“Hola, Mauricio, acá hay un señor (quien habla levanta la cabeza esperando que su interlocutor le diga su nombre), me dice que se llama Rafa Di Zeo y me exige plata. ¿En qué parte del contrato está escrito que yo tengo que ceder algo de mi dinero?”
El episodio ocurrió en uno de los primeros entrenamientos de Carlos Bianchi al frente de Boca, allá por julio de 1998. Por entonces, el líder de la barra brava se presentaba para mostrar su chapa y recaudar fondos para las arcas de La 12. Después de apretar el botón rojo en su celular, el Virrey le comunicó a Rafa: “Macri lo quiere ver en su oficina”. El arreglo que había sido pergeñado por el ingeniero para evitarse molestias fue aceptado por el jefe de la barra: un canon fijo de 20 mil pesos mensuales.
De aquella 12 a la actual, han cambiado algunos nombres, pero no el modus operandi. Por entonces, “el nexo entre la dirigencia y la primera línea de la hinchada era Edgardo Alifraco (presidente de la agrupación SuperBoca)”, le revelan a Perfil dos fuentes inobjetables consultadas. Actualmente, los dirigentes le entregan a la barra alrededor de 500 entradas por partido.
La semana pasada el dedo acusador apuntó a Néstor Gago, flamante gerente del Departamento de Seguridad de Boca. “Un hombre de apellido Gago me dio 300 entradas para ir a la cancha”, lo involucró Richard Laluz Fernández, quien le disputa el liderazgo de la barra a Mauro Martín.
El hombre de Seguridad fue acercado al club por el tesorero Daniel Angelici, delfín político en Boca del actual jefe de Gobierno porteño. Junto con el secretario general del club, Oscar Vicente, Angelici goza de la plena confianza de Macri.
Hasta ahora, la fiscalía de La Boca no confirmó que los barras reciban entradas de parte de los directivos del club... pero tampoco lo descartaron.
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