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OPINIÓN

Las urgencias del ‘Plan Cosecha’ de Milei

Sobre el escenario agroeconómico nacional impactan una serie de factores financieros, climáticos y sociales que serán clave para determinar el éxito de este nuevo Gobierno en su primer año.

mileirosada04-02-2024
MILEI. “Todos los mecanismos están hoy jugando para que no se despierte la híper y perder el control del barco”, dice el autor de la nota. | CEDOC PERFIL

Con el primer mes del año ya en el bolsillo, el 2024 se proyecta cargado de conflictos en múltiples frentes en la relación entre el agro y el gobierno: el tipo de cambio oficial, las condiciones climáticas actuales bajo la presencia de El Niño, los precios internacionales de la soja y el maíz, el desempeño del gobierno de Javier Milei, el impacto del plan financiero y económico de Luis Caputo, la implementación de la ley ómnibus y, lo más importante, la tolerancia del ciudadano asalariado.

Para comenzar, hablar de tipo de cambio oficial refleja una política monetaria y económica muy similar a la llevada por el exministro de Economía Sergio Massa. Con el agravante de la pisada sobre la tasa de interés ofrecida por el mercado en general y el mercado financiero en particular, y el crawling-peg, que apenas anticipa el reacomodamiento a la suba del 2 por ciento mensual del tipo de cambio.

Estamos viviendo el “Plan Cosecha” que no dista mucho del anterior “Plan Platita” o “Plan Soja”. Antes, con Massa, se utilizaban altas tasas de interés y Leliqs y ahora con Caputo pretenden usar al Bopreal (en sus distintas versiones) pisando las tasas. Misma fórmula, distintas variables.

Con estas diferencias, el Gobierno apunta a contener la inflación y alistarnos para una eventual dolarización. Pero todavía el Gobierno no sabe cómo abordar los pasivos remunerados. Recién estamos viendo el primer capítulo de la primera temporada.

Al pisar la tasa de interés, Caputo pretende evitar la multiplicación de pesos que se daba con Massa. El riesgo subyacente es la presión alcista de los dólares financieros. Para frenar esta presión alcista, la fijación del crawling-peg al dos por ciento pretende enviar una señal de corto plazo al mercado que el dólar oficial no se moverá. Sin embargo, no hay que perder de vista la brecha entre el oficial y los financieros, MEP y contado con liquidación.

En criollo: se pretende sincerar la economía con la billetera vacía, falta de inversión privada y escasez de oferta laboral. En este escenario es muy difícil que el gobierno de Milei cumpla su promesa electoral más célebre: dolarizar.

Que no se despierte la híper . El “Plan Cosecha” supone un pasito hacia esa meta final pero lo cierto es que le faltan varios más. Primero, sinceramiento de precios relativos, luego tratar de controlar la inflación, después acumular reservas para cumplimientos de pagos, al mismo tiempo que atraer dólares con el blanqueo. Además, el Gobierno debe controlar la brecha para que el productor tenga incentivos de vender su cosecha y reducir los gastos del Estado. Todos los mecanismos están hoy jugando para que no se despierte la híper y perder el control del barco.

En este contexto, en el agro se esperan buenos rindes para la cosecha gruesa luego de tres años de castigo de la sequía. El 2023 fue el peor de las últimas cuatro décadas. Pero debemos tener en cuenta un viejo y conocido problema: el productor vende a valor dólar oficial menos las retenciones y el Estado luego imprime billetes para pagarle al productor.

Pisando el dólar oficial y reteniendo, el Gobierno se queda nuevamente con la diferencia. Nada más distorsivo. Milei lo sabe y dice que está en contra, pero no tiene alternativa. Si no lo hace así, el “Plan Cosecha” fallará.

En definitiva, hay emisión directa -y también indirecta con los bonos en todos sus sabores- y se incrementarán las arcas. El mecanismo sigue empobreciendo al productor.

En este escenario, “El Niño” está haciendo lo suyo. Se demoró unos 50 días desde que la temperatura del océano Pacífico estuvo por encima del promedio, hasta que nuestras zonas productivas recibieron las típicas lluvias generalizadas y abundantes, características de este fenómeno.

El productor esperó a sembrar con agua en el perfil y se perdieron importantes horas de sol.  Finalizando enero y entrando febrero los cultivos están sufriendo la ola de calor de los últimos días y los deseos de una cosecha récord se están desvaneciendo.

De todas maneras, no existe el año perfecto para el agro. Se espera una buena cosecha, pero desgraciadamente tenemos los precios internacionales a la baja.

En contrapartida, los rumores de “La Niña” en puerta pretenden asustar a los operadores internacionales para que no se desplomen los precios futuros, de la soja en particular.

El escenario actual marca que el mercado financiero está totalmente regulado, el gasoil liberado y la cadena agroalimenticia atada con alambre (dólar oficial controlado, precios en góndolas volando por los aires).

El Gobierno necesita implementar la ley ómnibus cuanto antes para remendar este berenjenal y evitar que la crisis se traduzca en un clima social marcado por desesperanza, aunque estamos cerca.

Mientras tanto, el productor sigue pagando los platos rotos: El Estado parasita recursos originados por el agro concentrándolos en la “city” para luego repartirlos discrecionalmente e intentar contener la ineficiencia productiva tras 40 años de socialismo. El campo también tiene un límite.

Estamos en una carrera contra el reloj. Tenemos petróleo y gas, litio y minerales, suelo y tecnología agroindustrial y una gran capacidad de trabajo. Tiempo es lo que nos falta.

(*) Director de la Maestría en Agronegocios de la Universidad Blas Pascal.