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CóRDOBA
ELECCIONES GENERALES ANTICIPADAS

España y su futuro, al calor de las urnas

El conservador Núñez Feijóo, del PP, tiene ventaja en los sondeos, pero podría necesitar el apoyo de Vox, lo que abriría las puertas de La Moncloa a la ultraderecha. Pedro Sánchez, del Psoe, confía en una “remontada” y en seguir gobernando en coalición con la izquierda de Sumar.

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CIERRE DE CAMPAÑA. La candidata de Sumar, Yolanda Díaz; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo y el candidato de Vox, Santiago Abascal, cerraron sus respectivas campañas el pasado viernes. | CEDOC Perfil

Las noticias y repercusiones por las elevadas temperaturas de este tórrido verano, que azota a buena parte de Europa, cederán hoy espacio informativo e interés global a las cifras y registros que marque al llegar la noche el termómetro político de España. Allí unos 37,4 millones de personas están llamados a elegir a 208 senadores y 350 diputados de un Congreso del que surgirá el próximo presidente del Gobierno.

El conservador Alberto Núñez Feijóo, abogado, jefe del Partido Popular (PP), y quien durante 13 años presidiera la Xunta –o gobierno autonómico– de Galicia, aparece como favorito en la mayoría de las encuestas. Aunque se jacta de no haber perdido nunca una elección, un par de deslices de última hora podrían haber minado sus apoyos.

El actual gobernante, Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista Obrero Español (Psoe), economista y político resiliente y acostumbrado a revertir derrotas que parecían selladas, intentará consumar en este día lo que él mismo definió como una “remontada” de la semana previa.

Sánchez, otro de los gobernantes que lidió con la pandemia y la guerra,  sorprendió cuando dispuso adelantar los comicios generales (previstos para diciembre), luego de que la coalición que dirige, primera como tal en ejercer el poder desde La Moncloa, sufriera fuertes derrotas en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo pasado.

Buena parte de analistas y opinólogos ibéricos alegó que haber convocado a la ciudadanía a votar el último domingo de julio, en plena temporada estival y vacacional y con el país sumido en una de las peores olas de calor de las que se tenga memoria no fue la mejor decisión. Y agregan que ese “yerro” potenciará el abstencionismo y lo pagará caro el actual oficialismo.

Desde la otra orilla de las predicciones y vaticinios se replica, sin embargo, que estos comicios han despertado un inusitado interés de la población, lo que se ha visto reflejado en el voto que ya eligieron emitir por correo algo más de 2,6 millones de españoles y españolas y en la participación de entre el 70 y 72 por ciento que proyectan distintos sondeos. Si se confirman tales guarismos, la asistencia a los centros de votación que funcionarán hoy desde temprano será cuatro puntos porcentuales más elevada que en 2019. Pero no es la única paradoja o contradicción que aflora en los análisis previos.

Mucho más que dos. Hay quienes han personalizado la disputa como una pulseada entre Sánchez y Feijóo o presentaron la votación de hoy como una vuelta al bipartidismo.

Para avalar ese razonamiento sostienen que los partidos o dirigentes surgidos al calor del Movimiento de los Indignados del 15M, en mayo de 2011, ya no existen (como es el caso de Ciudadanos), o debieron mutar su nombre y algo más (como Podemos).

Sin embargo, las mismas voces que conjeturan acerca del cambio que supondría un triunfo de Feijóo o la continuidad que implicaría la victoria de Sánchez, admiten que ninguno de los dos por sí solo o con nada más que el apoyo de su propio partido llegaría hoy a los 176 escaños de diputados necesarios para ser proclamado nuevo jefe del gobierno.

Y allí emergen terceros en discordia como potenciales dueños de la llave de La Moncloa. Se trata de dos protagonistas que están en las antípodas. Por un lado, la coalición Sumar,  que nuclea a 15 formaciones de izquierda (incluidas Podemos e Izquierda Unida) y se agrupa bajo el liderazgo de Yolanda Díaz, abogada laboralista y desde 2020 ministra de Trabajo y Economía Social y vicepresidenta segunda del gobierno.

Por el otro, la ultraderecha neofranquista de Vox, la fuerza que nació como reacción al proceso independentista de Catalunya, creció en medio de los escándalos de corrupción que salpicaron al PP y canalizó la ola xenófoba, negacionista y cercenadora de nuevos derechos que ganó adeptos en la segunda década de este siglo a uno y otro lado del Atlántico. Santiago Abascal es la figura más visible de un extremismo que irrumpió primero en Andalucía y desde 2019 cuenta con 52 escaños en el Parlamento en Madrid.

