La muerte de Diego Armando Maradona, ídolo máximo de la Selección argentina y campeón del mundo 1986, luego de sufrir un paro cardíaco en su casa del barrio San Andrés, cercano a Nordelta, en el norte del conurbano bonaerense, fue reflejado con gran despliegue por los portales y los diarios de todo el mundo.
El diario La Reppublica de Italia dedicó un gran despliegue y escribió en su nota principal: "Cuántas vidas en una vida que ya no existía. Cuántas veces se ha perdido Diego, cuántas veces lo hemos perdido, incluso de vista. Maradona hospitalizado, Maradona engordado, Maradona operado, Maradona tóxico, Maradona dopado, Maradona alcohólico..."
Por su parte, El País de España lo despidió de la siguiente manera: "Su muerte sacude al deporte mundial con un colapso de tristeza sin fecha de vencimiento a la vista: el duelo que empezó a flotar en las calles de Buenos Aires y el resto del país no será de esos que se disipen en años sino en generaciones".
"La muerte de Diego Armando Maradona supone el final de la edad de los héroes. Ídolos, genios y productos deportivos habrá siempre, pero Maradona excedió la condición de futbolista: fue un número 10 hecho país, una reivindicación popular en pantalones cortos, el milagro posible para una porción del mundo en la que el viento sopla en contra".
En tanto, el portal de El Universal de México señalo: "El entrenador de 60 años estuvo a principios de este mes diez días internado en una clínica de Buenos Aires por anemia, deshidratación y con un "bajón anímico", pero al hacerle chequeos se le diagnosticó un hematoma subdural por el que fue operado. Luego, el técnico de Gimnasia y Esgrima La Plata tuvo "algunos episodios de confusión" que los médicos "asociaron" a "un cuadro de abstinencia".
El Portal de Le Monde despidió así al astro del fútbol mundial: "La muerte de un campeón es siempre un acontecimiento triste. El de "Pibe de Oro", como siguió llamándolo Argentina, suscitará profundos antagonismos entre los aficionados al fútbol. Pocos deportistas como él habrán alimentado con tanto celo los dos focos opuestos del apoyo de la adulación y el odio. El autor de la "mano de Dios", el protegido de la mafia napolitana, el amigo de Fidel Castro y Hugo Chávez, el adicto a la cocaína incurable no fue monaguillo ni modelo de virtud, ni mucho menos".