“Esta crisis es peor que un divorcio; he perdido la mitad de mis activos, y todavía estoy casado” (2008, un inversor)
El Banco Nacional de Suecia (1668) es el más antiguo de los Bancos Centrales. En 1897 asumió como tal carácter al otorgársele la exclusividad de la impresión de papel moneda. Desde el objetivo original de financiar guerras, los Bancos Centrales, al margen de haber mantenido siempre el monopolio de la emisión, han quedado con dos funciones exclusivas: controlar la inflación y mantener la estabilidad del sistema financiero.
Es notorio que los Bancos Centrales han fracasado en su misión: la inflación acecha luego de cada expansión justificada “ad hoc”. Es que, para evaluarla, consideran los índices de precios de los bienes de consumo sin evaluar la evolución del valor de otros activos relevantes como los del mercado inmobiliario y el de acciones. Precisamente, la crisis financiera más reciente (2008-2009) se produjo por la burbuja inmobiliaria, alentada por las tasas bajas. Curiosamente, para solucionar la crisis que habían causado la perpetuaron con más emisión y tasa 0.
Manipuladores monetarios. Hoy, todos los Bancos Centrales dentro de un régimen monetario no convertible son manipuladores de las tasas de cambio e interés. Esto es así ya que el precio relativo de una divisa depende de la oferta y demanda de la misma, respecto de otra. A su vez, estas últimas están supeditadas a su valor de intercambio y calidad como reserva de valor; la tasa de interés de la liquidez a corto plazo de una divisa determina la preferencia en su elección. El problema insoluble de la manipulación es la ineficaz asignación de recursos y el consiguiente riesgo de quebranto.
Una semana crítica. Desde la irrupción de China en el comercio mundial, con un tipo de cambio artificialmente alto, el resto de los actores principales de Occidente ha venido tratando de devaluar sus monedas. En tal cometido se inscriben las facilidades cuantitativas que sucesivamente han venido efectuando la FED, el Banco de Inglaterra, de Japón y el Central Europeo desde 2009.
Tras un período en el que todos los Centrales se movían al unísono, ahora el escenario es muy distinto. En la semana hubo variaciones de las tasas de interés para todos los gustos: pausas, subas e incluso recortes.
El miércoles 14, la Reserva Federal decidió mantener el costo del dinero sin cambios después de diez aumentos consecutivos en 15 meses. Sin embargo, el mensaje que resonó fue que se necesita un mayor ajuste para contener las presiones sobre los precios. El jueves, la autoridad monetaria de Hong Kong siguió el mismo camino que la FED y mantuvo su tasa base estable. Por su parte, el Banco Popular de China tomó otra dirección: recortó los tipos de interés de préstamos a un año, para impulsar su economía, que da señales de debilitamiento y presenta desempleo récord entre los jóvenes. Fue la primera reducción desde agosto de 2022. Además, la autoridad china viene sembrando el mercado con más préstamos a medio plazo. Por la tarde argentina de ese mismo día, el Banco Central Europeo elevó las tasas de interés en 0,25%, en el octavo incremento consecutivo.
Desconcierto, miedo y pánico. Resulta perturbador que en casi ningún ambiente académico o político se considere la reforma del sistema monetario mundial, cuando el actual sobrevive a la inflación, alterando los precios de mercado, manipulando las tasas de interés y de cambio. Siempre, cuando intervienen, siento miedo, pero me consuelo: si actúan en la misma dirección ya sé que la penuria será pareja. No obstante, si toman caminos distintos me invade el pánico por la potencial crisis.