Sergio Agüero tiene 14 años, juega en la octava y es la joya de las inferiores de Independiente. Con la 10 en la espalda, deslumbra en cada partido que disputa en el predio de Villa Dominico. Su nombre empieza a circular en el ámbito del fútbol. Hasta que José María Aguilar, flamante presidente de River, levanta el teléfono y juega sus fichas.
Del otro lado de la línea está Eduardo González, el periodista partidario que cubre a Independiente desde hace 40 años. González fue el que llevó al Kun a Independiente. Lo descubrió en una canchita en el barrio Los Eucaliptos, en Quilmes. El pibe tenía nueve años y ya pintaba para crack.
A partir de la gestión para llevarlo a Independiente, González firmó con el padre del Kun, Leonel del Castillo, un contrato por el cual se quedaba con el 50% de la ficha del jugador. La otra mitad se la quedó el empresario Samuel Liberman.
En ese contexto, González recibe el llamado desde Núñez. Aguilar lo invita a almorzar a su despacho, en el Monumental. El presidente del Millonario es pura convicción y amabilidad. Pone en juego todas sus herramientas de seducción, hasta que por fin lo suelta: “Quiero a Agüero en River”.
González se niega. Quiere verlo debutar en Independiente. El pibe ya tiene 14 años, la rompe en octava y si sigue así la Primera no estará demasiado lejos. Pero Aguilar insiste.
Le ofrece a González un trabajo en el club y le promete: “Te olvidás de todos los problemas”. Pero el periodista es inflexible. Entonces Aguilar, resignado, gira la cabeza, mira por la ventana el campo de juego del Monumental y lanza una frase que todavía retumba en la memoria del periodista partidario: “¡Estoy con el rey de los boludos!”.
El contexto en el que apareció la oferta de River no era el mejor para el Kun Agüero. La familia tenía muchas necesidades y el club no ponía un centavo. Sobrevivían con el dinero que aportaban González y Liberman, los dueños del pase del jugador.
Por eso, tanto Sergio como su padre Leonel no descartaban la posibilidad de un pase al Millonario. Si seguía en Independiente era por los entrenadores de las divisiones inferiores. Rambert y el Mencho Balbuena lo persuadían para que se quedara. Y Ricardo Bochini, con todo el peso de su palabra, también trataba de convencerlo. El mayor gesto que tuvo el club para retener a la joya fue darle un trabajo en la utilería al padre.
Con los clubes grandes merodeando, la continuidad de Agüero en Independiente necesitaba un golpe de efecto. Y llegó cuando Oscar Ruggeri lo hizo debutar en Primera.
Ahora que Agüero anunció su salida del City muchos hinchas del Rojo se entusiasman con el regreso a Avellaneda. Los más entusiastas dicen que es “complicado”; para los realistas, es “imposible”.
Lo cierto es que desde que se fue, el Kun prometió rgresar. Tal vez en algún momento ocurra el milagro y vuelva a ponerse la camiseta roja. Esa que estuvo a punto de abandonar cuando apenas tenía 14 años.