Sánchez y el Psoe necesitan de Díaz y Sumar para su estrategia de renovar un mandato que a priori parece difícil, pero que hace unas semanas era lisa y llanamente utópico. La coalición con el Psoe es defendida por  referentes de Sumar como el modo de impedir que la ultraderecha se instale en el poder y España retroceda 40 o 50 años en materia de libertades y derechos civiles y sociales.

Feijóo y el PP declaran que apuestan a una mayoría propia y reclaman un “voto útil” que no los obligue a buscar alianzas. El dirigente gallego pregona que va a “abolir el Sanchismo”, defenestrando el estilo supuestamente personalista del actual mandatario, al mismo tiempo que se autodefine como hombre de diálogo. Mientras tanto, el abanderado del PP elude conjeturar sobre un eventual pacto con Vox por temor a espantar votos de sectores de derecha moderados que no comulgan con los dichos y hechos de Abascal y su gente. Lo cierto es que el PP y Vox ya han pactado para llegar al gobierno en determinadas comunidades y municipios, más allá de diferencias que eligieron diferir en aras del poder.

En el último debate de candidatos, al que faltó Feijóo, tanto Sánchez como Díaz centraron sus dardos sobre Abascal y lo que significaría que la ultraderecha llegue por primera vez formalmente al poder desde el regreso de la democracia en España, hace casi 48 años.

Rompecabezas proyectados. La difusión de encuestas está prohibida en España cinco días antes de la fecha de los comicios. El jueves se conoció en The Adelaide Review, sitio donde se puede eludir la veda, como en El Periòdic d’Andorra, un sondeo del Gabinet d’Estudis Socials i Opinió Pública (Gesop). Allí, el PP tenía una intención de voto del 32%, frente a un 29% del Psoe. Tercero aparecía Sumar, con 14%, y cuarto Vox, con el 13.

Más allá de los porcentajes, la asignación de bancas que proyectaba esta encuesta era de 130 a 134 para el PP; 109 a 114 para el Psoe; 36 a 40 para Sumar y también para Vox. Más atrás aparecían con 8 a 9 bancas los independentistas catalanes de Esquerra Republicana y 7 a 8 escaños para Junts. Otras fuerzas regionales de la España peninsular e insular sumarían en total entre 15 a 20 bancas en este rompecabezas donde Sánchez y Feijóo buscarán las piezas necesarias que les permitan llegar al número mágico de 176, la mitad más uno en el Congreso de Diputados.

Si ninguno de ellos logra esa mayoría por sí mismos o con ayuda, puede abrirse otra instancia, en la que el actual gobierno seguiría en funciones y propiciaría un nuevo llamado a elecciones. Sería un caso complejo, pero no sería la primera vez. De hecho, algunos titulares de diarios españoles señalaron ayer las dudas que se avizoran en torno a la gobernabilidad del país, más allá de favoritos o batacazos.

Palabras y gestos. “Hemos venido de menos a más. Se nota que la España progresista está despertando”, dijo el viernes Sánchez, al tiempo que prometió mantener crecimiento económico, servicios públicos, acceso a la vivienda y pensiones, además de proponer transporte público gratuito para niños y estudiantes de hasta 24 años.

Feijóo empleó parte de sus últimas comparecencias ante la prensa para negar (con escaso éxito) vínculos que mantuvo años atrás con un narcotraficante, Marcial Dorado. Esta semana se reflotaron fotos en las que el titular del PP aparecía en un yate junto al traficante condenado años después. Las fotos, de 1995, salieron a luz en el diario El País en 2013, cuando Feijóo ya presidía la Xunta de Galicia. En su afán de despegarse de aquel vínculo o minimizarlo, Feijóo dijo que por entonces Dorado era solo un contrabandista de cigarrillos. Se verá hoy si pesan esos actos fallidos en los apoyos de quien centró sus promesas en una reforma fiscal, el desalojo de okupas y la reinstauración de delito de sedición.

Mucho más radicalizados, Abascal y Vox no disimularon su intención de ir a fondo contra leyes de Violencia de género, de Aborto o Eutanasia. Prometieron eliminar el Ministerio de Igualdad y derogar la reforma laboral de Yolanda Díaz.

A su vez, la abanderada de Sumar reiteró su propuesta de bajar la desocupación del 13 al 7 por ciento, reducir la jornada laboral de 37,5 a 32 horas semanales y crear un impuesto permanente a las grandes fortunas.

Aupada por representantes del mundo de la cultura y con el cineasta Pedro Almodóvar a su lado, Díaz sentenció: “Este domingo se define la próxima década”.