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Violencia política: un problema vinculado al género

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Listas. El armado de las candidaturas no logra escapar a las estigmatizaciones de género. | cedoc

Empezó la campaña electoral y casi inmediatamente surgieron hechos de violencia política basada en el género. Si bien la violencia política es algo que existe en el país, no se menciona ni visibiliza. Este año, ni bien se plantearon las candidaturas para la confección de las listas aparecieron los comentarios y las adjetivaciones, respecto principalmente a las candidatas o posibles candidatas mujeres. Las elecciones de medio término promueven una mayor cantidad de candidaturas y especialmente las PASO, porque la paridad exige a los partidos a armar sus listas con la alternancia de una mujer un hombre o al revés, y así sucesivamente. 

Si entre los hombres la lucha por los lugares es dura para las mujeres y personas del colectivo Lgbtqi+ es aún mayor, pero con diferente formato. Se ataca a las mujeres y a las personas de la diversidad por hechos o episodios vinculados a su vida personal y /o sociales no ligadas a la política. Mientras que a los hombres esto no se les plantea a las mujeres, en cambio, pocas veces se las ataca por sus propuestas o ideas, que es en realidad lo que debe prevalecer en las campañas electorales y en general en las discusiones políticas. 

Recién en los últimos años se empezaron a escuchar las voces de mujeres militantes y dirigentes que relataron episodios de violencia que vivieron vinculados a la participación política. Ahora con el desarrollo de las redes sociales estas agresiones y violencias son anónimas o más difíciles de identificar y alcanzan un nivel muy alto de agresividad. Los agresores cuentan con la vergüenza que experimentan las mujeres de hablar de las violencias que sufren y esto es lo que ayuda a mantener el silencio y la invisibilidad. 

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Un estudio de 2018 que realizó ELA evidenció que ocho de cada diez mujeres que participan en política reconocían haber experimentado violencia política. Entre las que alcanzaron lugares de representación referían, además, la violencia en los medios de comunicación, a ellas se les preguntaba por temas personales y /o sociales no relativos a la posición en la que estaban disputando la candidatura, cosa que no ocurría con los hombres candidatos. La desvalorización y subestimación de las militantes y dirigentes es lo más tradicional, en el estudio antes mencionado la violencia simbólica y psicológica era la más frecuentemente experimentada por las entrevistadas.

Por la experiencia directa de participación política, ésta aumenta y se agrava a medida que esas mujeres alcanzan reconocimiento. A mayor reconocimiento y visibilidad más violencia y mayor agresividad. Ser la esposa o la hija de un dirigente varón disminuye la violencia y les da una cierta protección, se extrapola el respeto del marido o padre a la esposa o hija. A veces porque la presencia en las listas es por la imposibilidad de ellos de integrarla, otras no. Cuando no existe esto las mujeres políticas a veces adoptan actitudes agresivas que se justifican como forma defensiva. 

Esto distorsiona la participación de las mujeres en la política porque si para progresar hay que asumir formas propias de los hombres es negativo. Hay características positivas en el liderazgo femenino que se ha estudiado en las empresas, como la capacidad de trabajo en equipo, el desarrollo de pertenencia y la fidelidad identitaria. Si esto aumenta la productividad económica en las empresas, como lo señala un estudio referido en la nota de 50/50 el domingo ¿por qué no se estudia y plantea en la política? Este año hubo algunos análisis de los mejores resultados del manejo de la pandemia cuando el Gobierno era ejercido por una mujer. Hay pocos estudios que analicen esto en tiempos normales y en distintos niveles como gobernadoras, intendentas, diputadas, senadoras y/o concejalas. Es una deuda que ayudará a disminuir la violencia política, pero además se debe castigar esta violencia como las otras basadas en el género.