CULTURA
CIFRA RÉCORD

Warhol y un nuevo impulso al mercado del arte

El icónico retrato de Marilyn Monroe, realizado por el famoso artista padre del pop art, fue vendido por 195 millones de dólares. Pero la técnica pictórica de Warhol es puesta en duda por la Corte Suprema de EE.UU.

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OBRA. Arriba, Shot Sage Blue Marilyn, la serigrafía vendida en cifra récord. | cedoc

Cuando en 2017 se subastó el cuadro Salvator Mundi adjudicado, con reparos, a Leonardo da Vinci en una cifra que hoy, actualizada por la inflación reinante en el mercado americano, estaría cerca de 500 millones de dólares, reinó el estupor en el mercado del arte internacional. Luego, al conocerse el comprador, volvió la calma: el príncipe saudí Badr bin Abdulá quien, luego de tal compra, fue designado ministro de Cultura de Arabia Saudita. Un caso único como cliente del arte, irrepetible, sin dudas, capaz de pagar eso y mucho más por una obra de arte, una isla del Mediterráneo o un planeta de nuestro sistema solar.

Reviviendo semejante transacción, a principios de esta semana se vendió por 195 millones de dólares, incluyendo comisiones e impuestos, Shot Sage Blue Marilyn, cuadro de Andy Warhol en una subasta de la afamada casa Christie’s. El precio base era de cien millones y en cuatro minutos se bajó el martillo a favor de un galerista que ofició de intermediario del verdadero comprador, todavía anónimo. Lo que reina ahora es la alegría, el festejo, luego de dos años de pandemia global y una retracción de la actividad en el mercado global del arte. Eso justifica los elogios hacia la obra de Warhol, que la prensa especializada trata de icónica, mordaz, invaluable, y una larga lista de eufemismos para justificar semejante precio. En sí, es la obra más cara de un artista norteamericano del siglo XX, padre del Pop Art, generador de íconos del mercado de consumo americano, quien trabajó entre 1962 y 1987, año de su muerte.

El retrato vendido pertenece a una serie sobre Marilyn, todos a base de una serigrafía desde una foto, luego pintados o intervenidos por el artista. Un método que repetirá con figuras como el líder comunista Mao, Carolina Herrera, Liza Minnelli y Elizabeth Taylor. Más tarde pintará con su estilo cromático autos de carrera de la marca BMW. Si bien la imagen de Marilyn bajo su procedimiento artístico es tan famosa como su valor simbólico en el cine, un experimento imaginario (caro a la ciencia especulativa) daría una opinión crítica un tanto mordaz. Si la reproducción color de esta obra de Warhol se muestra junto a una de La Gioconda, y el auditorio es joven, seguramente alguien dirá ante el valor pagado por la primera: lo estafaron, es una fotocopia coloreada. Vale decir: el arte sobre el consumo repitió el ciclo del consumo sin importar el vehículo estético para que el consumo continúe.

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Pero esta observación imaginaria sobre la técnica de Warhol está en lo que podemos denominar como instancia judicial ejemplar, en un inminente fallo de la Corte Suprema norteamericana sobre derechos de autor. En 2016 muere Prince, The King of Funk, y en la tapa de una revista del grupo Condé Nast utilizan un retrato del músico realizado por Warhol en 1984 en base a una fotografía serigrafiada y pintada. La fotógrafa Lynn Goldsmith presenta una demanda judicial contra la Fundación Warhol, heredera y custodia de su obra, por apropiación sin autorización y uso sin pago de derechos. No prospera la demanda en primera instancia, pero en la apelación se da lugar a que intervenga la Corte Suprema quien, al observar el caso, contradice su propio dictamen sobre el “uso transformador” de 1994, donde admite el uso de la imagen si el resultado final es un nuevo significado y mensaje. Vale decir, un fotógrafo con vida exige resarcimiento a un artista muerto por el uso de su fotografía de otro artista muerto. Todo muy fúnebre e insólito, incluyendo el trágico final de Marilyn Monroe.

Pero lo que no es inocente es el valor que se pagó por esta obra de Warhol. Ocurre en el inicio de la temporada de subastas, augurando un ciclo de compras espectacular, que compite con la explosiva competencia y crecimiento del mercado digital del arte, los NFT, que en los últimos dos años acapararon compras millonarias a nivel global, conjeturando con esto el destino de las vías tradicionales de comercialización, así como la presencia material de las obras de los artistas.

Es que lo fúnebre llegó a los mercados digitales con la caída abrupta de las acciones de empresas tecnológicas junto al derrumbe en el valor de todas las criptomonedas. Coinbase, la plataforma de criptomonedas más importante, informó a la Bolsa de Estados Unidos que “los criptoactivos que mantenemos en custodia de nuestros clientes podrían estar sujetos a procedimientos de quiebra…”, o sea: las criptomonedas no son de los clientes y las pueden usar para pagar deudas. Esto, más las denuncias sobre el uso del arte digital NFT para blanqueo de dinero, justifican el alto valor de una obra de Warhol: es tangible, real, es lo que vale, como siempre…