Se cumplen cien años del nacimiento de Pier Paolo Pasolini (PPP), poeta, guionista, actor, director, escritor, dramaturgo, pintor, novelista, lingüista, traductor y ensayista. Vale decir, un polímata de las artes, u homo universalis, como Leonardo Da Vinci; un hombre sabio cuya autoridad intelectual enfrentó a una sociedad italiana consagrada al consumo desenfrenado de posguerra sin que nada importara, menos el pasado, el dolor del pasado. El párrafo siguiente pertenece a Caro Pier Paolo, de Dacia Maraini (publicado en italiano en marzo pasado), cuya reciente traducción a nuestra lengua lanzó la editorial española Galaxia Gutenberg como Querido Pier Paolo: “Querido Pier Paolo, tengo en mente una hermosa fotografía tuya, solo como siempre, caminando, no tal vez corriendo sobre los baches de Sabaudia, con el viento que te hace revolotear un abrigo ligero sobre tus piernas. El serio, pensativo rostro, tus ojos se iluminaron. Tu cuerpo expresaba algo resuelto y doloroso. Eras tú, en toda tu terrible soledad y profundidad de pensamiento. Aquí te imagino, ahora así, corriendo sobre las dunas de un cielo que ya no te es hostil”.
La autora, amiga y colaboradora de PPP, redactó una serie de cartas que no solo evocan al amigo asesinado el 2 de noviembre de 1975 en la playa de Ostia, cercana a Roma, sino que además reconstruyen la trama de vínculos, discusiones y anécdotas en torno a viajes e inquietudes intelectuales comunes. Dice la autora que se le apareció el amigo en un sueño, rodeado por sus técnicos en el set de filmación, quería filmar. Los mismos le pedían a ella que lo disuadiera de eso: es que está muerto. Esa aparición fue el detonante y la epístola hacia el ausente resultó el recurso literario. Pero allí también su poesía, el pensamiento y las estrategias para oponerse a la hipocresía de la sociedad italiana.
Otro aspecto es el biográfico. La relación con Alberto Moravia, Maria Callas, Elsa Morante, Laura Betti; los viajes al África y la India; discusiones políticas y culturales, como la llegada de la televisión. La relación simbiótica con su madre, Susanna, hasta el rescate de una civilización campesina arcaica, doblegada a la ideología hedonista-consumista y el tecnocapitalismo que hizo desaparecer hasta las luciérnagas.
En un reportaje para la promoción del libro, Dacia expresó: “Es significativo el poema que tanto escándalo causó en el 68, cuando escribió poniéndose del lado de los policías, contra los estudiantes. Su idea era esta: los niños que protestan son hijos de padres poderosos y ricos y mañana serán parte de la clase dominante, mientras que los policías provienen de familias pobres y siempre tendrán que trabajar arriesgando sus vidas por un salario magro. En cuanto al aborto, se identificó con el hijo rechazado, no pudo ponerse del lado de la mujer ante la tragedia del aborto”.
Las cartas de Dacia subrayan que PPP tenía una estética del cuerpo, política, al punto que: “Tu sinceridad, Pier Paolo, es conmovedora y revela tu lealtad a una cruz a la que te clavaste, y esos terribles clavos siguen ahí para torturar tu carne mientras le pides a un padre todopoderoso un perdón que no llegará”.
Que a los 85 años Dacia Maraini publique un libro invocando a PPP no es un gesto de vanidad ni de búsqueda de reconocimiento. Dacia es una poeta, novelista, dramaturga, ensayista y guionista de cine con una trayectoria intelectual extensa, contundente, consagrada y premiada: Premio Internacional Formentor 1963 por la novela La edad del malestar, Premio Campiello 1990 por la novela La larga vida de Marianna Ucrìa, Premio Strega 1999 por el libro de cuentos Oscuro, Premio Fondazione Campiello a una carrera literaria (2012) y el reconocimiento del Estado con la Gran Cruz de la Orden al Mérito de la República Italiana (1996).
Su intervención en el teatro fue la puerta de entrada al cine, donde también se destacó. En la década del 60 participó en la fundación del Teatro del Porcospino, donde se representan obras de dramaturgos italianos contemporáneos. Ya enrolada en el feminismo, en 1973 fundó y gestionó junto a varias mujeres el Teatro della Maddalena. Ese año, su novela Memorie di una ladra llegó al cine como Teresa, la ladrona, con Monica Vitti como protagonista, dirigida por Carlo Di Palma. Al año siguiente elaboró, junto a PPP, el guion de Las mil y una noches. También colaboró con otros directores, incluyendo a Margarethe von Trotta.
Tal vez este libro es una evolución de otro que publicó Maraini en 2011, La grande festa, donde recordaba su relación con intelectuales en diálogos imaginarios, incluyendo a PPP y a Alberto Moravia, quien fue su pareja entre 1962 y 1978.