En julio próximo se cumplen cien años de cuando T. E. Lawrence dejó su puesto en el Colonial Office para concluir la escritura de Los siete pilares de la sabiduría que, una vez publicado, lo convertiría en un personaje incómodo para el gobierno británico. Tal vez lo mismo ocurrirá con el gobierno francés y Jean-Luc Martínez (director del Museo del Louvre entre 2013 y 2021), actual embajador del Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, a cargo de la cooperación internacional en materia de patrimonio cultural. Y la incomodidad no proviene de una publicación histórica, sino de una investigación judicial: el pasado miércoles, Martínez fue imputado por lavado de dinero y conspiración para ocultar el origen de tesoros arqueológicos robados de Egipto en el caos de la Primavera Árabe, revuelta que comenzó en diciembre de 2010.
El funcionario, luego de un interrogatorio de tres días a cargo de la oficina francesa contra el tráfico de obras de arte (OCBC), recuperó la libertad de manera condicional.
Las piezas involucradas fueron adquiridas por el Louvre Abu Dabi, cuyas compras requieren la aprobación de una comisión copresidida por el director del Louvre francés, vale decir, el mismísimo Martínez.
En 2019, la Revue d’Egyptologie de la Sociedad de Egiptólogos de Francia, publicó un artículo de Marc Gabolde (Universidad de Montpellier), en el que se destaca la importancia histórica de una estela de granito rosa que representa al faraón Tutankamón y que se vendió al Louvre de los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
En realidad, la investigación se inició en 2018, dos años después de dicha compra que implica otras cuatro obras históricas por un total de 8,5 millones de dólares. Los egiptólogos franceses, opuestos a la concesión del Louvre como una franquicia, señalaron el objeto traficado pero la actividad criminal tiene diversos orígenes y vínculos.
La estafa también involucra al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (Met)
La estafa, que implica la falsificación de los certificados de origen de las piezas arqueológicas, también involucra al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. En 2017 el Met adquirió por 3,5 millones de euros el sarcófago dorado del sacerdote Nedjemankh, que fue incautado por el fiscal de Manhattan, Cyrus Vance, y repatriado a Egipto. Las piezas compradas entre los dos museos sumarían más de 50 millones de euros e involucran, hasta ahora, a tres personajes más: Roben Dib, comerciante de arte germano-libanés, arrestado en París; el francés Christophe Kunicki, experto en arte y procesado en otra causa donde se allanaron las oficinas del Louvre Abu Dabi en la capital francesa, es quien vendió el sarcófago restituido desde Nueva York; y un comerciante de arte egipcio, Habib Tawadros, implicado en todas las transacciones sospechosas. Mientras tanto, está en duda que Martínez termine su informe para el presidente francés sobre la restitución de objetos de colecciones nacionales a países africanos.
Debe destacarse que la Primavera Árabe no implicó ni a Qatar ni a EAU, el primero sede del próximo mundial de fútbol, el segundo dueño del Louvre en Abu Dabi. Justamente, Emmanuel Macron asistió a su inauguración del mismo el 8 de noviembre de 2017 y al día siguiente visitó la base naval francesa Camp Peace en Port Zayed (establecida allí en 2009), desde donde se divisa la imponente cúpula del museo, situado en la isla de Saadiyat (o isla de la felicidad).
Según denuncia Human Rights Watch (hrw.org), en su construcción se utilizó mano de obra esclava proveniente de India, Pakistán, Bangladesh, Sri Lanka, Nepal y Tailandia. Siniestro homenaje a la forma de trabajo utilizada en las pirámides egipcias.