Felipe Pigna presentó su primera novela Conspiración en Londres anclada en una misión: buscar un rey borbón para el Río de la Plata, una idea descabellada que, además, debía ser llevada adelante por Manuel Belgrano y Bernardino Rivadavia, dos personajes que no tenían precisamente la mejor relación.
Manuel Belgrano, estaba atravesando uno de sus peores momentos tras las derrotas en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma. Abandonado a su suerte y lejos de la gloria, estaba a merced de lo que sobre su persona decidieran quienes detentaban el poder.

Ante él se presentó un callejón sin salida, o aceptaba la cárcel o se sumaba a una misión a ciegas en el Viejo Continente. Eligió la misión, pero no había advertido que su compañero de viaje sería el siempre ambiguo Bernardino Rivadavia.
Juntos emprenden un viaje que se iniciaría en una Río de Janeiro imperial y seguiría en el Londres de la Regencia, tendría que lidiar a sol y a sombra con Lord Strangford, Manuel de Sarratea, el bufonesco conde Domingo Cabarrús y toda una serie de personajes inescrupulosos, individualistas, artífices de las más oscuras intrigas.
En ese terreno donde los aliados son endebles, en un contexto intento de restauración monárquica clásica, estos dos enviados desde el sur del sur intentan, por vía diplomática, conseguir que lo logrado no se pierda.
“La idea de un viaje de dos que se odian, de dos adversarios políticos que tienen que emprender viaje juntos ya me parecía que era un inicio interesante del relato”, contó Pigna a PERFIL, en relación con el porqué aventurarse a la ficción.
“El paso por Río Janeiro, que era una capital imperial donde se había mudado el imperio portugués y todo lo que implicaba ese Río de Janeiro en ese momento y la traición de Alvear que los sorprende estando ahí, la idea de los viajes marinos tan largos, de 50 días, de 40 días y ese Londres que me fascina, es Londres del 1815 que es el Londres de Lord Byron, de las prefeministas, un momento donde había muchas sociedades secretas, mucho espía y conspiración”, esos son algunos de los ingredientes que apunta el autor que hacen a esta historia tan curiosa. “El año 15 es el año definitivo de la caída de Napoleón, del Congreso de Viena y fue el año previo a nuestra independencia”, destacó.
Revolución y restauración y revolución
Con el avance de Napoleón sobre Europa, comienzan a gestarse las independencias en las colonias, ya que las monarquías estaban siendo destituidas, sin embargo, esa realidad no es duradera. Tras la caída definitiva de Bonaparte, los reyes recuperan su poder y se inicia una oleada ultraconservadora.
Es entonces cuando los protagonistas de la historia de Pigna deben improvisar sin tener información actual sobre lo que sucede en el mapa, porque las comunicaciones llegaban tarde o no llegaban.

“Tanto a Belgrano como a Rivadavia los vengo trabajando mucho y me daba la sensación de que los conocía lo suficiente como para permitirme algunos diálogos que fueran los más certeros posibles, cercanos a la realidad”; explicó el historiador. “Me interesó construir ciertos soliloquios como el que inicia el libro que empieza con lo que estaba pensando Belgrano que era una persona tremendamente autocrítica y explorar cómo aborda la derrota, una derrota que podía ser perfectamente definitiva”, contó el escritor.
Lo que Pigna destaca es la humanidad y la sensibilidad de Belgrano que llega a querer salvar en diferentes oportunidades a Rivadavia, se hace evidente la “compasión”, en palabras del escritor.
“La historia no tiene que preocuparse por la corrección política”
–El libro se llama Conspiración en Londres, ¿usted cree que la conspiración es el pecado original de la política?
–Sí, de alguna manera hay un estado conspirativo que se va dando. En la estrategia hay un poco de conspiración, desde cómo nos vamos a preparar para defendernos de tal cosa o qué vamos a hacer frente a tal otra o si vamos a hacer algo disruptivo que sorprenda todos.
–Este origen conspirativo presenta al otro como un enemigo.
–Sí, eso es lamentable y hace mucho daño, porque no hay posibilidad de diálogo, todo queda impregnado por la pertenencia política, entonces no se puede hablar, no se puede discutir con una persona que tenga alguna diferencia. Y también esta idea de vivir pensando que todo es una conspiración es una vida muy desgraciada y muy limitada. Creo que hay que poner la conspiración donde está la conspiración, pero vivir todo el tiempo pensando en términos de conspiraciones, es poco recomendable, me parece.
–En tu próximo trabajo te vas a acercar a un capítulo histórico donde la rivalidad llegó a las situaciones más cruentas, te vas a abocar a la última dictadura militar de Argentina.
–Sí, exactamente, pero no un registro de novela, sino un ensayo. Es un trabajo integral donde yo trabajo presidencia por presidencia tomando los mismos items en cada una de ellas arrancando con Cámpora porque me parece muy importante la previa al golpe. Porque siempre se dice “la historia completa” y yo creo que la historia completa arranca en el 73. Es necesario abordar lo que pasó antes del golpe para entender qué pasó ahí, nunca justificar. Siempre digo que en historia es muy diferente entender que justificar, ¿no? El nazismo se puede entender perfectamente, de ahí a justificarlo hay años luz y acá lo mismo. Entonces, preguntar qué nos pasó, qué pasó antes, qué elementos que se dan entre el 73 y 76 implican una ruptura o una continuidad. La historia no tiene que preocuparse por la corrección política. Hay cosas que a algunos le van a molestar, pero hay que contarlas, como la triple A, la guerrilla, la inflación, tantas cosas que pasaron en ese periodo, que fueron dañando de alguna manera el vínculo de la sociedad con la política.
–Y Felipe vos como historiador, como persona del mundo sociopolítico en general, ¿cómo te sentís? ¿Con esperanza, con pesimismo sobre la humanidad, sobre la Argentina?
–Solía ser muy optimista, pero bueno, es un momento muy sombrío de la humanidad, sin duda, es un momento de resurgimiento de ideologías totalitarias, de descalificaciones, de persecuciones, de violencias de género, que no lo veo solamente en Argentina, se ve en Estados Unidos, en Italia, muchos países donde gobierna la ultraderecha o la ultraderecha tienen un peso fuerte en la oposición, como el caso de España, por ejemplo. Es una época sombría de la humanidad donde cuesta tener esperanza. Está siempre la duda de cuánto soporta una sociedad una situación así, cuánto soporta una sociedad a un presidente que insulta todos los días, que amenaza todos los días, estoy hablando de Milei, estoy hablando de Trump, gente que usa el poder de una manera completamente antidemocrática. Así que quizás la esperanza está en cómo va a reaccionar la gente frente a eso, no estoy hablando de una revuelta, sino de hasta dónde tolera en los medios lógicos y democráticos una situación como esta que se sale de los marcos democráticos clásicos.