“Los dueños de Vicentin no son Heidi”. La frase corresponde a uno de los pocos funcionarios provinciales que se refirió a la polémica en torno a Vicentin luego de que la Nación anunciara la intervención de la empresa ubicada en el norte de la provincia de Santa Fe. Y pinta de qué manera se van a acomodar las fichas en el PJ provincial que entró en una especie de trampa, tal como lo definió un opositor: “para donde corran, quedan encerrados en las críticas. Del campo o de Alberto (Fernández)”.
Es por ello que en El Panal, sobre el final de la semana quisieron correrse de la agenda nacional que hoy involucra al presidente con el sector agrario y autorizaron las reuniones familiares para descomprimir. A pesar de los brotes en barrios Remedios de Escalada y Villa El Libertador, el gobernador Juan Schiaretti ya había decidido liberar las reuniones sociales hasta 10 personas, cuando se especulaba con que este anuncio esperaría un fin de semana más.
Ahora, observando a la distancia lo que ocurre entre la cerealera y la Nación, la estrategia del oficialismo provincial incluye hermetismo hasta el final -bien de ADN schiarettista- y aguardar que las críticas se posen en el manejo que los dueños hicieron de la empresa en tiempos del macrismo. Hay un sector de Hacemos por Córdoba que considera que el gobernador aguardará el impacto mediático en el campo cordobés, aunque insiste entre sus íntimos en que esto no tiene nada que ver con la Resolución 125 y el conflicto del kirchnerismo con el campo en 2008.
Es por ello que esperará cómo se mueve la opinión pública cordobesa y qué sucede en el interior. Porque, así como hay poco margen para distanciarse de Nación en lo político, el escenario no es el ideal para alejarse del campo en lo económico: los meses de recaudación a la baja, no incluyó al campo ya que fue buena la respuesta en el inmobiliario rural.
Aliado estratégico. En el Centro Cívico reconocen al campo como un respaldo fundamental en todo este tiempo. Aunque insisten con que el sector fue retribuido en todo momento.
Y a pesar de reconocer que la agenda mediática de la expropiación la está ganando Cambiemos, saben que no es el camino correcto y es por eso que tratarán de impulsar un diálogo que incluya una posición intermedia.
También será fundamental el desempeño de algunos dirigentes schiarettistas como el ministro de Agricultura, Sergio Busso, o incluso el propio Carlos Gutiérrez, jefe del bloque schiarettista en Diputados y con un pasado por la cartera agraria en 2008 durante el conflicto K con el campo.
“Los dos tienen buena relación con las entidades, se movieron muy bien siempre y se le cumplió al sector con lo que pidieron en la Legislatura en su momento”, señaló un schiarettista a PERFIL CORDOBA.
Desde el campo, también despegan de las críticas al PJ cordobés, y aunque lo observan, apuntan el foco de las críticas a la Nación.
El schiarettismo duro cree que esto ocurre porque no hay ningún opositor que los contenga; tanto en Nación como en la provincia. De hecho, insisten con que las preocupaciones vienen más por el lado de los médicos que por alguien del campo. Por ahora.
Factor Río Cuarto. El schiarettismo tiene cuatro diputados de buen diálogo con el oficialismo nacional desde diciembre: Gutiérrez, Alejandra Vigo, Paulo Cassinerio y Claudia Márquez. Del póker cordobés, dos son de Río Cuarto -Gutiérrez y Márquez-, distrito en el que se vota a intendente el próximo 27 de septiembre.
Y esto es lo que están observando con preocupación desde el peronismo a la hora de pensar en retener el Imperio del Sur con Juan Manuel Llamosas.
En Nación también tomaron nota de esto. Por lo que se baraja que en el regreso de las capitales alternas como política del albertismo, el relanzamiento sea desde el sur provincial y en una posible foto de peronismo unido.
Todos caminos que allanan el respaldo de Schiaretti en el Congreso a la avanzada a Vicentin que impulsa la Nación.
Un respaldo de peso. En Casa Rosada respetan la autonomía del schiarettismo y saben que sumar al cordobés al espacio no será en condición de absorbido sino de socio. “Sabemos que si ‘el Gringo’ se suma va a ser el gobernador más importante a la hora de pensar en aliados y que no llega para terminar pidiendo permiso por un lugar debajo del paraguas”, sintetizó una fuente nacional.
Lanzada la cruzada por Vicentin, los aliados provinciales de Alberto F. para tener una buena sintonía con el campo son el santafesino Omar Perotti, el pampeano Sergio Ziliotto y el propio Schiaretti. Pero, en Córdoba se suma otro alfil con buen diálogo con el peronismo en todas sus formas: Roberto Urquía, el poderoso empresario dueño de AGD (Aceitera General Deheza) y exsenador del kirchnerismo en 2008.
“El poder de lobby de Urquía puede cambiar el foco y la mirada del campo sobre Vicentin. Aparte, entra porque sabe que le conviene más la empresa en manos del Estado que en propiedad de (José Luis) Manzano”, lanzó una fuente a este diario.