El Museo Nacional de Arte Decorativo (MNAD) presentó el 11 de noviembre "El fin es el principio", la nueva intervención de la diseñadora e interiorista Laura Orcoyen, referente indiscutida del diseño argentino contemporáneo. Con curaduría de Wustavo Quiroga, la muestra propone un recorrido sensorial y simbólico por los espacios del Palacio Errázuriz, donde lo cotidiano adquiere capas inesperadas de significado. La exposición permanece abierta al público y puede visitarse hasta febrero de 2026.
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“Laura reúne muchos de los valores que promovemos desde el Museo: el cruce entre arte, diseño y oficios; la recuperación de saberes locales y la proyección hacia nuevas formas de habitar lo contemporáneo”, afirma Hugo Pontoriero, director del MNAD. Esa visión guía una propuesta que excede la función de los objetos y despliega un universo donde diseño, filosofía y naturaleza se entrelazan sin fronteras rígidas.

Un recorrido entre lo visible y lo invisible
La intervención se organiza en seis “islas domésticas” —el living, el bar, el comedor, el jardín, el aposento y el vestidor— que reinterpretan escenas cotidianas para explorar la relación entre lo visible y lo invisible. Sobre tarimas circulares, las escenas funcionan como estaciones de un mapa emocional y simbólico del hogar.
Cada ambiente incorpora símbolos alquímicos, signos zodiacales, referencias a la biología, la astrología, la tecnología y frases del filósofo Byung-Chul Han, inscriptas como puntos de reflexión. El diseño aparece aquí como territorio espiritual y poético. “Los rituales tienen sentido. Invito a poner atención en esos gestos cotidianos que construyen vínculo y conciencia”, sostiene Orcoyen.

El cosmos en la vida diaria
El living, concebido como constelación, presenta un sillón oval rodeado de almohadones con los doce signos del zodíaco. En el comedor, las sillas giratorias llevan los símbolos de los planetas visibles desde la Tierra. Ambos espacios incluyen piezas de Elba Bairon —abejas y bacterias— que condensan procesos de regeneración y transformación natural.
El recorrido comienza en el bar, el primer espacio que encuentra el visitante, donde la diseñadora introduce la noción de transmutación con objetos vinculados a la alquimia: destiladores, frascos inspirados en manuscritos y materiales que evocan el pasaje entre estados de la materia. Es el umbral hacia la idea de lo cíclico, eje conceptual de la muestra.

Diálogos con el pasado y con la colección del museo
Uno de los momentos más sobresalientes del recorrido es el diálogo entre "El fin es el principio y el proyecto" La muerte del poeta (1915) de Auguste Rodin, concebido originalmente para el Palacio Errázuriz. En esta exhibición, la obra se resignifica mediante la instalación de Martina Quesada: un ataúd colocado sobre un manto textil y acompañado de una frase inscrita sobre el ciclo de la presencia y la despedida.
La exposición incorpora además trabajos de Leo Batistelli, Esmeralda Escasany, Justo Sánchez Elía y Martina Quesada; una pieza de realidad virtual de Juan Goyret; y acciones performáticas dirigidas por Flor Sánchez Elía y Fran Stella, registradas por Ramón Miquelot. Estas intervenciones activan distintos puntos del recorrido y amplían la experiencia sensorial.
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El viaje interior: aposento y vestidor
El aposento, instalado en el salón dorado del palacio, propone una atmósfera de inmersión y recogimiento. Un tanque de agua con la frase “Los umbrales hablan. Los umbrales transforman”, la escultura de un alga y una cama circular con almohadones inspirados en las fases de la luna estructuran una escena que remite al sueño, la profundidad y la transformación.
En el vestidor, la exposición invita a renacer. Los trajes transparentes de Esmeralda Escasany permiten al visitante “vestirse” de agricultor, guerrero, brujo, apicultor, buzo o samurái. Es un gesto simbólico que marca el cierre —y el inicio— del ciclo: la posibilidad de reinventarse.

Una trayectoria sostenida en el diálogo con la naturaleza
Orcoyen, fundadora del espacio Laura O, sostiene desde hace décadas una práctica de diseño vinculada a la artesanía, la industria nacional y la naturaleza. Junto al arquitecto Pablo Sánchez Elía desarrolló un lenguaje orgánico, flexible y atento al entorno. Esa misma sensibilidad impulsa Porã, la reserva natural que la diseñadora mantiene con su familia en Lima, provincia de Buenos Aires, donde confluyen restauración ambiental, investigación y diseño del paisaje.
En "El fin es el principio", esa mirada ingresa al espacio museístico para proponer que cada objeto —y cada gesto cotidiano— puede volverse un canal hacia lo simbólico y lo espiritual.
La exhibición "El fin es el principio" se presenta en el Museo Nacional de Arte Decorativo, en Av. del Libertador 1902, y permanecerá abierta al público hasta febrero de 2026. Podrá visitarse de miércoles a domingos, de 13 a 19, y cuenta con la curaduría de Wustavo Quiroga.
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