Diciembre de 1975. Una Argentina sumergida en el caos económico y la violencia política vivía sus horas más agónicas. Mientras el país se preparaba para las fiestas, en las bases aéreas de Morón y Aeroparque se gestaba un movimiento que, aunque fallido en su objetivo inmediato de derrocar a la entonces presidenta Isabel Martínez de Perón, terminaría siendo el "ensayo general" para la tragedia que sobrevendría apenas tres meses después.

La sublevación de los "Nacionalistas"
El 18 de diciembre de 1975, un sector de la Fuerza Aérea liderado por el brigadier Jesús Orlando Capellini se alzó en armas. Bajo el nombre de "Comando Cóndor Azul" y con un marcado tinte nacionalista y ultracatólico, los rebeldes exigían la destitución inmediata de la presidenta y la instauración de una junta militar.
A diferencia del golpe coordinado que vendría en marzo de 1976, este fue un movimiento impulsivo y sectorial. Los amotinados lograron capturar al comandante en jefe de la Fuerza Aérea, el brigadier general Héctor Fautario, quien era visto por los sectores más duros del Ejército como un obstáculo por su renuencia a participar en un quiebre institucional.
Cuatro días de tensión y el rol de Videla
Durante cuatro días, el país contuvo el aliento. Aviones de combate sobrevolaron la ciudad de Buenos Aires y se llegó a bombardear la pista de Aeroparque para evitar movimientos leales al gobierno. Sin embargo, el Ejército, liderado por Jorge Rafael Videla, y la Armada, bajo el mando de Emilio Massera, decidieron no acompañar la asonada.
No fue un gesto de lealtad constitucional. Por el contrario, fue un cálculo estratégico frío:
Aislamiento: Videla consideraba que el golpe debía ser una operación conjunta y no un arrebato de un solo arma.
Desgaste: Los altos mandos preferían que el gobierno de Isabel se siguiera despedazando por el peso de la inflación y la crisis social, asegurando que la opinión pública "clamara" por orden.
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Limpieza interna: El levantamiento sirvió para desplazar a Fautario, el último jefe militar que sostenía una postura de respeto formal a la investidura presidencial.
El camino despejado
El 22 de diciembre, tras negociaciones mediadas por la Iglesia, Capellini y sus hombres se rindieron. Aparentemente, el gobierno había sobrevivido. Sin embargo, la victoria de Isabel Perón fue pírrica.
El resultado real del "Cóndor Azul" no fue la estabilidad, sino el reemplazo de Fautario por el brigadier Orlando Agosti. Con Agosti al mando de la Fuerza Aérea, la tríada Videla-Massera-Agosti quedó consolidada. El triunvirato que ejecutaría el golpe del 24 de marzo de 1976 ya estaba formado.
"El levantamiento de Capellini no fue un fracaso para los golpistas; fue la pieza que faltaba para alinear a las tres fuerzas en un plan de asalto total al poder".