CULTURA
80 años de peronismo

"¡Pe-ro-nistas!": el acto que anticipó al 17 de octubre y un malambo radical para apoyar a Perón

El 12 de julio de 1945 el Comité de Unidad Sindicale de la CGT convocó al primer acto masivo para apoyar a Juan Domingo Perón. Días después, 2.000 radicales zapatearon para sumarse a la ola.

Juan Domingo Perón
Juan Domingo Perón | archivo

Salvo para los especialistas y “peronólogos”, lo que sucedió el 12 de julio de 1945 en el centro de Buenos Aires es un episodio bastante perdido. A la IA, incluso, le cuesta un poco y devuelve algunas generalidades recién en un segundo intento. Pero las fuentes más enfocadas coinciden en que ese fue un día muy importante para la historia del peronismo, que ya había nacido y, a la vez, estaba por nacer definitivamente. Igual que el antiperonismo.

Ese día, el comité de unidad sindical de la Confederación General del Trabajo (CGT) organizó por primera vez un acto de apoyo masivo a Juan Domingo Perón, el vicepresidente y ministro que les había cambiado la vida y el status social a los trabajadores con sus medidas sociales y sus reformas laborales

El antecedente era el acto que se había hecho el 27 de noviembre de 1944 para recordar la creación de la secretaría de Trabajo y Previsión Social, el órgano ejecutor de esas políticas, conducido por el Coronel Perón. Pero en esa jornada no hubo nada de gente comparada con la movilización que tuvo lugar ocho meses después, y que, según reseñas, superó las 200.000 personas.

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Fue una respuesta a lo que había sucedido hacía exactamente un mes, cuando el “círculo rojo” de la época firmó una declaración de guerra política contra Perón, al hacer público el Manifiesto del Comercio y la Industria, firmado por 321 entidades patronales. Un documento que contenía duros cuestionamientos a la política económica y laboral del Gobierno.

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Eran días bravos, los del pico del accionar de Spruille Braden, como "líder" de la oposición. Con su asistencia a los actos partidarios del antiperonismo naciente, el embajador de EE.UU. dejó una marca pese a su escasos cinco meses en el puesto. Y su apellido tuvo un presencia protagónica al extremo en el slogan que llevó al Coronel al triunfo en las elecciones del año siguiente: “Braden o Perón”.

De hecho, Braden y Perón habían tenido su última reunión el 5 de julio, en la que el embajador reclamó concesiones para las líneas aéreas de su país y apuró para que el Gobierno le entregara a EE.UU. los bienes alemanes sobre los que Argentina tenía derecho por haberle declarado la guerra al Eje, el bando derrotado. Fue el famoso encuentro en el que Braden se olvidó el sombrero y unos minutos después Perón descubrió a los empleados de la Casa Rosada pateándolo y jugando al fútbol con él.

El 12 de julio de 1945 y el hombre que "les había dado lo que no les había dado nadie"

¿Cuándo empezó el peronismo? La fecha "acordada" es, obviamente, el 17 de octubre de 1945. cuando las masas exigieron la liberación de Perón, que estaba preso. Algunos señalan una fecha de casi dos años antes, el 27 de noviembre de 1943, cuando se creó la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, el instrumento que tuvo el Coronel para desarrollar las políticas que le dieron el sesgo al movimiento que encabezaría.

Pero otros, entre ellos el historiador Félix Luna, marcaron el 12 de julio de 1945, porque fue el día en que se empezaron a llamar "las cosas por su nombre".

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Más allá de la precisión de la cuenta (los cálculos van desde las 60.000, pasando por los 200 mil y hasta 350.000 personas) hacía muchos años que no se veía en el país un acto político de esas dimensiones y con ese significado. Los participantes se concentraron em Congreso, la plaza San Martín y en esquinas del barrio de Monserrat, para confluir en Diagonal Norte entre Maipú y Florida. Desde ese lugar desfilaron hacia Perú e Hipólito Yrigoyen, donde estaba la Secretaría de Previsión, en la actual Legislatura.

