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mitologias del mundo pop

El otro yo de James Bond

Personaje casi en la misma medida que su más famosa creación, un libro reciente explora la vida del padre del espía más famoso del mundo, el británico Ian Fleming (1908-1964), para dar cuenta de algunos de los misterios y detalles de la creación del personaje y los escenarios que configuraron algunos de los paisajes más señeros del siglo XX.

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Hacia fines del pasado año, mientras se estrenaba la vigesimocuarta película del agente 007, Spectre, se distribuía en lengua inglesa un libro sobre el creador de James Bond: Ian Fleming. A personal Memoir, de Robert Harling. Lo interesante es que está escrito por un amigo de Fleming durante casi treinta años, espía y novelista como él (además de diseñador gráfico y editor), e incluido como personaje en Operación Trueno (1961) y La espía que me amó (1962). Harling, fallecido en 2008, escribió estas memorias hace más de 15 años, pero no quiso publicarlas en vida y recién la familia dio su autorización. Con prólogo del historiador Fiona MacCarthy, la obra se presenta como el relato de una larga amistad, aunque finalmente el encanto mundano de Fleming deja lugar a una figura trágica y misógina caracterizada por episodios de depresión y problemas de salud.

Según Harling, pasó varios inviernos en Goldeneye –la casa de Jamaica de Fleming donde escribió todas las novelas sobre 007–, en un lugar que llamaban Golden Clouds, aunque Fleming decía que el nombre de la casa lo había tomado de la Operación Goldeneye, un asunto de espionaje que consistió en abortar la invasión nazi a Gribraltar a través de España en el que había participado como parte de la inteligencia naval británica. Durante los años 50, Goldeneye fue sede de reuniones de viejos espías, como Harling, que acudían invitados en la Navidad de cada año. Después de la guerra, Fleming se hizo periodista en el Times y Harling, editor de la revista House and Garden. Fue él, en todo caso, quien obsequió a Fleming el libro Birds of the West Indies (1936) del ornitólogo James Bond, que había investigado unas 400 especies de pájaros  y que daría nombre al mítico agente 007 de la Agencia de Inteligencia Exterior del Reino Unido o M16.

Los rasgos de personalidad del Bond imaginario, sin embargo, provienen de un espía real que Fleming había conocido: el yugoslavo Dusan Popov (doble agente del Servicio de Seguridad del Reino Unido o M15), conocido por el estilo de vida de playboy (mujeres, autos caros, ropa cara, etc.) que llevaba durante la guerra.  En 1947, en un acto informal en el bar del Hotel Ritz de Londres, le fue concedida la Orden del Imperio Británico. Con casi 50 años, contrajo matrimonio con una chica nórdica de tan sólo 19 y se retiró a Cannes, donde murió en 1981. En 1974 publicó unas memorias tituladas Espía-Contraespía.  Una noche, en el Casino de Estoril, Fleming lo vio apostar una fortuna jugando al baccarat, sólo para desorientar a un enemigo, lo que fue usado como base de Casino Royale (1953), la primera novela de Bond, en la que se enfrenta al villano Le Chiffre en una mesa de baccarat. Este Casino aparece en Al servicio secreto de Su Majestad (1969), la sexta entrega de la saga.

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En la realidad, recuerda Harling, Fleming escribió Casino Royale como manera de liberarse de su hijo pequeño y de la reciente boda con Ann Charteris, su amante, a la que había conocido a finales de los años 30, como esposa del barón O’Neill, y con la que Fleming tuvo que casarse luego de que quedó embarazada de él y ella debió divorciarse de su segundo marido, un vizconde. Harling está seguro de que se burló de Ann con el personaje de Honey Ryder –Ursula Andress en El satánico Dr. No, la primera película de Bond estrenada en 1962, que se filmó cerca de Goldeneye–, porque a ella siempre le gustaba buscar caracolas y bucear en bikini en lo que hoy se llama precisamente James Bond Beach. En sus memorias, Harling dice que Casino Royale es una “obra fea”.
 Fumador y bebedor excedido, Fleming murió de un ataque al corazón el 12 de agosto de 1964, a los 56 años.