CORONAVIRUS
Nuevo pacto social

Cuarentena extensa y normas contra el desarrollo

Hoy el país se encuentra peor que hace dieciseis años porque con la pandemia no se contemplaron las consecuencias económicas.

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negocios cerrados de barrio | Juan Ferrari

Hace dieciséis años, en febrero de 2004, escribí un artículo titulado Normas contra el desarrollo que se publicó en La Nación. Allí me refería al dictado de normas que generaban inseguridad jurídica, desincentivaban inversiones e impedían el crecimiento. Normas que premiaron a los deudores y castigaron a los que cumplieron. Premiaron a bancos y castigaron a ahorristas.

El cuidado de la salud no resulta suficiente fundamento si no es considerado el impacto interdisciplinario (económico, psicológico, social, tecnológico, jurídico) que genera una norma en la población a la que regula

Dieciséis años después, nos encontramos mucho más atrasados que en ese entonces. Las normas dictadas en el marco de la pandemia de coronavirus no contemplaron las consecuencias económicas que generaron. Adolecen en su génesis de un análisis interdisciplinario e incentivos que produjeron en los agentes que actúan en nuestra sociedad.

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El cuidado de la salud no resulta suficiente fundamento si no es considerado el impacto interdisciplinario (económico, psicológico, social, tecnológico, jurídico) que genera una norma en la población a la que regula. Se legisla en contra de la subsistencia de empresas y trabajadores, aunque el discurso defienda sus derechos. Los despidos sin causa son considerados nulos, violando la estabilidad impropia consagrada en nuestra Constitución Nacional. Sin embargo, sin trabajo, sin producción y sin consumo, no hay ayuda estatal o prohibición de quebrar que frene un masivo cierre de empresas. Leyes posibles de cumplir e impuestos posibles de pagar son pilares del crecimiento. Premiar a quien trabaja y no al que no trabaja. Premiar a quien cumple y no al “vivo” que no cumple, esperando la próxima moratoria a la que accede en cuotas y menor monto en dólares. Crecimiento es igual a generar condiciones de inversión en educación, tecnología, creación de empleo y ampliar la frontera de posibilidades de producción. El secreto está en dictar normas que generen los incentivos correctos, nada más.

Las normas dictadas en el marco de la pandemia no contemplaron las consecuencias económicas que generaron

Los poderes del estado deben convocar a especialistas en cada materia: leyes, contabilidad, impuestos, economistas, psicólogos, sociólogos, informáticos. Conocemos la calle y qué ocurre en las empresas. Podemos aportar. La extensa cuarentena generó una discusión que ya aburrió y no condujo a nada. La certeza es que así nos estrellamos.

¿Cómo salimos? A través de un compromiso de todos los sectores. La celebración de un nuevo pacto social, en el que el trabajo y el esfuerzo sean la bandera y se traspase a las próximas generaciones. De verdad. Sin discursos. Con el ejemplo de cada uno. Sin buscar el beneficio propio, la viveza criolla, la politiquería barata y no claudicar como sociedad ante grupos que impiden los cambios en pos de su beneficio personal o sectorial, intentando que las normas no contemplen las situaciones reales que existen en nuestra sociedad y permitan su desarrollo. Si no logramos esto último, estaremos condenados al fracaso como país, como sociedad y sellaremos el destino de nuestras futuras generaciones.

*Abogado especialista en derecho económico y estructuras patrimoniales.