CULTURA
Efecto coronavirus

Arte, mercado y exhibiciones: ¿cómo se reconfigura el nuevo escenario?

El mercado del arte busca superar los obstáculos por la pandemia global. Ventas en pantalla y ferias virtuales. Galería de fotos

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"La última cena", notable obra del gran Leonardo da Vinci. | Dominic Robinson y Sotheby’s Press Office

V. M. siempre espléndida. Incrustadas las lentejuelas negras en la falda corta, blusa mostaza, hombros desnudos, cabello ensortijado con los tintes del azabache, incorpora en apenas unos instante tres copas de champán en la sangre (bodega del sponsor principal); dispensa una sonrisa vaporosa por todo el ambiente que la venera como a un tótem. No es artista, tampoco galerista; ni crítica ni especialista, acaso una compradora menor, ocasional, de arte envasado. Pero claro, está donde debe: en la inauguración de la nueva exposición del artista de moda, cerca de la galerista, del crítico y de la especialista.

Con la caída del meteorito Sars-CoV-2, la cadena de montaje simplemente se detuvo. No más cócteles, no más inauguraciones, no más ferias, no más faldas cortas ni trajes italianos. No más. Cabe esperar entonces saber cómo se reconfigurará el ecosistema cultural del arte cuando sean removidos los escombros.

Pero el arte es mercado, y por tal debe rápidamente buscar variantes, no tan solo esperar soluciones mesiánicas. Lo vimos con ArteBa -para el mercado global, un molusco en un peñasco-, que supo replicar lo que –básicamente- hicieran los tanques como Art Basel (debía celebrarse en Hong Kong), o Art Cologne. Lo sabemos de memoria: Las ferias se han consagrado como el cordón umbilical de las galerías.

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Sepultadas las experiencias online torpes como VIP Art Fair, orquestada en 2011, el segmento de galerías y compradores parece haber encontrado en el entramado digital un refugio momentáneo para el virus, con salas de visualización en pantalla que permiten amplificar la llegada al público en general y, desde luego, seducir al potencial comprador con herramientas que brindan exposición de obras en realidad aumentada o en 360°.

Si bien los montos que se manejan en los esquemas de subastas remotas son modestos en relación a las cifras convencionales del universo anterior (difícil superen los cinco millones de dólares, cuando por lo general son cientos de millones los que se ponen en juego en una tardecita de manos levantadas), tanto en Christie's y Sotheby´s como en Phillips, las expectativas se mantienen; sus ventas en pantalla se han duplicado.

¿Pero qué hay de las texturas, del movimiento elástico que subyace de los componentes materiales que hacen a la obra? ¿Qué fue de la luz? El mundo digital no reemplaza la experiencia del arte en vivo, desde luego, pero cuando el contacto es prohibición, el paliativo digital florece.

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Como sea. Más allá de lo concerniente al mercado de remates, las exhibiciones en museos y galerías en sus plataformas virtuales se propagan como reguero de pólvora. Como los bailarines del Ballet de San Petersburgo, el recorrido virtual por el Reina Sofía, o David Hockney bosquejando en su tableta, los hacedores del sector buscan administrar la creatividad en superficies que se agotan en las posibilidades mismas del dispositivo.

Hoy se conmemora el Día Mundial del Arte. La fecha se instituyó en 2012 por la Asociación Internacional del Arte en homenaje a Leonardo da Vinci y su nacimiento. Tantas son las preguntas que llenaríamos páginas enteras con ellas, sin obtener respuesta alguna. ¿Volverán las ferias con público presente? ¿Tiene sentido que muestras costosísimas circulen por el mundo libre para ser exhibidas? ¿Se acabará el champán? ¿El trajecito o vestidito del cóctel? ¿A qué dedicará V. M. su tiempo libre?