CORONAVIRUS
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Salir de la cuarentena sin morir en el intento

Algunas medidas a considerar para que esta victoria contra la pandemia no sea transitoria

516 millones de alumnos en casa: con Argentina, ya son 73 los países sin clases
"Al sistema educativo le está costando enfrentar a la epidemia, con miles de alumnos en riesgo de perder el año lectivo. | AFP

Más allá de la oportuna implementación de una cuarentena que ha permitido evitar el pico de contagios que experimentaron otros países, la sociedad está empezando a sospechar que esta victoria transitoria se está consiguiendo a costa de un gran sacrificio con consecuencias más dolorosas que las que se han querido evitar.

Al sistema educativo le está costando enfrentar a la epidemia, con miles de alumnos en riesgo de perder el año lectivo. Por el lado de la economía, el panorama no podría ser más sombrío, con comercios, profesionales y empresas que día a día van cerrando sus puertas, en muchos casos para siempre. Sin empresas, la economía no produce, y sin producción, tarde o temprano llega el hambre.

Pero nos queda la cuarentena. Una batalla que, como con las invasiones inglesas, también se pelea en cada casa, sólo que en este caso no se usa aceite hirviendo sino lavandina, jabón y tapabocas caseros. 

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En este terreno, según parece, estaríamos ganando, pero hay dudas de su efectividad a largo plazo.

Una cuarentena perfecta es impracticable. Siempre habrá gente que deba movilizarse por razones de servicio, y cuando cada una de esas personas regrese a sus casas, podría llevar el virus, iniciando una vez más el ciclo de contagio.

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Hay seis ejes sobre los que habría que trabajar de manera simultánea: el mantenimiento de las medidas de distanciamiento social y empleo obligatorio de máscaras, la implementación de estrictas rutinas de higiene en espacios públicos o de uso común, el aislamiento riguroso de los vulnerables, la rápida identificación y tratamiento de los nuevos infectados, el despliegue de un sistema de rastreo de contactos con infectados y la clara identificación y libre circulación de los inmunes.

Es imprescindible cambiar la metodología de trabajo, testeando cada caso sospechoso, considerando a cada nuevo infectado como un “paciente cero” y con un sistema de rastreo que vaya tras aquellos que podrían haber estado en contacto con este.

Con medicina, capacidad de rastreo, responsabilidad ciudadana, protocolos de higiene y apertura responsable de la economía, podremos ganar esta batalla.

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Todo esto es factible, pero se necesitarán recursos. En este sentido se podría considerar la implementación de un empréstito patriótico, algo así como un “bono de guerra” que deban suscribir aquellos que tengan más que perder en esta crisis. En definitiva, lo que estoy proponiendo es una inversión en nuestro propio futuro.

Implementar todo esto va a ser caro, incómodo y pondrá a prueba a muchos modelos de negocio, pero la otra opción es la muerte, física o económica.

Si seguimos encerrados por varios meses, puede que el coronavirus muera de aburrimiento, pero tal vez terminemos como el general Pirro, rey de Epiro, exclamando: “otra victoria como ésta y estaremos perdidos”.

*Director ejecutivo del Instituto Lebensohn.