obsesiva relación con Argentina, consignada al detalle en Plan para Buenos Aires, documental de Gerardo Panero, producido por Fueye Films y estrenado en el Bafici del año pasado. Para el momento de su primera visita, el arquitecto francés no era aún la figura trascendente en la que se convirtió después, y la capital de nuestro país no era la ciudad hacinada y caótica de hoy. Ilusionado con transformarla en un polo urbano al nivel de Nueva York, cosa que puede sonar absurda ahora, pero parecía más que viable en aquel momento, urde un ambicioso proyecto que sueña con cumplir gracias al dinero y la operatividad de Ocampo y sus amigos (todos le prometen el oro y el moro), más la bonanza general de la que por esos años gozan “las pampas”. Cuando regresa a su país, comienza a mandar cartas a sus contactos argentinos en busca de la financiación que le habían asegurado, pero los encuentra por completo indiferentes al plan con el que pensaba dar luz a la nueva metrópoli. En términos actuales, le clavan el visto. 

Pasa el tiempo. Convertido en una estrella internacional con base en París, Le Corbusier retoma en 1946, tras la visita de dos colegas argentinos, la fantasía de hacer una Buenos Aires de vanguardia y de cara a ese mar de dulce de leche que es el Río de la Plata. Esta vez, lo hace bajo el signo del peronismo, que arma un organismo cuya finalidad es aggiornar la traza urbana porteña, llamado Estudio del Plan Para Buenos Aires. Sin embargo, tras un entusiasmo inicial de las autoridades locales, vuelve a encontrar el silencio como respuesta y sus sueños rioplatenses quedan por segunda vez en la nada. 

En la encrucijada

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Recién en 1952, con la emblemática casa Curutchet de La Plata, el buen Le Corbusier logra poner unos ladrillos en esta tierra seductora y esquiva, aunque no llega a ver la obra terminada. 

En la autobiografía de Libertad Lamarque, publicada a principios de los 80, sorprenden los documentos (sobre todo fotos) en los que consta su amistad con Hugo del Carril. Ambos cantantes y actores, pero inscriptos en grupos irreconciliables en lo ideológico, fueron confidentes durante décadas. Del Carril, a su vez, fue amigo y admirador de Eva Perón, archienemiga pública de Lamarque, funcionando como un conector entre ambas. Le Corbusier no debe haber imaginado que su figura iba a encarnar, de forma similar a la del hombre que inmortalizó con su voz la Marcha Peronista, una suerte de hilo invisible que, con el impulso del desaire, une a Victoria y Juan Domingo.