Antes de ser casi un mito, antes de ser un escritor de moda sin perder, en absoluto, su calidad literaria, Milan Kundera era un importante personaje de la cultura de su país, Checoslovaquia, en tiempos donde a pesar del gobierno comunista, los checos tenían una cultura floreciente, un importante debate de ideas y obras libres que trascendían la llamada cortina de hierro. Así como en los años '80 fue conocido en todo el mundo por su novela "La insoportable levedad del ser", que tuvo su versión en el cine, tambíen en los años '60 en su país se había adaptado "La broma", su primera novela, que también le costó más de un dolor de cabeza.
El escritor que falleció en París a los 94 años, fue un activo protagonista de los años ’60 en Checoslovaquia y en lo que se llamó la “Primavera de Praga”, que terminó con la represión soviética y la invasión de tanques a la capital checa para acabar con las libertades y las reformas que había encarado el secretario general del Partido Comunista de Checoslovaquia Alexander Dubček.
El escritor de “La broma” y de “El libro de los amores ridículos” había pronunciado un encendido discurso ante el congreso de escritores un año antes, en 1967, defendiendo las particularidades de su nacionalidad y de su identidad checa frente a los embates soviéticos, como lo habían soportado en otros siglos por parte de los alemanes.
El discurso, llamado “La literatura y las pequeñas naciones” se publicó en castellano junto a otro discurso, que le da título al libro que este año se publicó por primera vez en castellano, “Un Occidente secuestrado”. Ahí están las claves de su postura política, que le costaría el exilio, la pérdida de su trabajo, de su afiliación al partido comunista y hasta su nacionalidad.
Pero, ¿qué decía ese discurso de Milan Kundera? Aquí, sus frases más destacadas.
“Fue a principios del siglo XX cuando ese fenómeno fue más flagrante, justo cuando un puñado de intelectuales intentaron resucitar primero el checo, esa lengua casi olvidada y después, en la siguiente generación, al ya semiextinto pueblo checo”, evocaba Kundera en aquel discurso. “Sabían que una germanización habría simplificado la vida de los checos, ofreciendo más oportunidades para sus hijos. Sabían también que la pertenencia a una nación más grande confiere un mayor peso a cualquier actividad del espíritu y amplia su alcance”, definía el autor.
“(…) Al no estar más que en sus inicios, la literatura checa tenía un carácter mayoritariamente lírico y no necesitaba para desarrollarse nada más que un tiempo de paz largo e ininterrumpido. Romper en ese momento el crecimiento de una cultura tan frágil, primero con la ocupación y luego con el estalinismo, durante casi un cuarto de siglo, aislarla del resto del mundo, mermar sus múltiples tradiciones interiores y rebajarla al rango de una simple propaganda fue una tragedia que amenazaba con relegar la nación checa una vez más- y esa vez definitivamente a la periferia cultural de Europa”, denunciaba Kundera.
“Es crucial que toda la sociedad checa adquiera plena conciencia del papel esencial que desempeñan su cultura y su literatura. La literatura checa es muy poco aristocrática. Es una literatura plebeya íntimamente vinculada a su amplio público nacional. Ese rasgo constituye su fuerza y su debilidad. Su fuerza residen en su sólido trasfondo, en el que su palabra resuena con ímpetu, sus debilidades, en su insuficiente emancipación, en el nivel de educación y en la amplitud de espíritu, así como en las eventuales manifestaciones de la incultura de la sociedad checa, de las que tan estrechamente depende”, denunciaba.
Murió Kundera, una voz clave de la literatura contemporánea
“Toda represión de una opinión incluyendo la represión brutal de opiniones infundadas, ve en el fondo en contra de la verdad, de esa verdad que sólo se encuentra confrontando opiniones libres e iguales. Cualquier interferencia en las libertades de pensamiento y de expresión- cualesquiera que sean el método y la denominación de esa censura- es un escándalo en el siglo XX, así como un pesado fardo para nuestra literatura, que está en plena efervescencia”.
Fascismo y stalinismo, según Milan Kundera
“En el terreno mágico de la artes, los tormentos se transforman en riqueza creadora. En ese terreno, incluso la amarga experiencia del estalinismo se convierte en una baza, tan grande como paradójica. No me gusta que el fascismo y el comunismo sean equiparados. El fascismo, basado en un antihumanismo desacomplejado, creó una situación relativamente sencilla en el plano moral: habiéndose él mismo presentado como la antítesis de los principios y de las virtudes humanistas, los dejó intactos. En cambio, el estalinismo fue el heredero de un gran movimiento humanista que, a pesar del furor estalinista, pudo conservar muchas de sus posturas, ideas, eslóganes palabras y sueños originales. Ver cómo ese movimiento humanista se transforma en su contrario, arrastrando consigo toda la virtud humana, transformando el amor por la humanidad en crueldad hacia los hombres, el amor por la verdad, en delación, etcétera, es lo que engendra una visión inesperada del fundamento mismo de los valores y de las virtudes humanas”, completaba su denuncia, que le costó el comienzo de la cancelación en aquella Checoslovaquia sometida al stalinismo.
CP / GI