Fábula
Abrumado por el tabaco y la cultura
y convertido en un engaño por su propia clase
estaba esperando la revolución
por la desnuda, terrible acción de los otros en la calle.
Pero detrás de los cristales
a cubierto del viento social donde toda culpa
entra en crisis con sus razones podridas,
resolvió que el cambio acontecía en las pequeñas mutaciones
permanentes del cielo y el polvo,
en el giro de la cuchara en la taza de té,
en las decepciones periódicas del hígado,
en la muerte de papá y de las moscas.
Inventó un poema con todo eso
y el resultado es una estafa a la vieja forma,
una lejanía cada vez más vergonzante
de un nuevo lenguaje que puede estallar en cualquier momento.
De Las condiciones de la época, 1967
Poética
La poesía no nace.
Está allí, al alcance
de toda boca
para ser doblada, repetida, citada
total y textualmente.
Usted, al despertar esta mañana,
vio cosas, aquí y allá,
objetos, por ejemplo.
Sobre su mesa de luz
digamos que vio una lámpara,
una radio portátil, una taza azul.
Vio cada cosa solitaria
y vio su conjunto.
Todo eso ya tenía nombre.
Lo hubiera escrito así.
¿Necesitaba otro lenguaje,
otra mano, otro par de ojos, otra flauta?
No agregue. No distorsione.
No cambie
la música de lugar.
Poesía es lo que se está viendo.
De Señales de una causa personal, 1977
Escuchando el presente
En la plenitud de la noche, el esposo
se vuelve hacia la esposa dormida
cuando en la cerrada oscuridad escucha
el asedio de la antigua aflicción: el tiempo
clavando en la mitad de la almohada
una promesa de aniquilación. Pero ella
está allí, un centro vivo
que no se aísla en su respiración
y que transmite a la materia circundante,
–la pulsación de la sábana, latidos en el aire–
la certeza de un presente amado e inviolable.
Entonces se inclina, se deleita en el instante
y deposita el sufrimiento
en la desolación del futuro.
De Cabeza final, 1991
Nieta en el jardín
Era pequeña en la luz del sol
y del jardín: un gozo en la piel reciente
y en el relámpago de sus aros.
Los árboles creciendo en el horizonte
hacia un porvenir que le pertenecía.
Bajo la pulsación del último verano
el abuelo hacía el amor
en la habitación más profunda de la casa.
Entre milenio y milenio ambos
se habían repartido el tiempo.
De Un arte callado, 2008