La concentración fue a las 19 horas. Un "mitín" nocturno en pleno invierno. “Compacta, sólida, haciendo gala de un entusiasmo enronquecido que no se veía en las calles desde los tiempos de Yrigoyen, la multitud llevaba algunos cartelones con la inscripción: “Perón Presidente”. Eran todavía una curiosidad: los obreros que llegaban de Berisso, de Lanús y Avellaneda, de San Martín, no pensaban en el problema presidencial. Simplemente sentían que Perón les había dado lo que no les había dado nadie y venían a gritar su apoyo”, cuenta el historiador Félix Luna en El 45.

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Las caras visibles del acto de ese 12 de julio tuvieron discursos duros. “No basta hablar de democracia Una democracia defendida por los capitalistas reaccionarios no la queremos; una democracia que sea un retorno a la oligarquía, no la auspiciaremos”, dijo Manuel Pichel, del gremio mercantil, tesorero de la CGT.

Más contundente todavía fue el dirigente Ángel Borlenghi, líder de los Empleados de Comercio y posterior ministro del Interior de Perón durante los diez años de mandato. “La revolución del 4 de junio, con todos sus errores, está a tiempo para pasar a la historia realizando una obra de justicia social completa. Y en esta materia la clase trabajadora afirma que no tiene por qué tener escrúpulos de carácter constitucional respecto de las facultades del gobierno de facto para dar leyes en beneficio de los trabajadores. Cuando en 1930 se estableció un gobierno de facto, que se entregó amorosamente en brazos de la oligarquía, ¿han venido acaso los constitucionalistas a decir que ese gobierno no tenía funciones legislativas?”, planteó el dirigente de origen socialista.

Los oradores no nombraron a Perón. Pero la multitud tenía claro quién era el hombre. Fue un acto de proclamación popular. Distintas fuentes señalan que esa noche los asistentes cantaron “¡Ni bolches ni fascistas!” (años más tarde retomado como "¡Ni yankis ni marxistas!") y también “¡Ni nazis ni fascistas!”. En ambos casos el estruendoso remate era: “¡Pe-ro-nistas!”.

Las acusaciones de fascismo y el informe de Braden

Aquello de responder sobre las acusaciones de fascismo tenía que ver, principalmente, con que Argentina había demorado en declararle la guerra al Eje derrotado en la Segunda Guerra Mundial. Entonces el señalamiento caía contra el gobierno asumido en 1943 y contra sus líderes, incluido Perón. Meses después, el propio Spruille Braden, con su ciclo ya terminado en Argentina, publicó el famoso “Libro Azul”, con el fin de exponerlo dentro del país y en el mundo. Fue el último capítulo de una batalla que perdió por goleada.

Braden también ser había expresado después del acto de la CGT del 12 de julio. Le bajó el precio a la cantidad de concurrentes y cablegrafió a Washington para decir que había sido "un serio revés" para el gobierno. Agregó que Perón quedaba "con tan poco prestigio" que su situación se hacía "insostenible en al caso de que las fuerzas de la potencial oposición estuvieran en condiciones y con la disposición de de tomar acción positiva". El tono recatado no disimulaba las intenciones.

Opinara lo que opinara el embajador "cowboy" (como lo llamaban los adherentes al vicepresidente), el acto de julio fue el empujón definitivo que necesitaba Perón. El coronel salió esa noche al balcón de su despacho para saludar a la multitud que lo celebraba con carteles que decían "Perón sí, otro no" y "Perón reencarna el alma de San Martín". Los mandó a desconcentrar luego de un breve discurso en el que les pidió que volvieran a sus casas "llevando en sus retinas la imagen de esta democracia en marcha, siempre superior a la cacareada de los que nunca supieron cumplir la verdadera".

Perón con gente
Perón con trabajadores, en la Secretaría de Previsión

Hasta entonces Perón se había mostrado prescindente sobre una posible candidatura cuando llegara la normalización democrática. Pero la calle le hizo sentir que ya no podía quedarse solo con sus decisiones y pensamientos. Lo entendió y redobló sus apariciones. El 19 de julio habló ante la Federación de Obreros de la Alimentación, Dijo: “Ha muerto todo prejuicio burgués y nace una nueva era en el mundo, en la cual han de afirmarse los derechos, las responsabilidades y la intervención de las masas obreras en la solución de los problemas fundamentales”.

