CULTURA
Reclaman más ayuda

La industria del libro se queja por el retiro del ATP

Convocada por la Fundación El Libro, se realizó este viernes una conferencia de prensa donde las autoridades de las distintas organizaciones que forman parte de la cadena del libro expresaron su preocupación por el estado crítico del sector.

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Barbijos y alcohol gel son obligatorios dentro de las librerías. | Sergio Piemonte

Hoy al mediodía se realizó una conferencia de prensa vía Zoom donde las autoridades de las distintas organizaciones que forman parte de la cadena del libro expresaron su preocupación por el estado del sector. Convocada por la Fundación El Libro, organizadora de la Feria del Libro de Buenos Aires, así como de otras más en conjunto con autoridades municipales y provinciales, la temática general giró en torno a que el sector del libro “se encuentra ante un abismo, luego de varios años en que la producción y venta de libros sufriera una caída del 50%, y a las posteriores consecuencias de la pandemia.”

Participaron representantes de Cámara Argentina del Libro (CAL); Sociedad Argentina de Escritores (SADE); Cámara Argentina de Publicaciones (CAP); Federación Argentina de Librerías, Papelerías y Afines (FALPA); Federación Argentina de la Industria Gráfica (FAIGA) y Sector Libros de la Cámara Española de Comercio (SECRA).

De marzo a estos días, se han modificado las conductas de las personas, por caso, disminuyó la circulación de público en la Ciudad de Buenos Aires, así como en las ciudades del interior del país afectadas por la pandemia, ya por la baja de la actividad de la administración pública, ya por la crisis económica evidente, ya por la escalada de la enfermedad que desató un verdadero temor al contagio que disuade el ingreso a lugares cerrados o el traslado en el transporte público. Esto en cuanto al público en general que puede acceder a una librería, pero también la suspensión de clases presenciales en todos los niveles educativos, desalentó la compra de textos específicos.

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La cadena del libro, que sigue la tradicional secuencia: autor, editorial, industria gráfica, distribución, librería; consta de muchos más actores, en concreto, más trabajadores y empresas vinculadas a la actividad. Oficios especializados como diagramación, diseño, corrección, traducción, impresión, papeleras, tintas, encuadernación, laminados, estiba, logística, libreros y librerías. En este último punto, intervienen muchos más actores, personas físicas, fletes, empresas de envíos al interior y correos privados. Es tan diversa la forma de distribución de los libros que, en una ciudad como Buenos Aires, hace 6 años promocionada como una de las capitales con más librerías del mundo, los ejemplares parecen invisibles. No es que viajan en la noche, como los diarios y revistas, los libros circulan por tantos caminos que resultan imperceptibles.

Detrás de toda esta dinámica, existen miles de familias que, en épocas mejores, conformaron una actividad económica autosuficiente, incluso creciente y próspera. Para percibir cómo la situación actual afecta, por ejemplo, a las librerías, José Roza de FALPA expresó que la caída de ventas y el aumento de los precios en alquileres, produjeron un cierre paulatino de locales. “Hoy ocurre con Edipo en la calle Lavalle, Dr. Jeckyll sobre avenida Corrientes, otra enfrente de esta, y una tradicional en la esquina de Corrientes y Callao: no pueden sostener el valor de los alquileres y van al cierre.” En lo que va del año, las librerías que abren sus puertas venden el 40% de su facturación normal; otras, ubicadas en lugares céntricos y con menos circulación por lo expuesto, apenas el 20%.

La retracción de las publicaciones, primer síntoma para la supervivencia de las editoriales, produjo la pérdida de 6000 puestos de trabajo en blanco en la industria gráfica. Según Juan Carlos Sacco, FAIGA, la situación produjo una retracción de la producción al punto que algunas imprentas que contaban con 150 empleados debieron limitarse a funcionar con 20 ó 30, de acuerdo al volumen de trabajo. 

En el medio, la ruptura de la cadena de pagos, la falta de crédito; o la real dificultad para pagar los créditos tomados al comienzo de la pandemia. Como actividad de riesgo, el medio editorial no tiene un sostén crediticio como los sectores industriales.

Una de las realidades que destacaron las autoridades es que la venta on-line de libros no reemplaza ni por asomo a la venta de los libros físicos en librerías. Apenas es un breve porcentaje de ventas que en nada mejora la situación actual. En las redes sociales, en los últimos meses, había circulado una especie de rumor sobre que este tipo de distribución comercial por internet reemplazaría a las librerías, nada más alejado de la verdad.

Pero el tema final, el que coloca a todos los problemas a flote como los restos de un naufragio, es “que el Estado, que acompañó virtuosamente, apoyando a las empresas y comercios (librerías, editoriales e industrias gráficas) con el pago de una parte importante de los salarios a través de los ATP, ha decidido quitar ese apoyo. Es decir, quitarlo a nuestros trabajadores, lo que resulta, para decirlo con una metáfora médica que está presente en nuestras vidas desde hace meses, sacarnos el respirador.”

Si bien el ministro de Cultura Martín Bauer recibió a las autoridades y se comprometió a trasladar toda esta problemática a la Comisión que decide quiénes reciben el ATP, hasta el día de hoy la cadena del libro queda fuera de esta ayuda. Esto pone en riesgo la supervivencia del libro en Argentina, algo que desde estas páginas venimos advirtiendo: lo único que puede contagiar un libro es saber, de ahí su importancia fundamental; porque eso no es una enfermedad, todo lo contrario, es un gran antídoto.