El llamado llegó el lunes, cuando los festejos del Boca campeón ya protagonizaban las tapas de todos los diarios. Rodolfo Arruabarrena atendió su celular y minutos después se emocionó. Del otro lado del teléfono, Carlos Bianchi, el técnico más ganador de la historia del club, lo felicitaba por haber obtenido el torneo. Fue, según el Vasco, un momento movilizante. “Realmente me emocioné. Vivimos cosas muy lindas juntos”, dijo.
Bianchi es uno de los faros de Arruabarrena desde 2010, el año en el que decidió abandonar las canchas y empezar a dirigir. Incluso, desde que se sienta en el banco de suplentes de La Bombonera, el Vasco mantuvo algunas reuniones privadas con él para hablar de táctica y pedirle su visión de lo que mostraban sus equipos.
Es cierto, Arruabarrena sucedió a Bianchi en 2014, luego del tercer período del Virrey en Boca, por lejos el más negativo de todos (no sólo no salió campeón sino que terminó penúltimo en el Torneo Inicial 2013).
Pero a pesar de que Arruabarrena lo considera un referente ineludible en su formación, también fue enfático cada vez que alguien enlazaba sus ideas con las de Bianchi. “Con Carlos voy a tener una relación de por vida, pero eso no significa que vea el fútbol como él”, remarcó en el 2014, cuando comparaban el estilo que le había impregnado cada uno al mismo plantel.
¿En qué se parece el Vasco a Bianchi, entonces? Sin dudas, las mayores similitudes están fuera del campo de juego. Particularmente en el vestuario y la relación que intenta establecer con el grupo. Y en las ideas aplicadas en la cancha, ambos tienen dos premisas: jugar con marcadores laterales y un enganche.
Pero el Vasco no sólo tiene a Bianchi como espejo. Uno con los que más habla es con Diego Cagna, compañeros en el Boca multicampeón y quien lo dirigió en aquel Tigre que llegó al triangular final en el 2008 y terminó subcampeón. La amistad, en este caso, los une más que el estilo de trabajo o el planteo táctico de sus equipos.
La etapa más formativa del Arruabarrena DT llegó luego de su primera experiencia como entrenador, en Tigre. En esos meses, viajó a España para observar los entrenamientos del Barcelona, Espanyol, Valencia y Villarreal, donde jugó entre 2000 y 2007 y conoció a Manuel Pellegrini, uno de los técnicos que más lo marcó. También se juntó con César Luis Menotti para hablar de fútbol. El Flaco lo había dirigido en Boca en 1994, cuando el Vasco contaba sus primeros partidos en Primera, adonde arribó de la mano del Maestro Tabárez. Siempre le reconoce que le dio la continuidad que necesitaba para afianzarse en el costado de la defensa de Boca.
Después de ese viaje ibérico, Arruabarrena asumió en Nacional de Montevideo, el paso previo a este Boca. Y fue allí, en la parte oriental del Río de la Plata, donde adoptó mañas propias de Marcelo Bielsa. Por ejemplo, restringir los entrenamientos en los que su equipo ensaya las pelotas paradas. “Un día planificamos que si se planteaba cierta acción responderíamos de tal forma, para sorprender. Resultado: los rivales estaban advertidos y no hubo sorpresa. Desde entonces cambiamos y cerramos un día a la semana”, explicó su ayudante, Diego Markic.
Arruabarrena tuvo a Bielsa como entrenador poquísimas semanas. Apenas en algunos partidos en los que fue convocado para integrar la Selección. “Me ha gustado su forma de trabajo, la franqueza. Fueron sólo tres o cuatro semanas: algunos amistosos, la Copa América y la clasificación para el Mundial, pero me encantó”, le dijo hace varios años a la revista El Gráfico. La entereza para transmitir decisiones es una de las características en las que siempre hace hincapié el Vasco, y una de las cualidades que rescata de Bielsa. Sin embargo, dentro del campo, no hay demasiadas coincidencias, al menos en el planteo de los equipos.
El Vasco reconoció que en Juan Antonio Pizzi también tiene a un consejero: él era el entrenador cuando se retiró del fútbol, en 2010, en la Universidad Católica de Chile. Allí, en esos días de charlas entre Pizzi y el Vasco, empezó a forjarse este técnico, ahora campeón del torneo y la Copa Argentina.
Despues del bochorno
Es la última fecha del torneo. El campeón ya se coronó la semana pasada. La única disputa es por el segundo puesto. Sólo queda, entonces, cerrar el campeonato de la mejor manera y pensar en la temporada que viene. Sin embargo, Central-Boca es el partido más caliente de la jornada. Aun con todo definido, aun con poco en juego, en Rosario todavía se palpa la desazón que dejó la final de la Copa Argentina del miércoles, cuando el árbitro Diego Ceballos benefició al xeneize con un penal que no fue y un gol en posición adelantada.
El campeón Boca presentará un equipo sin sus principales figuras: Carlos Tevez, Agustín Orion, Daniel Díaz, Pablo Pérez, Nicolás Lodeiro y Jonathan Calleri. Al último partido del torneo saldrán los que habitualmente son suplentes, con Sebastián Palacios y Andrés Chávez como dupla ofensiva.
En Central, Coudet pone lo mejor que tiene: si gana y cierra el torneo en segundo lugar jugaría la Supercopa argentina contra el xeneize. Claro que para que eso ocurra el Canalla necesita, además, que San Lorenzo no le gane a Rafaela.