CULTURA
Bodas de oro

La editorial Corregidor cumple 50 años

Este mes la editorial Corregidor celebra sus primeros cincuenta años de vida. Una empresa familiar de capital nacional que resistió la transnacionalización durante los años 90 y la concentración en la primera década del siglo XXI.

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Manuel Pampín en Librería Premier. | Cedoc Perfil

A inicios de este julio, la editorial Corregidor celebró sus primeros cincuenta años. Como otras, muy pocas, constituye una excepción en el mundo del libro en la Argentina. Es una empresa de capital nacional, que resistió la transnacionalización durante los años 90 y la concentración en la primera década del siglo XXI, y que, contra el viento y la marea de las crisis socioeconómicas, configuró un catálogo de más de 3500 títulos en varias colecciones de narrativa, ensayo académico, ciencias sociales, tango y poesía. No hay biblioteca personal o institucional que no tenga por lo menos un ejemplar de Corregidor, que ha publicado títulos de Clarice Lispector y Ferréz, Macedonio Fernández y Olga Orozco, Juan Carlos Onetti y Haroldo Conti, Eduardo Lalo y Marco Denevi, entre muchos otros. 

Se podría hacer una historia de la lectura, y también de la ampliación de las fronteras de aquello que se considera diversidad en materia bibliográfica, a lo largo de cinco décadas en el país, revisando el catálogo de Corregidor. Su fundador, Manuel Pampín, fue elegido en 2017 “editor del año” en la Feria Internacional del Libro de Buenos, un acto de justicia algo tardío pero merecido por su labor. Nada menos que Jorge Lafforgue publicó una biografía suya, titulada Manuel Pampín. Editor argentino (Colihue). En la actualidad, María Fernanda Pampín se encuentra a cargo de la edición literaria del sello; su hermana Paula, de las áreas de producción y diseño editorial, y Juan oficia como responsable del sector comercial e institucional. El equipo de Corregidor se completa con Norberto Gugliotella, a cargo de la prensa y comunicación. Los tres hermanos Pampín -la hermana mayor dejó la labor editorial hace varios años y desde entonces se dedica a otros quehaceres- dialogaron con Perfil Cultura sobre las bodas de oro del sello y sobre pasado, presente y futuro de la edición, tal como sobrevive en la Argentina en este aciago 2020.

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–¿Cómo los encuentra este aniversario en medio de la pandemia?

Paula Pampín: No es un momento fácil para la industria del libro. No sólo es debido a la pandemia sino también a la crisis que viene atravesando nuestro sector desde los últimos años. A pesar de eso, nos encuentra lanzando importantes novedades editoriales y ampliando nuestra biblioteca digital para que los lectores encuentren nuestros libros allí donde quiera que estén. También estamos fortaleciendo los lazos con las librerías que nos acompañan día a día y con los lectores y lectoras a través de las redes, con quienes tenemos un contacto estrecho. Si bien eso significa un gran esfuerzo, estamos orgullosos del trabajo cotidiano.

¿Qué grandes transformaciones hubo en estos cincuenta años en el mercado editorial y cuáles resta encarar? 

–PP: El mercado editorial, lamentablemente, se concentra cada vez más en los grandes grupos multinacionales; nada que no suceda en otras industrias, por cierto, con los grandes cada vez más grandes y los chicos cada vez más chicos. Sin embargo, en las últimas décadas han surgido innumerables pequeñas editoriales que garantizan la bibliodiversidad y permiten explorar nuevas alternativas. Creemos que el futuro de la buena literatura pasa por aquí; podríamos asegurar que muchos de los nuevos autores surgen de las pequeñas editoriales y luego son cooptados, en algunos casos, por los grandes grupos. El desafío es poder sostenerse a través del tiempo en un país que vive de crisis en crisis. Por eso creemos en la importancia de la implementación de políticas públicas para el sector.

–¿Qué opinión tienen sobre las polémicas desatadas en esta cuarentena en torno al libro entre editores y libreros? ¿Cuál es el futuro de las liberías?

–Juan Pampín: Corregidor entiende que las librerías constituyen un socio fundamental en la cadena de distribución y venta de libros, por eso nos sumamos a la campaña #laslibreríasimportan. La Argentina tiene, gracias al trabajo mancomunado de todo nuestro gremio, hace ya muchos años la ley 25.542, “de protección de la actividad librera”, lo que hace que los libros tengan un precio uniforme en todo el territorio de la República Argentina. Las librerías, al igual que todos nosotros, van a tener que adaptarse a este nuevo paradigma, buscando nuevas formas de encontrarse con el público y yendo a buscarlo a donde este decida ir. 

