Marta Minujín era una niña casi adolescente y para sus primeros pasos como artista quería vestir algo cómodo y que pudiera ser su ropa de trabajo. Donde nació, su abuelo Salvador tenía una fábrica textil, "Casa Minujín", que realizaba mamelucos por lo que la ecuación fue sencilla, vestiría esa prenda como trabajadora del arte. Con el tiempo la artista usó diseños diferentes: el overol y sus gafas quedaron ancladas a su imagen icónica.

El pasado martes 24 de septiembre, en su taller –ubicado donde antes funcionaba la fábrica del abuelo- Marta Minujín, una de las artistas más influyentes de los últimos 60 años presentó una cápsula de edición limitada en torno a los mamelucos. La iniciativa es una colaboración con el estudio multidisciplinario con base en Nueva York, Sudestada.

La colección se constituye de overoles, pañuelos y fulares extra grandes con los diseños de tres de sus llamativos collages psicodélicos de finas tiras de tela pintada. Los valores son de USD950/ $ARG 950.000, USD210 / $ARG 210.000 y USD250 / $ARG250.000 respectivamente.
Los overoles están realizados en América Latina en 100% seda, siguiendo los diseños originales de los uniformes de trabajo que su abuelo solía producir en la casa del siglo XIX en el barrio porteño de San Cristóbal. “Vivo con el arte desde los diez años. Si no trabajo o no invento o no hago nada, no existo. Soy un artista en el aire, con el overol puesto vuelo”, sostuvo Marta Minujín.
Marta Minujín es arte
Su estudio rodeado de fotografías de los happenings, encuentros con Andy Warhol, sus esculturas, sus libros, gigantografías de ella vistiendo overol dorado y gafas blancas parecía una invocación de unos sesenta y setenta que hubieran florecido si no hubieran sido arrebatados por la dictadura. Pero tras esa puerta del barrio porteño de San Cristobal, se abría un agujero en el tiempo donde se guardaba esa apertura, eso lúdico, esa creatividad, esos locos del Di Tella, ese arte pop, ese “arte, arte para vivir del arte”.



Luego de unos minutos de contemplación, en ese edificio místico apareció ella, como es en la realidad y en la imaginación; con overol, gafas oscuras, pelo rubio a los hombros, flequillo y sonrisa abundante. Esta cronista se sorprendió ante su aura y ella rápidamente señaló uno de sus cuadros gigantes y dijo: “Esta es mi mejor obra de todos los tiempos”. Se refería a “Pandemia”, una obra constituida por una enormísima cantidad de milimétricas tiritas blancas y negras. “Los puntos representan los muertos de la pandemia”. Y sí, su aspecto lúdico, sus colores no deben confundir, es una persona de su tiempo conectada con los claroscuros de la humanidad. Ese cuadro es una de las estampas elegidas para los overoles.

“Ese que está allá se llama Endemia, tiene verde, hay esperanza, pero también tiene rojo, por las guerras”, describió.
Arte y mundo textil en Marta Minujín
Marta creció rodeada de hilos, sastres y máquinas de coser. Su abuelo, Salvador Minujín, dirigía Casa Minujín, una prestigiosa fábrica de trajes y uniformes de trabajo que colaboraba con reconocidas instituciones nacionales argentinas como el Teatro Colón.

Hace casi 60 años, en el mismo lugar donde se diseñó esta colección cápsula, Marta le solicitó al sastre de su abuelo que le confeccionara un mono con raso dorado para lucir en la presentación de Simultaneidad en Simultaneidad. Su objetivo era modernizar su guardarropa desarrollando prendas en consonancia con su visión artística, que en ese momento se había vuelto pop


Los overoles pronto trascenderían sus orígenes utilitarios y se convirtieron en un lienzo a través del cual podía articular sus ideas, su arte, su historia y su individualidad. Sinónimo de su nombre, hoy son su uniforme de cabecera. En su guardarropas cuenta con más de 50 diseños.
Gi