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Defensora de Género

Feministas atrapadas entre las elecciones y la pandemia

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Liderazgo femenino. El ejemplo en Chile de la Constituyente vs. las dificultades argentinas. | AFP

Vivimos días de cierre de listas para las elecciones de medio término y eso moviliza a las mujeres activas en la política porque tenemos paridad, entonces las listas de los partidos políticos tienen que incluir mujeres en el primero o segundo lugar y a partir de allí seguir en esa alternancia. En momentos críticos del país porque superamos las 100 mil muertes por covid, es un peso muy grande en nuestra gente y algo que no podemos soslayar. El problema es si estas muertes son el eje de la discusión y entran en el juego devastador de la grieta, donde cada sector se encierra en su posición y le recrimina al opuesto lo que no hizo o hizo mal. Así solo logramos seguir revolcándonos en una trampa que nos impide aprender y evitar errores futuros. Porque todos estamos inmersos en la misma sociedad y tenemos los mismos vicios y virtudes, aunque últimamente son más los vicios que las virtudes. Hemos perdido la capacidad de entender al otro y de ponernos en su lugar, para poder transmitirle mejor nuestra posición y promover un acercamiento donde no todos tenemos que estar de acuerdo, pero sí respetarnos en las diferencias. 

¿Qué podemos ofrecer las mujeres que participamos en política? Es importante que lo analicemos desde una visión que considere si son feministas o no, incluidos los distintos feminismos. Porque el feminismo, en cualquiera de sus vertientes, se basa en el respeto a las diferencias y que todas las personas (independientemente de edad, género, identidad de género, lugar de residencia, ingresos, raza, etnia, educación y todas las otras variables posibles) deben tener iguales posibilidades y derechos. Esto implica el deber de respetar esas diferencias y no discriminarlas ni jerarquizar unas sobre otras. 

Por eso tener mujeres en las listas de los partidos que abracen y provengan de algún tipo de feminismo es clave, pero también digamos que es más difícil de encontrar. Porque la política en los últimos tiempos se ha vuelto una actividad donde las ideas, programas y propuestas valen poco y se reduce a los “carteles” que se ponen unos y otros. Se les juzga y califica como de un lado u otro de la grieta en base a lo que dicen o a con quien se juntan. Hemos perdido la capacidad de reconocer que no todo es bueno o malo y que los rótulos son formas simplistas de calificar, pero no son más que clichés y que además cada uno puede interpretar diferente. 

En esta forma de ejercer la política no hay grises, todo es blanco o negro. No cabe reconocer que el otro hizo cosas buenas y que los del lado en que estás de la grieta, también hicieron cosas mal. Esto lleva a no respetar las diferencias y a discriminar a unas u otras personas, esto no es compatible con el feminismo. Por eso habrá pocas candidatas en posiciones claves que abracen el feminismo en cualquiera de sus versiones. Y habrá muchas que se retraen porque no quieren traicionar sus conceptos feministas que les imponen los mandatos rígidos y agrietados de los partidos. La política al estilo western norteamericano no nos da lugar a las feministas para actuar. 

La pandemia del covid nos puso en una encrucijada donde mujeres, niñez y jóvenes perdimos más, fuimos más afectadas y eso está reconocido en todo el mundo. En el Foro Político de Alto Nivel en ONU que culminó el viernes esto fue reconocido por todos los gobiernos. Pero varió la respuesta que se le dio a las medidas para eliminar estas diferencias que produjeron este mayor impacto negativo. 

Allí también las feministas nucleadas en el Grupo Mayor de Mujeres tuvimos que estar a la vanguardia de la defensa de no dejar a nadie atrás, lema que muchos abrazan, pero no incluyen a mujeres, niñez y jóvenes como protagonistas. Además, tuvimos que pedir la remoción del presidente del Ecosoc por usar la inmunidad diplomática para evadir ser juzgado por violencia de género.