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interrogantes

En la encrucijada

Urnas 20230811
Democracia | Unsplash | Element5 Digital

Las últimas elecciones destacaron por la abstención y el voto en blanco, a tono con una pérdida de fe en la democracia representativa globalizada y previsible a la luz de los acuerdos que, por abajo de la mesa y no tanto, conservan los partidos políticos, más allá de los enfrentamientos que agitan en público. Como en la Argentina la pobreza estructural está más afianzada que nunca, no sorprende el desánimo de aquellos votantes que parecen no encontrar mayor sentido en perpetuar el rito de pasar un domingo haciendo fila en una escuela para elegir otra vez al “menos malo” o “votar en contra de”. 

Contra la época

El ruido mediático en torno a candidatos que la juegan de críticos, como Grabois, seduciendo al ala más progresista del kirchnerismo, o Milei con los hartos de “la casta”, logra dar una sensación de pluralidad, aunque al final del día, seguramente sean Massa, Larreta o Bullrich (todas opciones de la Ucedé, como ironiza un amigo) los ungidos para continuar el rumbo que la Argentina parece tener decretado de antemano. En paralelo, el espectro de China, y su “dictadura capitalista”, puede funcionar como antídoto de la abstención, pero, para muchos, el 2001, cuando “el que se vayan todos” cruzó las clases sociales, también es un fantasma que pega fuerte, aunque de manera opuesta. 

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Algunos interrogantes colisionan: ¿cuánto más soportará el electorado votar por “el mal menor”? ¿Cuáles son los alcances concretos de las fuerzas que, por izquierda o derecha, se venden, sin serlo ni por asomo, como antisistema? Y lo más inquietante: Si las democracias contemporáneas se debilitan ¿no se abre la puerta a un dominio irrestricto del poder real?