 

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–¿Cuáles son los diez autores por los que se reconoce a Corregidor?

–PP: A lo largo del tiempo y la construcción del catálogo no han sido siempre los mismos. Hay autores y autoras por las que se reconoce Corregidor históricamente: Alejandra Pizarnik, Haroldo Conti, Alberto Laiseca, Osvaldo Soriano, Olga Orozco, Marco Denevi, pero también todavía Enrique Molina, Alberto Girri, Arturo Jauretche, Macedonio Fernández, Susana Thénon, Juan Carlos Onetti, Clarice Lispector, Eduardo Lalo, Ferréz y Marcial Gala.

–¿Cómo festejan dentro de las circunstancias este aniversario? ¿Con reediciones, nuevas colecciones, lanzamientos digitales? Sobre este último punto, les preguntaría si piensan digitalizar catálogos de colecciones o parte de ellos.

María Fernanda Pampín: Estamos lanzando importantísimas novedades. Acabamos de publicar Candela de Rey Andújar, que estrenará muy pronto su película basada en la novela. Pero no es el único libro llevado al cine. Simone de Eduardo Lalo, ganadora del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, ha comenzado a filmarse este año. También estamos reeditando varios libros de Arturo Jauretche y lanzando nuevas traducciones en la Biblioteca Lispector, ya que simultáneamente celebramos el centenario de su nacimiento, que tendrá lugar en diciembre. Ya salió Felicidad clandestina y además publicamos Cerca del corazón salvaje. En ese contexto reeditaremos toda su obra en un nuevo formato, más atractivo, con el diseño de Ezequiel Cafaro, que hace ya muchos años se ocupa de nuestras tapas. La obra de Susana Thénon en dos tomos (La morada imposible) preparados por María Negroni y Ana María Barrenechea es parte de estos festejos ya que hicimos nuevas ediciones. Thénon está siendo traducida a varias lenguas debido a que tiene importantes relecturas, especialmente por parte del movimiento feminista. Todas nuestras novedades se publican en papel y en EPUB y también estamos llevando nuestras colecciones a ese formato.

–¿Por qué la Argentina necesita una ley del libro? ¿Qué cambios produciría un Instituto Nacional del Libro Argentino en el sector? 
–JP: Nuestra industria es una de las áreas de la cultura más importantes en términos económicos y, especialmente, simbólicos. Sin embargo, no ha sido objeto de una política duradera en el tiempo. La falta de una política es una forma de hacer política ¿no es cierto? Eso ha impuesto que el Estado se repliegue y que sea el mercado el que se haga cargo. Y el mercado no siempre regula de manera equilibrada, generalmente beneficia al más fuerte; y ahí es donde el Estado tiene algo qué hacer.
¿Cuál es el “espíritu” de Corregidor y cuáles fueron los best sellers en estas cinco décadas?
MFP: -Nos interesa dar a conocer las expresiones culturales de Latinoamérica. Ese es nuestro espíritu fundamental. Ya sea en literatura, música (tenemos la biblioteca de tango más importante del mundo), teatro, arte amerindio, cine, pensamiento crítico, etcétera. En esto es en lo que nos destacamos. Nuestros libros más vendidos no siempre fueron los mismos a través del tiempo. En el inicio las tiradas eran mucho más amplias que en la actualidad. Han sido best sellers clásicos, por ejemplo, Triste, solitario y final de Osvaldo Soriano o Solo ángeles de Enrique Medina. En la actualidad los autores más vendidos son Arturo Jauretche, Clarice Lispector, Susana Thénon y Eduardo Lalo. 
Por último, ¿cómo se trabaja en una editorial familiar?
PP: -Tomamos las decisiones en conjunto. Partimos de la mirada de cada uno de nosotros, que no siempre es la misma, pero resolvemos en consenso.  Así, cada uno es parte del engranaje y no puede faltar ninguna pieza. Lo mejor de trabajar en familia es la confianza. Lo peor es seguir hablando de los planes para la editorial las veinticuatro horas y hasta en los asados familiares. De algún modo, nos equilibramos y llevamos adelante la tarea.

CP