CULTURA
crítica

Irradiando milagros

Su negligente elegancia, pudorosa y en la mayoría de los casos audaz, equilibrada salvo cuando desbarranca, y cuando desbarranca lo hace como una avezada amazona sin corcel.

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“Como decía Chejov, la vida había pasado, pero la belleza también”. La autora de La dulce existencia, con esta finísima observación, cierra un párrafo de su última novela. Sutil semejanza con el maestro nacido en Taganrog, uno de los pocos escritores rusos cuyos textos, en apariencia, frágiles, no solo han sobrevivido, sino que con el tiempo van cobrando creciente notoriedad.

Milena Busquets, aunque su literatura se torna por momentos dolorosa, nunca desiste de la ironía, atributo tan poco frecuente. Ser autorreferencial no degrada, sino por el contrario, confiere sentido al todo. Difícil comprender qué hace Busquets o cómo lo hace. Para no hablar de estilo, su obra es, en más de un sentido, una serendipia; meta que algunos escritores creen haber alcanzado, y que tantos lectores, aún los más exquisitos, pretenden encontrar en autores que prefieren. Una ilusión, diría Busquets, quien se limita a usar ropas simples, aunque ella luce negligentemente elegante.

Tal vez ese sea su logro al narrar: su negligente elegancia, producto de una naturaleza cerril y a la vez refinada, pudorosa y en la mayoría de los casos audaz, equilibrada salvo cuando desbarranca, y cuando desbarranca lo hace como una avezada amazona sin corcel. Cualquiera puede reescribir cada página hasta sacar de esa página, aunque más no sea, una frase memorable. No cualquiera, mejor dicho, poquísimos, son capaces de sobrellevar, libro a libro, párrafos como este: “Que no tengas ganas de vivir no significa que tengas ganas de morir, a veces no somos nosotros los que nos aferramos a la vida, sino ella a nosotros, y entonces la llevamos como un fardo, los padres con hijos muertos se preguntan a cada instante qué hacen aquí…”. Si esto no es literatura de la buena, que alguien me explique qué es: para Milena Busquets acaso sea el techo de sus posibilidades como creadora. Para quienes la leen, no me cabe duda, un uppercut demoledor.

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Y resulta insoslayable la coherencia de Busquets a partir de También esto pasará. Escribir sin narrar (propósito declarado por Mike Wilson en Leñador). ¿El grado cero de la escritura? Me inclino por que no. Más bien la expansión de la escritura al ritmo de las mareas y a la sombra de una madre notable, escritora, editora, significativa y trascendente para la autora, tanto que la lleva a afirmar: “La muerte de mi madre no me quitó las ganas de vivir, pero me quitó el derecho a ser feliz”. Una herida, al menos, su cicatriz.

Viendo a mi esposa ser madre, comprobé cuánta felicidad puede una mujer trasvasar a sus hijos. Muchísima. Milena Busquets lo hace: irradia el milagro de entregarse a amar y a ser amada. Su escritura es ligera, sí, pero a la vez profunda: en este texto comprende toda esa mágica escenografía que ha sido, es y será su vida. Aunque no lo confiese, se perdona a sí misma, y esto irradia ¿qué decir?: una novela que reconcilia al lector consigo mismo.

La dulce existencia

Autora: Milena Busquets

Género: novela

Otras obras de la autora: Gema; También esto pasará; Las palabras justas; Ensayo general; Hombres elegantes y otros artículos; Hoy he conocido a alguien

Editorial: Anagrama, $ 23.900