CULTURA
17 de noviembre

A Lola Mora le debemos las Nereidas, el cine color y el primer subte porteño

La escultora que “se disputan” Salta y Tucumán se perfilaba como un talento internacional, pero prefirió quedarse en Argentina. Fue la protegida de Julio Argentino Roca, la creadora de los primeros desnudos en mármol y una inventora rompecorazones.

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vida y obra de Lola Mora | Archivo General de la Nación-cultura.gob.ar.

El 17 de noviembre, pero de 1866 nació Lola Mora, tal como se conoció a Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández, la escultora argentina que se destacó en espacios donde la mujer de su época era excluida. Llegó a ser una de las artistas más halagadas y discutidas de los últimos años del siglo XIX y comienzos del siglo XX. 

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Su casa natal puede visitarse en El Tala (Departamento La Candelaria), en Salta.

Aunque nació el 17 de noviembre de 1866 no hay mayores precisiones ya que Salta y Tucumán se disputan su natalicio. Para los salteños, la vivienda que se encuentra en El Tala, Departamento La Candelaria, es  su “casa natal”. Para los tucumanos, Lola Mora nació en el norte de su provincia, muy cerca de la frontera con Salta. Su padre, que era estanciero, la hizo bautizar en Tucumán y Lola Mora se presentaba a sí misma como tucumana. 

En homenaje a Lola Mora, cada año se celebra al Día Nacional del Escultor y las Artes Plásticas, el 17 de noviembre.

A pesar de su adolescencia trágica por la repentina muerte de sus padres, Lola Mora logró sacarle provecho a sus primeros pasos en el arte. Mientras estudiaba retrato y dibujo con Santiago Falcucci, pintor y dibujante italiano radicado en Tucumán,  y luego del éxito local tras presentar unos retratos en carbonillas de los gobernadores tucumanos obtuvo, a través del Gobierno Nacional, una beca para perfeccionar sus conocimientos en la pintura y se fue a Italia. 

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Como artista plástica comenzó en la pintura y en Roma, viró hacia la escultura.

Allí, un encuentro con el escultor Giulio Monteverde, considerado el nuevo Miguel Ángel, la motivó a cambiar el dibujo por la escultura, llevando con gran éxito también esta rama del arte. Allí nació su fuerte influencia del Renacimiento, que luego fue evolucionando hacia el “brutalismo” de Auguste Rodin, con quien trató de trazarse algún paralelo artístico.

 

Lola Mora y Las Nereidas

Al regresar a Buenos Aires, trajo los primeros segmentos de su obra cumbre, Las Nereidas, que concretó años más tarde por encargo del Estado Nacional. Esta obra pensaba emplazarse en la emblemática Plaza de Mayo frente a la Catedral Metropolitana, en 1903. 

Sin embargo, las figuras desnudas trabajadas arduamente por Lola Mora y un equipo en escandalizaron la moral de la época que no creía que fueran dignas de tal zona. 

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Una mujer que desafió su época.

 

Finalmente, la obra que representa a Las Nereidas asistiendo al nacimiento de Venus encontró su destino en la Costanera Sur sobre la Av. Dr. Tristán Achával Rodríguez 1401. 

Su proximidad y cercanía con el ex presidente Julio Argentino Roca le permitió acceder a varios encargos oficiales que desparecieron con el fallecimiento de Roca, en 1914.

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"El eco".

Sin su padrino, el arte de Lola Mora cayó en desgracia y los detractores políticos del artífice de las Campañas al Desierto, la defenestraron.  

En 1915 el Congreso de la Nación debatió el valor de sus obras. El entonces diputado Luis Agote afirmó que: "No demuestran nuestra cultura ni nuestro buen gusto artístico", las llamó de “adefesios” y logró que el reciento votara su retiro de los espacios públicos. Fue entonces cuando de distribuyeron en varias provincias.

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Lola Mora, una "privilegiada" en el círculo íntimo de Julio Argentino Roca

Las obras de Lola Mora se extienden a lo largo y ancho del territorio argentino. Sus grandes esculturas son representación de la fuerza transgresora y su particular estilo personal que la llevó a la grandeza. Desde Buenos Aires, Córdoba, San Juan, Salta, Santa Fe, Corrientes hasta llegar a Jujuy, las obras de esta importante escultora cuentan parte de la historia de un país que en ocasiones ni siquiera supo valorarla, calificando e incluso retirando, en 1921, sus esculturas ubicadas en el Palacio del Congreso por “razones de estética”

Dolores Candelaria Mora fue una mujer única en su época, que, más allá de su éxito, buscaba enaltecer, a través de sus obras, a la mujer libre, bella y desnuda, sin importar que esto resultara inmoral para la época. De hecho, Lola Mora de quien se decía que era bisexual y que incluso había estado casada con una mujer, se casó con un empleado del Congreso de la Nación, Luis Hernández Otero, cuando ella tenía 42 años y él, 25. Duraron cinco años.

 

Lola Mora, el cine y el primer subterráneo

Aunque la escultura la hizo famosa, Lola Mora fue una mujer emprendedora, imaginativa e inventó varias cosas que patentó: un artefacto para hacer exploración minera, un proyector de cine que, en vez de utilizar la pantalla, proyectaba las imágenes en una columna de vapor; el cine a color, a partir de emulsiones oleosas sobre el celuloide de la película, proyectó incluso el trazado de calles en Jujuy y el Primer Proyecto de Subterráneo y Galería Subfluvial de Argentina, que estaba pensado para la capital federal. 

En vida, le ofrecieron hacer una escultura de la Reina Victoria en Melbourne y otra del zar Alejandro I en San Petersburgo, pero el requisito de ese salto internacional requería sacar la ciudadanía británica, y se negó. 
 
Hoy, el Día del Escultor y Artista Plástico es solo un pequeño homenaje en comparación a la inmensidad de sus obras.

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Su imagen más difundida, en el atelier.

En San Miguel de Tucumán pueden verse el Monumento a Juan Bautista Alberdi, la Estatua de la Libertad y los bajorrelieves de la Casa de la Independencia. En Jujuy, las estatuas "El Trabajo, "La Justicia", "El Progreso", "La Paz" y "La Libertad". La Plaza Alsina, en Avellaneda, exhibe el monumento a Nicolás Avellaneda. En San Juan está el Monumento a Francisco Narciso Laprida y en Salta, las obras La Batalla de Salta y la estatua del Dr. Facundo Zuviría, en el Parque San Martín.

El mito popular dice que, en los días de lluvia, Lola Mora solía salir a cubrir sus esculturas para que “no tomaran frío” y que aún hoy, por la noche, su espíritu camina por la Costanera Sur secando afanosamente los rostros y los brazos de sus criaturas de mármol de Carrara.