La historia de Ramón Abila con Boca no comenzó cuando se rumoreaba de su pase mientras jugaba en Cruzeiro ni cuando se firmó el contrato. La historia de Wanchope y el Xeneize tiene un hilo rojo que lo vincula desde hace más de una década, cuando el cordobés, con 17 años, estuvo entrenando dos semanas en Casa Amarilla.
Una década atrás. En el club Unión Florida, Ramón Abila siempre se destacó. Su potente físico imponía respeto, y sus goles, admiración. En junio de 2006 apareció en el predio La Agustina, de Instituto. Las pruebas ya habían finalizado, pero Santos Turza, el histórico reclutador de talentos de La Gloria, que descubrió entre otros a Oscar Dertycia y Paulo Dybala, insistió para que lo ficharan. Se sumó a las inferiores albirrojas para jugar en la Liga cordobesa, pero una serie de hechos lo llevaron rápidamente a la Quinta División de AFA, y lo hizo con gran suceso. Tanto es así que, en su debut, convirtió dos goles. Su personalidad, fuerza de voluntad y efectividad hicieron que se ganara un lugar en el equipo.
Al tiempo de su arribo a Instituto, la Quinta División, que dirigía Germán Panichelli, enfrentó a Boca. Wanchope la rompió. Y en el Xeneize tomaron nota. Lo llamaron para que realizara una prueba, Abila fue, gustó muchísimo y se quedó dos semanas entrenando en Casa Amarilla. Claro, eso generó malestar en Instituto porque temían que podían perder al jugador, que en la Quinta había marcado 15 goles en 19 partidos.
En ese entonces, el presidente del club de Alta Córdoba era Diego Bobatto. Hubo una serie de reuniones, llamadas telefónicas, polémicas, cuestiones legales y demás en el medio. A Boca se lo acusaba desde Córdoba de querer robar a la joven promesa albirroja. En Buenos Aires hacían caso omiso, hasta que un día ofertaron 250 mil dólares por el pase del pibe Abila.
Instituto consideró insuficiente la propuesta, no aceptó y Boca optó por no insistir. Wanchope se sintió dolido. Estaba entre la espada y la pared. Tenía muchas presiones. Mucha gente que le hablaba, y ese temor lo llevó a dejar el fútbol. Boca quedó como un sueño lejano y dejó de entrenar en Instituto. Fueron unos ocho meses que el juvenil delantero se alejó de las canchas.
A fines de junio de 2008, Panichelli, que tenía una excelente relación con Abila, convenció a Jorge Ghiso, técnico que recién llegaba a Instituto para dirigir al plantel profesional, que lo fuera a buscar. Vitrola fue hasta la casa de Wanchope, al barrio Remedios de Escalada, y lo sedujo para que retornara al fútbol. El artillero, sabiendo que Panichelli estaba detrás e iba a trabajar como ayudante de campo del nuevo DT, aceptó, regresó y comenzó a entrenar en la Primera.
Así arrancó una nueva etapa en su formación. Wanchope debutó oficialmente el 9 de agosto de 2008 con la casaca albirroja por el torneo de la B Nacional. Entró de titular ante All Boys y jugó 45 minutos. A fuerza de voluntad y goles, poco más de diez años después Boca fue a buscarlo otra vez.