CULTURA
Entrevista a Benjamin Lacombe y Sébastien Pérez

Mundos compartidos

Los franceses Benjamin Lacombe y Sébastien Perez son dos creadores de libros infantiles que, ya sea desde la ilustración o la escritura, han confeccionado un mundo fantástico y reconocible por sus señas particulares.De paso por Buenos Aires, para presentar sus más recientes obras hechas en colaboración, PERFIL dialogó con ellos, para conocer las entrañas de su mundo compartido.

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Benjamin Lacombe y Sébastien Pérez. | Nestor Grassi

Benjamin Lacombe (1982), uno de los más importantes ilustradores europeos del momento, y el escritor Sébastien Perez (1975) son dos autores franceses de libros ilustrados que han venido a la Feria del Libro de Buenos Aires, donde se encontraron con un nutrido público de fans deleitado con los dibujos que Lacombe les hace a modo de dedicatoria. Unas ilustraciones caracterizadas por una enorme carga emocional y cierto aire melancólico, que no son sólo un apoyo visual para el texto, sino que se convierten en el centro de atención.

Ambos comparten la elaboración de muchos trabajos –Genealogía de una bruja, El herbario de las hadas, Frida, El mago de Oz son algunos– publicados por la editorial Edelvives, la misma que editó Las hadas y Las brujas, títulos que forman parte de la “Enciclopedia de seres mágicos” que Lacombe dirige y que vinieron a presentar, junto con una nueva traducción del original danés de La Sirenita, de Hans Christian Andersen. 

Esta versión “lacombiana” incluye un aparato crítico con dos prólogos, varias cartas inéditas del autor y un epílogo, donde se plantea una reivindicación del homoerotismo de Andersen, en contra de la invisibilización que la historia literaria oficial hizo de este dato de su biografía.

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“Libros del pasaje” fue el lugar elegido para la entrevista a los autores de estas obras, que proponen una mirada ampliada a otras tradiciones y que parecen estar dirigidas a los responsables de la transmisión ideológica a las nuevas generaciones.

—¿Para ustedes, a quién está dirigido este género dentro del género infantil que son los libros ilustrados?

Sébastien Perez. Creo que están dirigidos a todos. Cuando uno escribe, tal vez lo que propone son distintos niveles de lectura, pero sus mensajes afectan a todas las generaciones. El libro de las hadas, lo que trata es de la relación de los seres humanos con la naturaleza, de las consecuencias climáticas que hoy estamos viviendo y que habría que poner en conocimiento de los niños, aunque muchos adultos todavía necesitan aprender sobre estos temas.

Benjamin Lacombe. Esta nueva colección se inserta en una continuidad con la colección sobre los cuentos clásicos de Víctor Hugo, Poe o Carroll que hice, porque en realidad, estos personajes pueblan todos los cuentos tradicionales. Lo que quisimos hacer con esta enciclopedia es salir de una visión etnocéntrica y tratar de ofrecer un panorama más global porque estos seres fueron creados por la humanidad para enfrentar distintos problemas. En definitiva, terminan siendo como esos espejos deformantes donde poder encontrarnos y por esa misma razón atraviesan épocas y fronteras.

—¿Qué significan los cuentos de hadas, para ustedes, como adultos y como autores, hoy?

BL. Uno siempre tiene la idea de que un cuento de hadas es algo naïf pero, aunque tienen elementos sobrenaturales, son historias que conllevan una reflexión y que muchas veces fueron elaboradas de una manera dogmática como fue el caso de los hermanos Grimm, con su visión patriarcal y eclesiástica. Lo importante en estos cuentos es tratar de comprenderlos, sobre todo cuando hay un autor que dice cosas de sí mismo, de su tiempo.

—En “Las brujas”, la protagonista, Lana, es una nena solitaria, que juega encerrada en su habitación y que, como el héroe de los relatos tradicionales, tiene una marca en la cara, que es la marca de su distinción. ¿El juego infantil sería como un acto de hechicería, un “abracadabra”, en el sentido de esa capacidad de hacer aparecer un mundo?

BL. Por supuesto, la imaginación es el terreno de los niños, es en esta imaginación sin límites donde estos seres cobran verdadera vida, pero la verdad es que forman un universo muy complejo, porque siempre detrás de las leyendas hay razones. Los Yokais, por ejemplo, esos espíritus del Japón que se pueden enojar si hay una vulneración de la naturaleza, funcionan un poco como alarmas. O estos seres que aparecieron en la Edad Media europea, tan chiquitos que no se ven, pero que tienen la capacidad de entrar en tu cuerpo y matarte, es lo que hoy llamamos microbios. Lo mismo se puede decir sobre los cuentos de Poe. Hace un tiempo, escuché en la radio que se descubrió que el maullido de los gatos tiene la misma frecuencia que el llanto de los bebés. Poe escribe “El gato negro” y en ese cuento, él asimila el llanto de un gato al de un bebé, en una época en que no había ningún estudio sobre esto. La literatura trabaja con intuiciones que también responden a una gran capacidad de observación o quizás se deba a su capacidad anticipatoria.

—¿Cómo fue el proceso de investigación para la escritura de “Las hadas”?

SP. Primero partí de un catálogo propio que tenía sobre las hadas, luego lo organicé por temas (las hadas peligrosas, las benéficas, las que alertan, las que confunden, etc.), y a partir de ahí, el propósito fue no tener una visión eurocéntrica y decidí abrirlo a otras tradiciones.