El 25 saludó a los nuevos camaristas de la Justicia del Trabajo. El presidente Edelmiro Farrell les había tomado juramento ante la negativa de la Corte Suprema a hacerlo. El 26 de julio habló en la Cámara de Diputados frente a una comisión de mujeres que reclamaba el voto femenino. “Prometo empeñarme para que sea pronto una realidad en Argentina”, les prometió, pero hubo resistencias porque algunos sectores plantearon que sólo valía si llegaba por la vía constitucional. El destino marcó que la fecha iba a coincidir con la que, 7 años después, moriría Eva Perón, la impulsora final del sufragio femenino.

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El 29 de julio Perón habló ante el sindicato ferroviario La Fraternidad: “Hay ciertos hombres que cuentan con todos los recursos necesarios para buscar sutilezas y anular, una a una, toda la justicia que se ha hecho durante nuestra administración. Es cuestión de habilidad. Hay muchos sistemas que sin violencia pueden ir anulando sucesivamente todas las conquistas obtenidas”, lanzó.

Al día siguiente les tocó oír a Perón a los trabajadores de la Asociación Empleados de Molinos Harineros, en un acto en el Teatro Maipo: “Nada de lo que hacemos nosotros está hecho con desinterés: si realizamos una construcción es porque queremos favorecer a alguien en nuestro propio beneficio. Si queremos que no haya fraude, estamos restringiendo la libertad; si queremos terminar una obra, estamos postergando la vuelta a la normalidad; si queremos realizar un programa completo para que nadie pueda en lo futuro mover ninguna de las conquistas alcanzadas por los hombres de trabajo, estamos tratando de perpetuarnos en el gobierno… y lo triste, señores, es que quienes hablan de esa manera son los que nunca hicieron nada, a pesar de haber dicho mucho; y son también los que reclaman libertad, justicia, normalidad, comicios libres”.

2.000 radicales zapateando en el ex Parque Japonés

En el medio de esas apariciones, hubo un acto de apoyo muy especial. Ya en la marcha del 12 de julio muchos asistentes habían vivado a Hipólito Yrigoyen y habían cantado el himno "¡Adelante, radicales!". Pero lo que pasó 12 días después, el 24 de julio, fue tan vistoso como la locación.

Hubo un malambo de 2000 radicales en el Parque de Retiro, el impagable Parque Japonés con el nombre cambiado desde que Argentina le había declarado la guerra al Imperio de oriente.

Desde el centro de atracciones que funcionó hasta 1961 donde hoy está el hotel Sheraton, unos 500 asistentes se desprendieron para marchar hasta el departamento de Posadas entre Callao y Ayacucho, donde Perón vivía con Evita. El Coronel salió a agradecer a la ventana y así quedó sellado el vínculo con el sector que con el nombre U.C.R.- Junta Renovadora se uniría al movimiento.

Ese día el coronel "bendijo" a los manifestantes con unas palabras: "Sois soldados de un gran ciudadano: Hipólito Yrigoyen y de una gran causa: la democracia verdadera". También dijo que sus enemigos eran los mismos que habían sido enemigos de Yrigoyen y agregó: "Los radicales, hombres de sentimientos puros, han de saber reaccionar. Si algunos piden libertad, nosotros también la pedimos y por eso el 4 de junio salimos a defenderla a sablazos. Pero no la libertad del fraude ni tampoco la de asociarse al fraude para disputar minorías arrojadas como un hueso. ¡Ni tampoco la libertad de vender el país ni la de explotar al pueblo trabajador!". Las pintadas con la leyenda "Alem, Yrigoyen, Perón" no tardaron en aparecer.

Semejante oleada de adhesión al hombre que meses después sería Presidente electo de la Nación iban a tener una respuesta fuerte el 19 de septiembre, cuando la oposición juntó una multitud en la Marcha de la Constitución y la Libertad, una movilización desde el Congreso hasta la Recoleta.Ese día faltaban apenas 28 días para la jornada que trastocó un siglo.

Fuentes: El 45, de Félix Luna; Perón, una biografía, de Joseph A. Page; Perón, el hombre del destino, colección dirigida por Enrique Pavón Pereyra; Diario El Orden.

LT