En el Suplemento Cultura de Diario PERFIL, ofrecemos cada semana "Narcolepsia - Coordenadas para una aproximación a la poesía", y el elegido en esta ocasión es "Hipermanhattan", del chileno Enrique Lihn:
Escrita para otros
la ciudad con sus mendigos imperiosos
y yo el analfabeto
(los hados me caparon del inglés al nacer)
por la Quinta Avenida, este río del viento
filudo de Manhattan
soy un puñado de palabras lectoras
una hoja que lee su paisaje de letras
arrastrada del viento, el azaroso.
Si el paraíso terrenal fuera así
igualmente ilegible
el infierno sería preferible
al ruidoso país que nunca rompe
su silencio, en Babel.
Podría decirse que Enrique Lihn (1929-1988, Santiago de Chile), un poeta admirado por escritores como Roberto Bolaño, abrió un espacio dialógico y superador en medio de una dialéctica que parecía cercarse sobre sí misma, cuyo péndulo oscilaba entre dos figuras opuestas de la poesía chilena: el lirismo de Pablo Neruda y la antipoesía de Nicanor Parra.
Aquello que comenzaba en sus primeros trabajos, convencionalmente líricos, donde el “yo” coincidía con sus poemas, a partir de La pieza oscura (1963) y Poesía de paso (1966) la poesía de Lihn comienza a complejizar su enunciación, y la polifonía de voces hace desaparecer y confundir al enunciador. Básicamente, la poesía y el poeta eran reales, y estaban determinados por un “aquí” y “ahora”, y demás factores socioculturales.
Resultado de esa mezcla, pero además de otras tradiciones, Lihn avanzó hacia lugares antes inexplorados por la poesía chilena. Y lo hizo a partir de la crítica de la modernidad, fruto de un desencantamiento de la miserable casa de su desbarrancada poesía.
Desde 2004 a la fecha, la Universidad Diego Portales viene publicando todos los libros de poesía Lihn. Es el caso de la reciente publicación de A partir de Manhattan (2022), del que presentamos el siguiente poema, “Hipermanhattan”.
Escrito en 1978, gracias a una Beca Guggenheim, el libro −sin duda el más provocador de su producción− traza el recorrido del poeta por los deslucidos lugares del Soho, donde reaparecieron en la escena urbana los “Monstruos de Coney Island”: raros, travestidos y prostitutas que habían sido expulsados hacia los márgenes en los sesenta con motivo de cubrir Times Square de rascacielos.