Hace cinco años, escuchábamos hablar por primera vez de Laudato Si', la encíclica del Papa Francisco dedicada al cuidado de la “casa común”. Si bien, el documento concibe la naturaleza como eje de la vida humana y constituye un llamamiento integral para que ecología y sociedad se vuelvan elementos inseparables, nunca imaginamos el valor que tomaría este mensaje en el contexto actual que vivimos. La búsqueda de la justicia y de una mayor equidad entre las personas hoy toma otra envergadura y nos obliga como sociedad a replantearnos cómo volveremos y cuáles serán nuestros objetivos después de la pandemia. Hoy, Laudato si' es una invitación a pensar en la esencia de nuestro ser y la relación con el planeta, reconociendo la urgencia del desafío colectivo en materia ambiental.
La Argentina y el mundo transitan un presente de grandes retos que nos llaman a la reflexión en muchos aspectos. La agenda está marcada por la crisis sanitaria global y se puso de manifiesto el estrecho vínculo entre la degradación ambiental y las enfermedades. También se evidenció que lo que pasa en un lugar del planeta puede impactar en otro, que cuando atentamos contra los ecosistemas y la biodiversidad, estas acciones tienen consecuencias. Por eso el Papa Francisco habla de la “casa común”, porque nos afecta a todos, independientemente de dónde esté localizado el daño.
Tenemos que salir adelante luego de la pandemia, pero no podemos hacerlo a cualquier precio ni tampoco podemos hacerlo solos. Debemos generar un nuevo contrato con la ciudadanía, solidario, que refleje la sostenibilidad económica, social y ambiental, con el eje puesto en el cuidado de nuestra casa común y con las personas en el centro.
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La Argentina necesita una política ambiental activa, que promueva una transición justa hacia un modelo de desarrollo sostenible, de consumo responsable y de valoración de sus recursos naturales. Debemos empezar a revisar nuestros métodos de producción, “la cultura del descarte” a la que se refiere Francisco, la cultura del consumo innecesario que tiende a agotar la naturaleza.
Sabemos que esto requiere el fortalecimiento del rol del Estado nacional y la articulación con las provincias, las que tienen la potestad sobre sus recursos naturales para la elaboración de políticas ambientales con carácter federal que persigan metas de desarrollo sostenible.
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Tenemos la oportunidad de demostrar que estamos a la altura de nuestro tiempo. Nuestro compromiso es hacer un esfuerzo para no comprometer el futuro de las próximas generaciones y reducir el impacto de nuestra actividad en el planeta sin que nadie quede atrás. Repensar nuestras prácticas, tanto las individuales como las colectivas, va en sintonía con ese llamamiento de Laudato si´, en el que se afirma que el planteo ecológico debe ser siempre un planteo ético y social.
Porque la viabilidad económica y la social no está garantizada sin la sostenibilidad ambiental, reafirmemos, a cinco años del imperioso mensaje de la encíclica, que la acción por nuestra casa.común es de todos y es ahora.
*Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación.