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Córdoba: Una empresa del interior le ofrece lotes y les ayuda a construir las viviendas a sus empleados

En Matorrales se instaló una fábrica de aberturas que considera colaboradores a sus más de 70 trabajadores. Para que no tengan que viajar de otras localidades decidió ofrecerles la oportunidad de construir un propio hogar en el pueblo.  

Mariano Lara y Daniel Caudana
Mariano Lara y Daniel Caudana le ofrecen loteos | Prensa Indoors

“Si nos va bien, nos va bien a todos” es la frase de cabecera de Daniel Caudana, uno de los socios de Indoors, una fábrica de aberturas y amoblamientos instalada en Matorrales, en el departamento Río Segundo, a más de 100 kilómetros de Córdoba Capital. Su empresa le ofrece un terrero a cada trabajador en el pueblo, se lo financia y luego le ayuda a construir su vivienda. 

Parece un sueño, pero en el interior del interior del país se hace realidad: un trabajo, un sueldo y, hasta, una casa propia. Todo en el mismo combo, todos felices. La simple idea dio resultados incalculables. “Ganamos todos” no es solo un dicho, es la realidad. “Todos tenemos una parte de la remuneración atada al funcionamiento de la empresa, un extra a sus salarios. Somos socios con los empleados”, aclaró Caudana.

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Mariano Lara, es la otra parte fundamental de la historia. Juntos decidieron comprar a la Municipalidad una parcela de tierra y a esta subdividirla en 37 lotes de 10 x 25 metros. Pensado para sus empleados, no para hacer un negocio. A cada lote le pusieron un valor calculado en bolsas de cemento: 320 bolsas cada terreno. A pagarse con un mínimo de 5 bolsas mensuales (hoy unos 14 mil pesos mensuales).

“Nos habíamos quedado sin empleados, en Matorrales, todos pasaron por nuestra fábrica y tuvimos que salir a buscar gente en otros pueblos”, comentó Caudana. La empresa emplea a unas 74 personas, la mayoría vienen de localidades de la región, como: Las Junturas, Costa Sacate, Villa del Rosario, Pilar o Río Segundo.

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La idea de ofrecer lotes para que se radiquen en la localidad surgió a raíz de las distancias. Todos los días, un colectivo pasaba a buscarlos y los transportaba hacia la fábrica. Ida y vuelta. Eso conlleva un riesgo y, además, un desgaste. Durante el 2020 en plena pandemia la empresa creció un 13%, pero en el 2021 un 91%. “Ahí no nos alcanzaban ni las manos ni las máquinas”, rememoran los socios.

Algunos empleados buscaron propiedades en el pueblo, pero al poco tiempo se ocuparon todas las casas disponibles. Además, los propietarios hacían los contratos directamente con la empresa y no con el trabajador. Un problema.

Daniel y Mariano se pusieron el objetivo de revalorizar a cada colaborador y fidelizarlo. Si salía bien, hasta transformar el pueblo con unas 30 viviendas nuevas.

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“Yo también alguna vez pagué alquiler y cada vez se te va más el sueldo en algo que no es tuyo. No queríamos hacer un negocio sino dar una solución”, reflexionó Caudana al explicar la iniciativa. La idea costó en ser aceptada, pero al poco tiempo se vendió el 100% de loteo.

Ya está el terreno, ahora falta la casa

Una vez con el terreno, era necesario llevar los servicios básicos de agua y luz. Junto con la municipalidad lograron que la cooperativa de la localidad acceda a brindarlos.

También golpearon las puertas de los despachos de la capital, para conseguir créditos para sus empleados. Ayudas que les permitan iniciar las construcciones. Caudana recuerda que se sentaron con Mariano -su socio- a estudiar alternativas para comenzar a ver las primeras paredes levantadas. “Nosotros contábamos con las aberturas y el amoblamiento, faltaban los ladrillos, y los conseguimos, faltaban los servicios y los conseguimos, todo a cambio de algunos lotes y con la empresa como garantía y con confianza plena hacia los empleados”.

El trabajo en conjunto con el municipio y la provincia fue clave. En pocas partes del país se puede coordinar acciones entre privados y el Estados para ofrecerles una solución habitacional a los ciudadanos. Ya hay media docena de casas que están avanzadas o terminadas.

Las historias de Fernando y Gastón

Dos empleados de Indoors llegaron a Matorrales y ya están construyendo su futuro en la localidad.

Fernando Cid tiene 36 años, es un soldador de marcos de chapa con 3 hijos y alquilaba de una propiedad muy chica con un baño fuera de la vivienda. Gracias al plan ideado por sus empleadores, en los próximos meses se muda a su casa. “Cuando terminó la platea de su de hogar -la base de hormigón de la vivienda- fue con sus hijos a la obra y los paró a cada uno en donde iba a estar la futura habitación de cada uno. Ese día me di por pagado”, relató Caudana.

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Otro de los casos es el de Gastón Garay, que llegó de Costa Sacate. Construyó su casa con sus propias manos y la ayuda de algún que otro ayudante de albañilería. Ahora, su hijo -recién nacido- es un nuevo habitante de Matorrales.

También brindó educación universitaria

“Todos venimos del barro, yo tuve la suerte de formarme. Nunca me quedé quieto. Todos la hemos pasado mal”, remarcó Caudana y dio inicio al relato de la tercera acción en pos del continuo cambio de vida para sus “colaboradores”.

En el año 2021 sus mandos “altos” llegaron al máximo de la empresa. No podían crecer más. La empresa debía buscar ingenieros y administradores externos que se hagan cargo de las gerencias o la dirección de las áreas. “Me la jugué por los nuestros. Consideré que eran personas con mucha experiencia, que habían sido piezas clave en el crecimiento y si los formaba me podía ayudar mucho más”, dijo el propietario.

En medio de la pandemia comenzaron a buscar docentes entre los ex compañeros y amigos de la facultad de Daniel. Juntos armaron una columna vertebral de los temas necesarios para la empresa y terminaron con un programa de 196 horas cátedra. “Era una diplomatura”, lo define. “Con par de asados convencí a ocho profes universitarios para darle una formación académica a los empleados. Invité a otras empresas para que manden a sus empleados”, contó con orgullo. Ahora, la UTN homologó esa formación y se dá en varios lugares del país.

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El mismo decano de la Universidad decidió abrir el auditorio y los empleados, algunos que no pisaron una secundaria y mucho menos fueron a la facultad estaban recibiendo ante sus familias el diploma que los certificaba como “Operario de Mandos Medios”. Fueron en total 19 personas.

“Yo soy primera generación universitario de mi familia porque nací en Argentina. Gracias a la Educación pública soy ingeniero, sino hubiera sido changarín en el mejor de lo casos”, sentenció Caudana.

“Nadie sale campeón solo”, dijo el periodista Fernando Genesir cuando se enteró de la noticia. Es un sueño hecho realidad, de una sociedad en donde los empresarios, los empleados y la buena política trabajaba a la par para cambiarle la vida a los vecinos.