—Esta edición de “La sirenita”, además de sus bellísimas ilustraciones casi cinematográficas y de ser traducida del danés original, con una Sirenita bastante andrógina que la aleja de la imagen de princesa de Disney, plantea una lectura en clave queer. ¿Considerás que esta sería la lectura legítima de la novela de Andersen?

BL. ¡Oh, no lo creo! En todo caso, es mi lectura, pero es una lectura que se sostiene en una cantidad de elementos que para mí fueron una sorpresa. Yo sabía que había toda una leyenda alrededor de esas cartas, pero hubo que ubicarlas, traducirlas y una vez que aparecieron ya no podíamos hacernos más los tontos, a partir de ahí, la lectura se dirigió hacia ese lugar. Hay muchas otras lecturas de La Sirenita, está la versión de Disney que es hermosa, está la versión de Edmund Dulac, de principios del siglo XX, que cito en mi trabajo. La mía es una lectura sincera, es lo que yo sentí frente a esta historia y lo que sí me enorgullece es haber editado las cartas y haberle dado una voz a Andersen, que pudiera expresar lo que en su época no pudo.

­­—Los cuentos de hadas, con ese potencial de hacer emerger los deseos más profundos y reprimidos, para el estado actual de la lectura ¿son subversivos? Pensaba en la censura a los relatos de Roald Dahl.

BL. Hay una evolución que nos interroga. Por ejemplo, que Disney haga una Sirenita negra me parece interesante, que mi Sirenita sea fluida, indefinida, que exista una cultura que cambia y que esto se le transmita a los niños, muy bien. Lo que es un no total es a la reescritura de los autores ya muertos. Se pueden recontextualizar las obras, de hecho, puede ser un enorme aprendizaje para el público infantil, pero maquillar, sólo para que encaje en lo que queremos que suceda hoy. 

En el fondo, estos personajes son subversivos porque son antisistema. Las hadas, las brujas son seres libres, autónomos y estamos en un momento en que se nos quitan cada vez más libertades, hay palabras que nos están vedadas. En Rusia no se puede decir “guerra”, en China hoy no se puede decir “dictadura”, por ejemplo. Por mi parte, en los próximos contratos, decidí poner una cláusula que prohíba que se reescriban mis textos cuando yo ya no esté.

En esta nueva enciclopedia progresista de seres mágicos, las hadas son seres protectores de la ecología, las brujas, mujeres empoderadas, víctimas de la intolerancia y la Sirenita, un personaje trans. Quizás, en el camino de las buenas intenciones, sus autores pierdan un poco de vista la función que estos personajes tenían en los relatos infantiles, la de elaborar los miedos ancestrales y la relación que estos relatos tenían con los mitos, que convierte a los cuentos de hadas en un mapa de nuestro inconsciente, donde las sirenas serán el símbolo de la fascinación mortífera del deseo y las brujas y ogros, los encargados de enfrentar simbólicamente a sus pequeños lectores con las batallas que deben librar para alcanzar la madurez.

Pero nadie escapa a la época que le tocó vivir y en el primer mundo, la industria editorial, como la del entretenimiento, le impide a sus autores contar historias propias de otra cultura, negra o indígena (y hasta de traducirlas) si no son ellos mismos negros o indígenas, y esto, según Lacombe, “es la negación del proceso creativo. La literatura es la capacidad de ponerse en el lugar del otro” afirma, mientras encuentra una salida elegante frente a la pregunta de si conoce a sus pares de la Argentina. “Cuando me gusta un autor, no miro su pasaporte, sólo me importa su trabajo.”

 

El arte en guerra

Por M.E.V.

Manuel Rud y Lulu Kirschen-baum son los responsables de la editorial Limonero y acaban de recibir el premio a los editores del año en la Filba, el segundo que reciben en un año, porque, uno de sus títulos, Todo lo que pasó antes de que llegaras, de Yael Frankel, obtuvo a comienzos de este mismo año el premio al mejor libro de ficción en la Feria del Libro de Bologna, que ya los había elegido en 2019 como mejor editorial infantil de América Latina. 

Muy contento por el galardón, Rud entiende que los premios sirven para visibilizar su catálogo y a su autores y, así, colaboran también con la difusión del género infantil en general, un rubro relativamente pujante en el contexto de una industria que está a todas luces en crisis. 

Los libros-álbum, con un nivel de elaboración cada vez mayor, a pesar de que son caros, tienen mucha salida en el mercado lo que, según su opinión, se debe a que, en un momento de imperio de las pantallas, el álbum se ha transformado en un espacio de resistencia del libro-objeto: obras que convocan a una experiencia de “lectura lenta” y que parece difícil de reemplazar por una aplicación o un dispositivo. Supone que los progenitores ven en este tipo de libros una herramienta para sacar a los chicos de la TV, cosa que ha marcado muy fuerte la pandemia, cuando aparecieron nuevas editoriales, librerías virtuales y clubes de lectura. 

Encuentra en los últimos años una flexibilidad mayor en las escuelas para incorporar textos no instrumentales, más dirigidos al goce lector y en cuanto a quién llegan, estos libros, reivindica una de las premisas fundantes de la editorial: hacer libros elegidos con cuidado, de gran calidad literaria y gráfica, que no resulten ni exclusivos ni excluyentes. Que así sea.