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CóRDOBA
CARLA DOGLIANI

"Todos mis personajes son antihéroes, los compongo desde la debilidad"

La licenciada y profesora en artes escénicas saltó a la fama a través de su personaje La Bicho, que nació como una broma hace 15 años y la llevó a girar por distintos escenarios del país. Recientemente galardonada con el Premio Jerónimo Luis de Cabrera, sus días se reparten entre la radio, la producción y composición de personajes y la escritura.

Carla Dogliani
DOGLIANI. La actriz, productora y humorista se prepara para actuar por primera vez en el Quality, para más de mil personas. | Fino Pizarro

Tenía nueve años cuando empezó a estudiar teatro y abrazó el oficio que la ha llevado a recorrer distintos escenarios nacionales e internacionales.

Cuando era estudiante escribía obras para niños y las vendía a través de una página chilena.

Estudió clown nueve años en Espacio Cirulaxia; fue curadora y directora –junto a Agustín Bazán– de Microteatro Córdoba, y escribe relatos urbanos que ‘suelta’ en su Instagram, acompañando siempre alguna foto.

A semanas de hacer su mayor escenario en el Quality, Carla Dogliani dialogó con PERFIL CÓRDOBA sobre el quehacer artístico, su ida a México para “ser nadie” y el humor más allá de La Bicho.

—¿En qué estás hoy?
—De lunes a viernes de 15 a 17 estoy en Radio Jaja con ‘Hacé lo que quieras’. En teatro estoy de gira con ‘Sexo a gusto’, ahí estoy como actriz, directora y productora, haciendo cuatro personajes, más la improvisación con la sexóloga María Eugenia Bazán Quiroga. En paralelo, estoy con el unipersonal de La Bicho girando por el interior.

—¿Cómo es ser una mujer humorista en una ciudad como Córdoba?
—Lo pienso mucho porque en realidad por ser mujer no se me abrieron ni se me cerraron puertas. Sí, en el hecho de ser artista y sobre todo humorista, hay puertas que tal vez no se abren de una manera convencional. Esta es tierra de humoristas y es difícil llegar a algunos escenarios por el prejuicio o la base de humoristas conocidos que ya hay. Para hacerme conocida desde el humor, tuve que ir por colectora en vez de ir por autopista, digamos; pero no fue imposible.

—¿El humor es ‘tierra de hombres’?
—Era. Como muchas cosas que eran y ya no son. Tal vez era así porque no nos animábamos. Yo abrí mis propias puertas y hubo gente que me apoyó muchísimo, como el Flaco Pailos, que sigue siendo mi mentor, o Mario Pereyra, que también me apoyó desde un lugar genuino. Y creo que faltan más mujeres pero hay muchísimo talento en Córdoba. Tenemos una variedad de humor hermoso, hace falta animarse a salir y no quedarse esperando porque nadie te va a buscar. A mí nadie me buscó, yo llegué por insistidora, como el cuento (se ríe).

—Estás con La Bicho desde hace 15 años, ¿cómo es esa simbiosis?
—Nos nutrimos de una manera preciosa. Yo le debo la vida, no sólo en lo económico o en lo profesional; en lo emocional me ha llevado a lugares impensados y a conocerme a mí desde un lugar hermoso. La Bicho me empodera, me nutre, pero sigo siendo yo. A veces, frente a determinadas situaciones, pienso qué haría La Bicho.

—Has pasado por el teatro clásico, experimental, clown, ¿dónde te sentís más cómoda?
—En el clown. De hecho, La Bicho es un clown sin nariz y la mayoría de mis personajes tienen algo de clown. Yo compongo a todos mis personajes desde la debilidad, todos son antihéroes que luego se transforman en héroes, que es un poco el lema del clown: transformar la debilidad en fortaleza. Este lema me ha ayudado mucho en general, hasta en mi paso por el cine y las series.

—¿Qué hiciste en cine?
—Una serie para HBO, en México. Eran poquitos los capítulos en los que participé pero fue una experiencia hermosa porque manejan niveles de producción muy distintos. Y fue todo un desafío la composición del personaje; yo vengo del teatro en donde todo lo exteriorizamos pero el cine todo lo interioriza: no se tiene que ver nada pero se tiene que sentir todo. Y acá estuve en ‘Alta mezcla’, con Teo Ciampagna; hice un personaje no tan caracterizado desde el grotesco sino mucho más realista pero con aspectos clownescos. Para mí la debilidad es hermosa porque es tierra fértil. En los momentos más difíciles de mi vida es cuando la creatividad más aflora, como un salvavidas.

—¿Cuándo y por qué te fuiste a México?
—Me fui antes de la pandemia, a ser nadie. Me había salido la posibilidad de grabar un videoclip en Canadá, con unos amigos. Y yo venía masticando mucho el no sentirme cómoda con cómo había explotado La Bicho.

—¿Qué te daba miedo?
—El ritmo, perderme, olvidarme quién soy y cuál es mi motorcito adentro. Me hacía esas preguntas en un ritmo de giras y festivales que no paraba; debo haber hecho 80 festivales en un verano.

—¿Te acordás cuándo hiciste el click?
—Sí. En un festival de humor en Villa María; era telonera de Abel Pintos, una locura porque yo venía del under, de actuar descalza. Me acuerdo que bajé del escenario y tenía un camarín muy grande con un montón de cosas para compartir, pero estaba sola. Y escuchaba afuera el cuerpo de baile, unos chicos sentados en el cordón de la vereda, tomando una coca, riéndose, todos juntos. Y sentí que quería volver a vivir eso. Mi abuela me decía siempre: nunca te olvides de jugar. Y me dí cuenta que me había olvidado de jugar. Ese día le dije a mi manager que me iba. Ya había surgido lo de Canadá y de ahí me fui a México.

—¿Por qué a México?
— Sabía que allá había muchas posibilidades para los actores. Contacté con una agencia y me contrataron pero cuando llegué me pasaron un link donde posteaban castings y yo tenía que presentarme. Llamaban a las siete de la mañana, yo llegaba a las cuatro y tenía el número doscientos. Era muy fuerte porque yo acá era La Bicho y allá, nadie. Pero estuvo buenísimo eso. Yo había llevado ahorros, me los comí y empecé a vender hamburguesas veganas, con eso me mantuve un año y medio. A los seis meses apareció la serie de HBO.

—¿Y por qué volviste?
—Yo venía a hacer temporada acá, porque tenía trabajo, y vivía allá de lo que hacía en la temporada, hasta que no funcionó más.

—¿Cuáles han sido tus influencias o referencias a lo largo de tu carrera?
—Mi abuela, principalmente. A los cuatro años me ponía a escuchar a Lola Flores, me hacía leer libros, jugábamos. Mis papás también, me llevaban al teatro desde chica. Y referentes artísticos: miraba a Antonio Gasalla, amaba a Juana Molina y me fascinaba ver cómo se divertía Alberto Olmedo.

—¿Qué sentiste la primera vez que te subiste a un escenario?
—Dos minutos antes de salir sentía que no tenía idea qué iba a hacer. Me sigue pasando. Pero cuando salgo, no me quiero bajar más. Es adictivo.
 

La Bicho

LA BICHO. "Me ha llevado a lugares impensados y a conocerme a mi desde un lugar hermoso", confiesa cuando se le pregunta sobre su personaje.